El Parlamento Europeo (PE) aprobó ayer no prorrogar el acuerdo de pesca con Marruecos, vigente desde el año 2007, alegando, entre otras razones, que abarca aguas del Sáhara occidental, lo que, según la eurocámara, supone una violación del Derecho Internacional y de las resoluciones de la ONU. El gobierno marroquí reaccionó ante ello de forma inmediata y conminó ayer mismo a todos los barcos europeos a que abandonaran sus aguas jurisdiccionales antes de la medianoche.
La ruptura del acuerdo de pesca tiene una especial incidencia negativa para la flota española, puesto que conllevaba 119 licencias de pesca, de las que 100 son para barcos españoles.
No cabe duda de que la decisión del PE complica más la situación político-económica de nuestro país e introduce una defensa de los derechos de los saharauis que promete crear fricciones al más alto nivel.
A nosotros, los melillenses que, como los ceutíes, siempre nos pillan de por medio en todas estas disputas, sólo nos queda esperar que el nuevo conflicto no nos salpique directamente. Es decir, que no se traduzca en nuevas maniobras que conviertan a nuestras dos ciudades, una vez más y a instancias marroquíes, en ‘monedas de cambio’ dentro del complejo entramado de las relaciones entre España y Marruecos, Marruecos y Europa.
Hace un año aproximadamente, con ocasión de la aprobación en el Parlamento español de una moción de condena contra la violencia en el desmantelamiento del campamento saharaui de Gdaim Izik, la cámara de representantes de Marruecos reaccionó con otra moción en la que se pedía al Gobierno marroquí “revisar el conjunto de las relaciones de Marruecos con España” y “reabrir el expediente de Ceuta y Melilla” ante el comité de descolonización de la ONU.
Otro tanto de lo mismo aprobó también la Cámara de Consejeros de Marruecos, con especial llamamiento a la población marroquí para que se movilizara en defensa de las “causas sagradas”, especialmente “la unidad territorial”.
Todo el barullo se aplacó días después, justamente el 13 de diciembre, con la firma de tres acuerdos comerciales entre Europa y el vecino reino.
Ayer mismo, el embajador de la UE en Marruecos “lamentó” las posibles consecuencias de la no prórroga del acuerdo de pesca y declaró que la eurocámara había actuado en contra de la opinión de lo estados miembros, de la Comisión Europea y de la Alta Representante para los Asuntos Exteriores y de Seguridad, Catherine Ashton.
La debilidad europea, su fragmentación tan abrumadora en tantos frentes distintos, nos despoja así de lo que debería ser nuestra principal garantía de futuro, puesto que con el respaldo de la UE tenemos y contamos con mayores y más ventajosas opciones que lo contrario. Sobre todo, si se tiene en cuenta que frente al irredentismo anexionista marroquí, siempre obraría a nuestro favor y, con ello, a favor en general de las relaciones España-Marruecos, el acuerdo de asociación preferente entre la UE y el vecino reino. Sin embargo, Marruecos ya advirtió ayer, a través de la agencia MAP, que el voto en contra del acuerdo de pesca implica la "reevaluación global de su asociación con la Unión Europea”.
Traigo este asunto a esta página por mor de pura actualidad y porque a los melillenses no se nos escapan los movimientos telúricos que acaban sacudiéndonos por cualquier disonancia en las relaciones con Marruecos o, como en este caso, entre Europa y Marruecos, aunque como digo con ocasión de un acuerdo de especial interés para España.
No se trata de jugar a los malos presagios ni de adelantar conflictos que no se han producido, pero sí de poner sobre el tapete un asunto preocupante que pondrá a prueba a la diplomacia española y al futuro Gobierno de Rajoy, antes incluso de que llegue a estrenarse.
Hasta ahora, el nuevo primer ministro de Marruecos, Abdelilá Benkirane, no se ha pronunciado en sentido alguno sobre nuestras dos ciudades. En unas elecciones anteriores, cuando su partido quedó como tercera fuerza política, Benkirane ligaba el futuro de Melilla y Ceuta al de Gibraltar y decía, en una entrevista con ‘Interviú’, que una “nueva marcha verde” podría permitir a su país “recuperar” nuestras dos ciudades.
Por fortuna en este caso, en política los partidos nunca usan el mismo discurso, ni tampoco actúan del mismo modo, según estén en el Gobierno o la oposición. Por tanto, me quedo con el silencio inicial e ilustrativo de Benkirane, afanado en formar un amplio gobierno en el que también tendrá cabida el Istiqlal, el más anexionista históricamente de todos los partidos marroquíes.
Pero lo anterior también es aplicable al PP, cuyo compromiso con nuestras dos ciudades ha sido siempre innegable y que ahora esperamos no desfallezca bajo ningún concepto, a pesar de que los acuerdos en materia de pesca, agrícolas y todo lo tocante al Sáhara, sean asuntos que generan fácilmente fricciones y que, tras el revés de la eurocámara, se reinician parcialmente con nuevas complicaciones.
Se dice que el próximo ministro de Exteriores será Miguel Arias Cañete quien, hace unos días, en una entrevista con la revista ‘Atenea’, desglosaba cuál sería la política exterior del futuro Gobierno de Rajoy. En ese marco, respecto de Melilla y Ceuta, adelantaba que no se pedirá mayor protección a la OTAN para nuestras dos ciudades (como se sabe, fuera del paraguas defensivo de la Alianza del Atlántico Norte), porque, en su opinión, debe ser la Unión por el Mediterráneo la que fomente una mayor “sinergia” que fortalezca las relaciones hispano-marroquíes.
La cooperación es, sin duda, donde hay que seguir moviéndose. Esperemos, por tanto, que el nuevo elemento de distorsión para la difícil responsabilidad que debe asumir Rajoy, acabe resolviéndose sin que, por esta vez, nos afecte.