La mayoría de las mujeres que el año pasado presentó una denuncia por malos tratos contra su pareja renunció a continuar con el proceso judicial. Sólo algo menos de un tercio (32%) decidió seguir a delante y poner fin a una situación intolerable. Los datos los facilitó ayer Lola Valverde, jefa de la Unidad de Coordinación de Violencia sobre la Mujer de la Delegación del Gobierno. Destacó el aumento con respecto al año anterior, cuando sólo un 16,12% de las mujeres mantuvo la denuncia. Sin embargo, ambas cifras son aún muy bajas como para poder mostrarnos satisfechos o asegurar que el problema de la violencia doméstica en nuestra ciudad está encarrilado.
Entre los datos que hizo públicos Valverde destaca que casi la mitad de los casos puestos en conocimiento de la Policía tengan como víctimas a mujeres extranjeras, entre las que son mayoría las de nacionalidad marroquí. Este dato apunta claramente hacia donde debe encaminar sus esfuerzos la Unidad de Coordinación de Violencia sobre la Mujer. Esa cifra describe un perfil bastante claro de la víctima. Sin embargo, al igual que hay números esclarecedores, otros ocultan la realidad si no son bien interpretados. Es el caso del que se refiere a la edad habitual de las mujeres que sufren maltrato. Los datos del año pasado parecen señalar que las víctimas de la violencia doméstica tienen entre 21 y 40 años. No obstante, esta franja de edad debería interpretarse como la más frecuente entre las mujeres que tienen la valentía de denunciar el problema. Es muy probable que en edades superiores las víctimas opten por ocultar su situación y en edades más tempranas muchas jóvenes no sean aún conscientes de la gravedad del problema al que se enfrentan o quizás éste todavía se encuentre en sus primeras fases.
De cualquier modo, lo cierto es que en 2013 ha aumentado el número de casos denunciados respecto a un año antes (12 más) y al anterior (28 más). La lectura negativa de este incremento es que el problema se agudiza pese a las campañas de concienciación. Sin embargo, precisamente uno de los objetivos que persiguen estas campañas es sacar a la luz el problema, convencer a las mujeres que sufren el maltrato de que no hay ningún motivo para continuar ocultando el infierno que padecen en sus hogares.
En cualquier caso, cuando las cifras sean otras, tampoco será posible bajar la guardia ante este problema. Ni siquiera cuando baje el número de denuncias podremos despreocuparnos porque existirá la duda de si las mujeres han optado por volver ocultar el maltrato. Además, aunque se produzca un solo caso, nunca deberemos dejar de vigilar para evitar así que los torturadores de estas mujeres se sientan con las manos libres.
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