Hace un par de años, en un debate en el Máster de Diversidad Cultural que imparte la Universidad de Granada en el campus de Melilla, se habló de multiculturalidad, de convivencia y de poder con tranquilidad y sosiego, pero el debate se animó cuando se tocó el tema del calendario de festivos locales. Es carne de polémica y este año la tenemos servida en bandeja.
Personalmente creo que salvo honrosas excepciones es poco probable que un número relativamente significativo de melillenses eche en falta el festivo del 13 de marzo, día del Estatuto de Autonomía, justo ahora que hay sobre la mesa varias propuestas para reformarlo.
Ese festivo, en mi opinión, es una excentricidad, de las muchas a las que nos cuesta tanto acostumbrando por estos lares. Ya me chirría más que no celebremos San José (19 de marzo), no porque vivamos en un país donde hay un José o un Pepe, al doblar de cada esquina, sino porque se celebra el Día del Padre y todos, absolutamente todos, de todas las culturas, tenemos un padre en nuestras familias.
El caso es que San José dejó de ser festivo en Melilla en tiempos del Partido Popular de Imbroda, que cambió esa fecha por el de la Fiesta del Sacrificio del borrego. Tengo que reconocer que si bien echo de menos el festivo de San José, por la tradicional reunión familiar acompañada de excesos gastronómicos que llena restaurantes en todo el país, también entiendo que en Melilla no tiene sentido trabajar el Día del Sacrificio porque el 60% de los habitantes de esta ciudad están de celebración.
Había que buscar una alternativa y entiendo que esa era más viable que tocar días sagrados en el calendario como el de la Constitución, la Hispanidad o 1 de mayo (Día Internacional de los Trabajadores) y festivo en toda España, menos en Melilla.
La lógica del Gobierno local es que en 2021 el 1 de mayo cae en domingo y no se pasará la fiesta al lunes. De esa manera se cambia ese festivo por el del Fin del Ramadán.
Parece una tontería, pero fíjense, estamos levantando del calendario de festivos el día en el que conmemoramos las manifestaciones sofocadas con violencia en Chicago en 1886, cuando se peleó algo que hoy disfrutamos en todo el mundo: la jornada laboral de ocho horas. Da la impresión de que hemos abierto una guerra sin cuartel a lo de celebrar “actos de sangre”.
Ok Diario ha estado rápido y ha criticado que sea justamente el Partido Obrero Español, el que borre el festivo del Día de los Trabajadores del calendario laboral de Melilla. La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida.
¿Si no quitaban ese festivo, cuál podían quitar entonces? Evidentemente es una pregunta de difícil respuesta, habida cuenta de que los festivos en nuestro país están diseñados atendiendo al calendario de celebraciones católicas y en esta ciudad, la mayoría de la población es musulmana. Es una realidad y hay que asumirlo.
Pero sé que cuesta. Se nos llena la boca con la convivencia de las cuatro culturas y luego la liamos. Si no, que se lo pregunten a una señora que este miércoles montó un show en la rotonda del Tesorillo, con un despliegue policial importante, sólo porque su hijo hebreo mantiene una relación con una chica musulmana, según informaron a El Faro fuentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.
Este mismo problema lo tiene una madre católica cuyo hijo sale con una compañera de estudios de origen bereber. Mucho me temo que las nuevas generaciones van a por todas con el mestizaje. Se acabó la multiculturalidad por islas. El roce hace el cariño y aquí estamos ya juntos y mejor revueltos. Qué os voy a contar yo.
Tenemos que asimilar que los festivos se imponen desde el poder con o sin consenso y el poder hasta ahora había estado siempre del lado de los cristianos. Evidentemente, llega Coalición por Melilla al Gobierno local y reclama un trato justo para seis de cada diez melillenses de esta ciudad.
Tengo que reconocer que los melillenses habríamos estado mejor preparados para este cambio si no hubiera estado tan cerca la ausencia de CpM de la ofrenda de flores al fundador de nuestra ciudad, este 17 de septiembre.
El caso es que han quitado el 1 de mayo y no he visto a ningún sindicalista protestar por ello. No sé si es porque tienen asumido que no sirven de nada las manifestaciones del Día de los Trabajadores o porque lo ha quitado la izquierda.
Señores, tenemos que normalizar las celebraciones de las fiestas y tradiciones bereberes en Melilla, pero no sé si lo ideal es borrar del calendario el Día Internacional de los Trabajadores, que es festivo en medio mundo, menos aquí.
Hay que cambiar el chip, pero ese cambio, en ningún caso se puede imponer en plan ordeno y mando. Hay que intentar que la gente participe del cambio y hay que buscar el consenso.
Somos muchos los que tenemos amigos hebreos, gitanos, musulmanes, chinos y cristianos en Melilla. Es así, es una realidad y hay que normalizarlo en el calendario laboral.
Yo tengo un amigo que se autodefine como cristiano y ultraderechista moderado y en una ocasión me invitó a una cena con uno de sus mejores amigos, “de Melilla de toda la vida”, que es musulmán.
Vamos a dejarnos ya de discursos impostados que aquí nos gusta la mezcla más que comer con las manos. Pero esto no puede ser todo para mí y nada para ti. Hay que dialogar y llegar a un acuerdo que sea bueno para todos. ¿Cómo? A todos nos vuelven locos los puentes. En lugar de reventarlos, hay que construirlos.
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