La asociación Harraga considera que el traslado de los menores que llegan a Melilla sin la compañía de adultos a centros de la península podría ser positivo para el bienestar de los chicos. Al parecer de Rosa García, una de las fundadoras de la entidad, de esta manera se evitaría que “tantos niños pusieran en riesgo sus vidas cada noche al intentar colarse en un barco”. La activista sostuvo en declaraciones a El Faro que, al contrario de lo que manifestó anteayer el consejero de Bienestar Social, Daniel Ventura, el reparto de estos menores entre las distintas comunidades no sería la razón de un efecto llamada. “Esta es la excusa fácil, el comodín que siempre emplean las autoridades para justificarse y seguir vulnerando los derechos humanos y de la infancia”, valoró.
“De existir un efecto llamada, sería la suma del capitalismo y de las redes sociales”, reflexionó la trabajadora social. Según su experiencia con los niños y adolescentes en situación de calle en Melilla, muchos llegaron atraídos por una imagen de bienestar que otros chicos proyectaron en sus redes. Una imagen que, como incidió García, en muchísimos casos, nada tiene que ver con la realidad que viven.
Intervenir en Marruecos
En este sentido, la integrante de Harraga subrayó que “poco se puede hacer” para frenar el deseo que mueve a cientos de niños y jóvenes del país vecino de alcanzar una Europa idealizada. “Tal vez la clave sea trabajar en Marruecos, que ellos sientan que allí también pueden tener un futuro y que no vengan tan engañados, aunque los movimientos de las personas al final son procesos naturales e inevitables”, mantuvo García.
Una ciudad de paso
Según manifestó, estos niños dejan sus hogares buscando “una dignidad” que no suelen encontrar en Melilla, por lo que muchos optan por la calle y tienen muy claro que ésta es únicamente una ciudad de paso. Esto también sucede cuando algunos alcanzan la península, reconoció García.
“Tienen que sentir que están en un hogar y recibir un mínimo de cariño”, aseguró la cofundadora de la asociación. “Esto es practicamente imposible en los centros masificados, porque no existe la posibilidad de ofrecer una intervención que sea individualizada e integral”, apuntó.
Según anunció esta semana el consejero de Bienestar Social, actualmente hay 635 niños acogidos por la Ciudad Autónoma, de los que 415 están en el centro de La Purísima. “Así es inviable que se les esté procurando la atención que necesitan, más allá de ofrecerles una cama mal apañada, comida y poco más”, valoró García.
Ante esta circunstancia, Harraga cree que lo más sensato sería “reconocer la situación de saturación del sistema de protección” y dejar de “retener” en la ciudad a los menores que no quieran quedarse en Melilla. “Aquí tenemos dos opciones: o se deja que sigan mal atendidos en la ciudad y se sigan jugando la vida en la calle, o se facilita el reparto para ver si conseguimos que mejore la atención”, concluyó García. Para ella, los niños que llegan a la ciudad fronteriza, también son “los niños de toda España”.
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