Opinión

La educación religiosa de los niños según el islam (I)

Dice Dios en el Corán: “Dimos a Luqman la sapiencia y le ordenamos: ¡Sé agradecido con Dios! Quien es agradecido con Dios lo es, en realidad, en provecho propio; y quien es desagradecido… Dios se basta a Sí mismo, es digno de alabanzas. Recuerda cuando Luqman se dirigió a su hijo exhortándole: ¡Hijito mío! No asocies nada a Dios, pues la asociación es una grandísima injusticia. Hemos ordenado a la persona el excelente trato a sus padres. Su madre lo llevó sufriendo, debilidad tras debilidad y lo destetó a los dos años. Sé agradecido conmigo y con tus padres, pues el retorno os llevara a Mí. Pero si te insisten en que Me asocies aquello de lo que no tienes conocimiento, no les obedezcas. En esta vida pórtate amablemente con ellos y toma la senda de quien retorna a Mí. Luego, volveréis a Mí y ya os informaré de lo que hacíais. Dijo Luqman: ¡Hijo mío! Aunque se trate de algo del peso de un grano de mostaza y esté escondido en una roca, en los cielos o en la Tierra, Dios lo traerá; pues, ciertamente, Dios es Sutil, está bien informado. ¡Hijo mío! Haz la oración, ordena lo que está bien y prohíbe lo que está mal, y ten paciencia ante la adversidad. Realizar estas cosas requiere de una gran determinación. No te muestres altivo con la gente ni pises la tierra con insolencia, pues ciertamente, Dios no ama a nadie que sea presumido, jactancioso. Sé modesto en tus andares. Habla en voz baja, pues la voz más desagradable es, sin duda la del asno”. (Capitulo 31 versículo 12-19)

Antes de empezar a analizar estos versículos coránicos vamos a decir que muchos eruditos musulmanes dicen que Luqman fue un juez israelita contemporáneo del Profeta David, que la paz sea con él.

Lo primero que nos enseña este versículo es la importancia de la sapiencia en la educación de los niños. La sapiencia debe ser la brújula que los musulmanes debemos utilizar y seguir en todo momento.

La comprensión de la religión es un bien de un valor incalculable. Cuando un creyente no tiene entendimiento de su religión o aquél que le transmite el islam tampoco lo ostenta, no sólo su práctica de la religión puede serle incomprensible e incoherente, sino que, en muchas ocasiones, puede abocarle a realizar asuntos que no son de la complacencia de su Señor y pueden llegar a ser, incluso, contrarios a los principios más básicos del islam.

Si realizamos un análisis sincero y real respecto al nivel educacional de nuestros jóvenes en cuanto a islam se refiere, nos daremos cuenta de que la metodología que desde hace mucho tiempo se ha estado utilizando –si es que alguna vez hubo alguna-, ha sido un fracaso en muchos aspectos. Con esto que acabamos de decir no nos referimos únicamente al hecho de una transmisión a los niños de ciertos datos limitados de contenido islámico –pues eso es una parte de la enseñanza, pero no el todo-, sino a una verdadera educación islámica, tanto en valores como en principios éticos, morales y espirituales.

Los métodos que, en términos generales, se han utilizado para enseñar el islam a nuestros niños se caracterizan por varios aspectos. A continuación vamos a analizar dos de esos puntos que en términos generales son los más importantes. Estos dos puntos son: la lengua autóctona y la comprensión de la religión.

La lengua que los niños y niñas musulmanes dominan en nuestro país es el español. Y, aunque la mayoría de nuestros niños hayan nacido y crecido en el seno de una familia de origen árabe o amazig, la mayoría de ellos no comprende el árabe clásico en el que fue revelado el Sagrado Corán y con el que, habitualmente, se enseña el islam en las mezquitas u otros centros islámicos.

El uso del castellano –o cualquier otra lengua autóctona- es fundamental, pues los niños, más que nadie, necesitan comprender el mensaje del islam con la lengua con la que se han desarrollado como personas. No olvidemos, además, el papel fundamental que ostenta la lengua que una persona domina como medio vehicular para poder recibir y entender los significados y sentimientos más profundos que el ser humano experimenta en su espíritu. Sin embargo, la tozudez de algunas comunidades musulmanas en España que se empeñan en seguir queriendo utilizar la lengua árabe clásica a todos los niveles, está haciendo un flaco favor a una parte importante de las generaciones presentes, pero sin duda, quien más sufrirá esta sinrazón, son los niños y jóvenes que, en el futuro, serán los representantes del islam y sus directos herederos. Ello, sin duda alguna, es un sinsentido que, por desgracia, ya hace tiempo comenzó a generar graves consecuencias. ¿Acaso nadie se ha dado cuenta aún de que, dado el poco o el nulo acceso que los jóvenes tienen al conocimiento real del islam en las mezquitas, éstos se han visto abocados a tener que tomarlo en las redes sociales –por ejemplo-, con el peligro que ello supone? Y ¿Por qué se han visto obligado a ello? Pues, simplemente, porque no hay una alternativa real y sincera que los mayores que dirigen los centros islámicos estén ofreciendo a la juventud musulmana. Éste, sin duda, es uno de los mayores retos que tenemos que afrontar de manera acuciante dentro de nuestra comunidad; pues, de lo contrario, seguiremos siendo testigos de las indeseables consecuencias que ello supondrá para el futuro de todos nosotros, pues aquello que afecta a una parte, afecta al todo.

El otro punto es el del entendimiento y la comprensión de las ciencias islámicas. El Sagrado Corán es la Palabra de Dios revelada al Profeta Muhammad. El Corán representa el milagro eterno y por antonomasia con el que fue agraciada la comunidad musulmana. Y, por ello, nuestro amado Profeta Muhammad dijo: “El mejor de vosotros es quien aprende el Corán y después lo enseña”.

Desgraciadamente, son muchos los musulmanes que entienden un significado limitado de este hadiz o tradición profética, pues restringen el aprendizaje y la enseñanza del Corán a la recitación y a la memorización; cuando, en realidad, su sentido es muchísimo más amplio. Este hadiz nos quiere transmitir que el mejor musulmán es aquel que aprende el Sagrado Corán en todas sus dimensiones y, después, lo enseña. Y aprender y enseñar es hacerlo tal y como lo hizo el Profeta Muhammad el cual nos enseñó a recitarlo, memorizarlo, a meditar en él, y, sobre todo, a llevarlo a la práctica. Esta es, pues la formula respecto al aprendizaje del Corán.

Volviendo a la sapiencia de la que hablábamos al principio, es pues ahora más que nunca cuando debemos echar mano de la sapiencia para elaborar una metodología educativa islámica que sea útil y fructífera para nuestros hijos. Cualquier método que quiera elaborarse, requiere de la presencia fundamental de los siguientes pilares-

1º Una educación espiritual que estimule y desarolle la dimensión transcendente del musulmán. De lo contrario, la religión supondrá, en muchos aspectos, algo vacío e insustancial, ya que la esencia de la relación entre el creyente y su Señor es puramente espiritual y es lo que realmente la vivifica.

2º La correcta comprensión de los principios y enseñanzas fundamentales del islam. Para ello, se necesita de un desarrollo pormenorizado y una aproximación, a través de un lenguaje sencillo y accesible, a la teleología islámica (maqasidusharia), es decir, de la disciplina que estudia los fines y los objetivos del islam.

3º Un estudio amplio de las diferentes ciencias y disciplinas islámicas de fuentes acreditadas.

Cualquier metodología que no se asiente de un modo global y unísono sobre estos tres pilares, pocas posibilidades tendrá de tener éxito en la educación de nuestros hijos y, por consiguiente, serán ellos quienes paguen nuestras carencias e incapacidades.

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