Una docena de personas, entre ellas tres menores y un bebé de dos meses, están viviendo a las puertas del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla en los últimos días.
Entre ellos está el argelino Mohamed, de 35 años, que explica a El Faro que estuvo diez meses en el CETI pero hace tres tuvo que salir por una emergencia dado que su hermana tenía un problema en la frontera y ya no se le ha vuelto a dejar acceder. Por ello, su pareja ha decidido acompañarlo, a pesar de que tiene un niño de dos meses, y ya lleva tres días en la calle. “Sin mi marido, no entro”, afirma rotunda.
Él ha solicitado la orden de protección internacional pero le ha sido denegada y también ha pedido al centro que lo vuelvan a readmitir.
Fuentes próximas al CETI de Melilla, señalan, sin embargo, que este hombre no puede volver a acceder porque ya lo abandonó y, aún así, se le dio otra oportunidad en un centro en la península, pero volvió a dejarlo sin comunicarlo y las reglas determinan que ya no puede ser acogido en otras instalaciones de este tipo. Hacen hincapié en que no tiene la condición de refugiado porque no se le ha reconocido como tal.
Presiones
Consideran que la mujer ha decidido salir con el bebé para presionar. Pero el centro va a avisar a los Servicios Sociales para que intervengan porque están viviendo en la calle con un menor. La chica ha sido advertida de que les pueden quitar al pequeño.
Entre las personas que permanecen en las inmediaciones del CETI se encuentra también una embarazada, argelina de 31 años, a la que le quedan un par de semanas para dar a luz. Cuenta que a su marido no le dejan entrar y que ella no quiere acceder si no es con él.
Desde el CETI concretan que su pareja no puede entrar porque el mes pasado la Guardia Civil presenció una agresión en el exterior del centro por parte del hombre a la mujer. Los agentes actuaron de oficio aunque ella negó maltrato. Pero se ha dictaminado una orden de alejamiento, que está incumpliendo al vivir en la calle con él.
Les acompañan en la calle desde hace tres días una familia siria que ha huido de su país. Llevan dos meses en el centro pero critican que les han cambiado continuamente de ubicación. Cansados, decidieron salir.
Fuentes cercanas al CETI reconocen que se hacen reubicaciones a menudo porque están al máximo de su capacidad, con más de 900 personas. “Pero nadie los ha echado a la calle”, aseguran. También se va a dar parte a Servicios Sociales porque hay dos menores durmiendo al raso.
A la espera de las pruebas de ADN
Otro de los menores que viven en las inmediaciones del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) es un chico sirio de 17 años. Relata que, después de haber huido de su país pasando por Argelia y Marruecos, entró solo a Melilla hace una semana y su madre pasó la frontera después.
Ella ha podido acceder al centro pero hasta que no se acredite con las pruebas de ADN que es su progenitora, él no puede entrar para estar con ella.
Fuentes cercanas al CETI dicen desconocer el caso pero apuntan que, si el chico llegó solo, debería estar en un centro de acogida de menores. “La tutela no la tenemos nosotros”, indican. Habría que esperar entonces a que se certifique que es su madre para que el joven pueda entrar al CETI y estar junto a su progenitora.
Frente a las críticas de varios de ellos de que las reglas de las instalaciones son muy estrictas, desde el centro aseguran que tienen total libertad para entrar y salir. “Se les ayuda en todo lo posible pero no pueden venir con mentiras”, concluyen.
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