La Ensenada de los Galápagos se ha convertido este año en lugar de baño para muchísimos melillenses, dispuestos a disfrutar de una hermosa cala anclada en las murallas de Melilla la Vieja y cuyas aguas se vuelven cristalinas y paradisíacas siempre que sopla el viento de poniente. La cala de los Galápagos tiene la propiedad de reunir a vecinos de nuestra ciudad de todas las edades y condiciones sociales. No es ya la playa de los residentes en el barrio próximo de ‘El Mantelete’: grupos de jóvenes y familias enteras están disfrutando del presente verano en su singular y hermoso paraje. Sin embargo, la Ciudad, que este año ha colocado sombrillas y servicio de socorrista, no ha previsto instalar unas duchas para al menos poder enjugarse los pies tras abandonar el idílico recinto. Aún está a tiempo de hacerlo y de satisfacer con ello a los muchos melillenses que así lo reclaman.
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