EL Sindicato Médico de Melilla denuncia hoy en El Faro que la situación del Servicio de Urgencias del Hospital Comarcal es “dramático” debido a la desproporción entre el elevado número de pacientes y los limitados recursos sanitarios humanos y materiales. Cualquier ciudadano que haya tenido necesidad de acudir a este centro ante una emergencia puede confirmar que no se trata de una advertencia ‘alarmista’ de los médicos.
En primer lugar, es evidente que las instalaciones del Servicio de Urgencias se han quedado pequeñas para una ciudad como Melilla, con 85.000 habitantes y una multitud de pacientes que llegan del otro lado de la frontera y que son atendidos de manera irregular. Además, queda patente que faltan recursos para efectuar algunas pruebas que sí se realizan de modo rutinario en la península. También es fácil de comprobar que el personal sanitario no es suficiente para atender con la celeridad debida a los pacientes y que éstos muchas veces se ven obligados a largas esperas que van de minutos a varias horas en función de la gravedad de sus dolencias.
Al mismo tiempo que todas estas carencias, es también fácil de constatar la profesionalidad del personal sanitario, especialmente de los médicos. Sorprende su templanza para atender, en medio de esa “dramática” falta de recursos, a unos enfermos con la paciencia agotada, que no deberían aguardar tanto para recibir cuidados médicos y que están acompañados por familiares desesperados por la tardanza.
El Servicio de Urgencias del Comarcal no es el adecuado para una ciudad como Melilla. Lo denuncian los propios facultativos. Algunos de ellos se muestran alarmados ante la posibilidad de que surja alguna tragedia con múltiples heridos y tengan que hacer frente a la misma con una instalaciones que habitualmente se encuentran saturadas.
El Hospital Universitario se presenta como el remedio de todos los males de la Sanidad melillense. Tal vez sea así, pero aún faltan años para que esté plenamente operativo. Hasta que llegue ese momento, el Servicio de Urgencias del Comarcal tiene que atender decenas de casos cada día sin unos recursos humanos y materiales que son indiscutibles en cualquier centro de la península.
Las quejas de los pacientes, más que justificadas, se centran en la mayoría de los casos en la tardanza en ser atendidos. Pero existe un alto riesgo de que estas quejas acaben transformándose en denuncias hacia los propios facultativos, que asumen un alto riesgo de equivocación en sus diagnósticos y tratamientos al verse obligados a atender a un número de enfermos superior al que deberían en función de los recursos humanos y materiales que el Ingesa pone a disposición de los cotizantes de la Seguridad Social en nuestra ciudad.