Opinión

Dos minutos con Marruecos

La ministra de Relaciones Exteriores española, Arancha González Laya, ha tenido la oportunidad de intercambiar dos minutos de conversación con su homólogo marroquí, Nasser Burita. No ha trascendido quién tomó la iniciativa de levantar el teléfono, un detalle que no es para nada baladí en los tiempos que corren.

El caso es que, como os podéis hacer una idea, 120 segundos no dan para mucho. Aparte de los saludos, se ve que hablaron de la segunda cancelación de la Reunión de Alto Nivel que iba a celebrarse este mes de febrero, después de su suspensión el 17 diciembre de 2020. Las dos citas quedaron aparcadas por la crisis sanitaria de la Covid-19, según la versión oficial pactada por ambos países.

Aunque desde el lado marroquí destacaron a la agencia EFE las “excelentes relaciones” que mantienen con España, sabemos que no es así porque lo vivimos en carne propia. Dos minutos son más bien poco, tirando a nada si los comparamos con los 10 minutos que hablaron José Luis Rodríguez Zapatero y Barack Obama cuando el estadounidense asumió la presidencia de su país.

La llamada de Laya y Burita me da a mí que fue más al estilo de la que Zapatero hizo a Bush tras ganar las elecciones en 2004. Todos recordamos que el socialista marcó el número de la Casa Blanca para avisar de que sacaba las tropas españolas de Iraq, en cumplimiento de la promesa electoral que había hecho. Digamos que se dijeron lo que tenían que decirse y hasta luego, Lucas.

La relación hispano-marroquí no atraviesa su mejor momento. Por eso el recado que Marruecos ha enviado a España a través del periódico TelQuel, en el que “fuentes diplomáticas” del país vecino desgranaban entre los temas más importantes en las agendas de ambos países, que incomodan a Rabat, el estatus de Ceuta y Melilla; la suerte que corren los menores extranjeros no acompañados marroquíes en nuestro país; la gestión de la inmigración y, cómo no, el Sahara.

Vemos que hay en esto dos historias nuevas. Durante años Marruecos ha pasado olímpicamente de sus menores y ahora sale con que le preocupa cómo son tratados en España. Oiga, si tan preocupado está, preparamos un barco y los metemos a todos dentro y así usted les da el mimo que, como niños que son, necesitan.

También le interesa en estos momentos el “estatus de Ceuta y Melilla”. ¿A qué se refieren exactamente? ¿A la ficción de la cosoberanía? ¿A nuestra españolidad?

En este sentido, el presidente Eduardo de Castro apelaba el otro día en el Senado a la necesidad de solucionar nuestras diferencias con Marruecos a través de gestiones diplomáticas del Gobierno central (la llamadita de los dos minutos podría ser el primer paso); pero sobre todo apelando a la mediación de la Unión Europea.

Sin embargo, me parece a mí que en Bruselas no se han enterado de cómo se las gasta Marruecos con España.

El pasado lunes la UE retiró a Marruecos de la “lista gris” de paraísos fiscales, en reconocimiento a los esfuerzos que ha hecho Rabat en cuestiones financieras y en materia de fiscalidad.

¿Significa que Marruecos ya no es sospechoso de lavado de dinero procedente de todo el hachís que se cultiva en Ketama?

La UE cree que Rabat cumple en estos momentos con todas las normas fiscales internacionales. Eso, en mi humilde opinión, es un conflicto de intereses parecido al hecho de que Cuba, un país que no ha ratificado el Pacto de Derechos Civiles, Políticos y Económicos, tenga un sillón en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU.

Como lo oyen. No tenemos derecho de reunión; de asociación, libertad de prensa, libertad de expresión y a quien intenta protestar le meten prisión domiciliaria y aun así estamos en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU.

Pues con Marruecos pasa lo mismo. Para nadie es un secreto que el país vecino es uno de los grandes productores mundiales de hachís y la venta de la droga da dividendos que hay que lavar, fregar y cocinar para ponerlos en circulación. ¿Qué le hace pensar a la UE que lo que pasaba el año pasado ya no pasa hoy? No lo sabemos. Lejos de castigar a Rabat por machacar a uno de sus socios miembros, lo premia sacándolo de la lista gris de paraísos fiscales.

La verdad, cuesta entenderlo, sabiendo, como sabemos, que el jefe de la diplomacia europea es el español Josep Borrell.

Si algo hay que reconocerle a Marruecos son sus jugadas diplomáticas. Lleva una racha encadenando éxitos que vieron el clímax con el reconocimiento de EE.UU. a su soberanía sobre el Sahara.

Pero también hay que reconocer que Marruecos va mejor que España en vacunación. Son más pobres que nosotros, pero se vacunan más rápido. Normal que nos miren por encima del hombro.

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