José Ángel Fernández y María Moreno, que son pareja, aprovecharon unos días de vacaciones para practicar el deporte que más les gusta: el senderismo.
Hay sueños que son fáciles de alcanzar. Basta con ponerle voluntad, un poco de ganas, una buena dosis de esfuerzos y mucha ilusión. Y al final, el objetivo logrado, el sueño cumplido y a marcarse un nuevo reto, si cabe algo más complicado.
Esta es la historia de José Ángel Fernández Sánchez y de María Moreno Navas, ambos melillenses y que este pasado fin de semana han logrado su objetivo de alcanzar el techo de la península, los 3.478 metros del Mulhacén.
Ha sido una experiencia, según cuenta José Ángel, “tremendamente satisfactoria”, aunque con el sin sabor de que María no pudo acompañarle hasta esos 3.478 metros y que el tiempo tampoco estuvo de su parte y por tanto no se pudo divisar la costa africana, “que según cuentan se ven en días claros”.
Pero el resto, todo han sido alegrías y “sobre todo, la buena sensación que experimentas al haber alcanzado tu sueño”.
José Ángel es guardia civil y está destinado actualmente en un pueblo de Almería; María cursa sus estudios en Melilla y por tanto, sólo en vacaciones o en algunas días de permiso pueden realizar esta actividad que como confiesa José Ángel, “yo inicié hace ya algún tiempo, durante un campamento que hice cuando tenía 16 años, en Los Pirineos, subiendo al Roviñera de 3.003 metros. Desde entonces, siempre que tengo un hueco, intento subir a alguna cota y en esta aventura ahora me acompaña mi novia”.
Ya han alcanzado algunos picos de cierta altura, caso de La Zagra, en Granada; el Collado García y Tetica de Bacares, ambos en Almería, todos ellos rondando o superando los 2.000 metros. Y con el reto logrado este fin de semana, el más alto hasta ahora, sus aspiraciones apuntan más arriba.
“El próximo, si el tiempo lo permite y también las circunstancias de ambos, será el Teide, el más alto de España, con 3.718 metros”, comenta José Ángel, aunque tiene muy claro que no podrá ser antes del año que viene, cuando los dos coincidan en sus vacaciones y ahorren el dinero necesario para, sobre todo, viajar hasta Tenerife, lo más costoso de este proyecto.
Confiesa que hasta la fecha no ha sido una actividad cara. “El material no es costoso y además lo he ido comprando poco a poco, porque la afición que tengo por la ascensión no es una cosa de ahora, sino que llevo años dándole vueltas y también practicándolo”.
Ya ha pisado picos más bajos, entre ellos el Roviñera, de 3.003 metros en Los Pirineos, “y ahora ha que apuntar más alto y subir el listón”.
También está entre sus proyectos alcanzar el techo de Marruecos, el Toubkal, pico de 4.167 metros, que se encuentra al sudoeste del país vecino, pero este reto quizá tenga que esperar algún tiempo, porque “hay que tomárselo con calma e ir poco a poco”.
Y desde luego, así lo hacen; paso a paso, porque hasta ahora, todas sus ascensiones no han supuesto escaladas, son rutas de senderismo, que hay que tomarse con calma para que el cuerpo se vaya aclimatando. “Y quien sabe, a lo mejor, en una de estas, llegamos hasta el Kilimanjaro, de 5.895 metros y que realmente es una ilusión que tengo desde hace tiempo; pero eso ya son palabras mayores, porque hay que llevar guía y estar mucho más preparado. No podría ser cosa de dos, como ha sido hasta ahora”.
Y en este sueño sigue, sin tirar la toalla pero asumiendo que de llevarse a cabo, será el reto más difícil.
Una ascensión de más de dos horas
El viaje se inició el pasado viernes en Almería, de donde la pareja salió a las 14:00 horas, e invirtió unas tres en llegar a Granada, concretamente al albergue universitario, ya a unos 2.500 metros, donde hicieron noche para tratar de aclimatar el cuerpo a la altitud.
A la mañana siguiente, a primera hora, a las 8:00, se trasladaron en autobús hasta las Posiciones del Veleta, a unos 3.100 metros, para desde allí, ya sí, iniciar la ascensión por las rutas de senderismo existentes “con pistas cómodas y anchas”, hasta el Veleta, donde llegaron alrededor de las 11:00 horas.
Ya en la cima, la pareja disfrutó de las vistas y aprovechó para hacerse la foto con la bandera de Melilla, para acto seguido iniciar el descenso hasta el Refugio de la Carihuela, donde tras una breve parada emprendieron camino hacia el Refugio de la Caldera, que se encuentra a la espalda del Mulhacén, lugar donde pasaron la noche del sábado.
En esta aventura de fin de semana, todavía quedaba la parte más dura y también el objetivo, alcanzar la cima del Mulhacén.
En esta ocasión se lo tomaron con algo más de calma, y en lugar de a primera hora de la mañana, la ascensión se inició el domingo a las 14:30 horas, aunque en esta ocasión el viaje lo realizó solo José Ángel, pues María, según cuenta, “estaba muy cansada y con algunos síntomas del mal de altura, como dolor de cabeza”.
Y según relata José Ángel, hizo bien, porque los 400 metros de ascensión hasta alcanzar la cima “fueron muy duros, con rampas muy empinadas y había momentos que el mal de altura hacía sus efectos y prácticamente ni podía respirar”.
“Pero al final, logré mi meta y alrededor de las 17:00 horas, alcancé la cima, donde pedí a uno de los montañeros que había por allí que me hiciera una foto con la bandera de Melilla para dejar testigo de mi logro”.
El descenso fue mucho más fácil y en él invirtió algo más de media hora, aunque todavía le quedaron ganas, para junto a María, visitar la laguna de la Caldera, donde aprovecharon para refrescarse los pies, “primero porque es un parque natural y por tanto está prohibido bañarse, y segundo porque el agua está lo suficientemente fría para ni siquiera intentarlo”.
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