Dos mujeres marroquíes, madres de niños sirios, malviven fuera de las instalaciones del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla. No les dan acogida porque han nacido en Marruecos aunque están casadas o lo han estado con ciudadanos sirios, han vivido en Siria, vienen de allí huyendo de la guerra y sus hijos tienen nacionalidad siria.
Así lo explicó ayer a El Faro el responsable de la ONG Prodein, José Palazón. También se ha hecho eco Virginia Álvarez, miembro de Amnistía Internacional, que en varios ‘tuits’ publicados ayer denunciaba que había niños sirios expulsados del CETI de Melilla y durmiendo con sus madres a la intemperie.
El Faro contactó ayer con el centro y las fuentes consultadas descartaron pronunciarse hasta estudiar los casos.
No es la primera vez que ocurre. Según Palazón, ya pasó con otra madre marroquí que tuvo que malvivir en las afueras del CETI hasta que su marido, de nacionalidad siria, que estaba en tránsito, llegó a Melilla. Sólo entonces consiguió entrar con sus hijos en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes.
Ahora vuelve a pasar. Una de las mujeres marroquíes afectadas está a la espera de que su esposo, sirio, consiga entrar en Melilla, por lo que cabe pensar que, en cuanto llegue, la acogerán con sus dos hijos sirios (una niña y un niño) en el CETI. Pero la otra lo tiene más complicado.
Una viuda y un niño
Es viuda. Viene huyendo de la guerra de Siria con su hijo de ocho años, que es sirio. Ella es la protagonista de los ‘tuits’ de Amnistía Internacional y de un vídeo que Palazón ha subido a su canal de Vimeo. Lleva tres meses durmiendo con su pequeño en una tienda de campaña frente al CETI de Melilla. Vive de la caridad y cuando el niño enferma, tiene problemas para que le presten asistencia médica.
En opinión de Palazón, los Servicios Sociales de la Ciudad deberían haberse ocupado ya de este caso. “El niño pasa el día jugando a la pelota, sin ir al colegio y cuando está enfermo, hay problemas para que lo atiendan”, comenta el responsable de Prodein.
Desde su ONG consiguieron que la mujer lograra ducharse en una mezquita, pero lleva tres meses malviviendo en una tienda de campaña fuera del CETI.
“Las instituciones, ninguna, ni el Gobierno local ni el nacional, hacen nada. Y esto necesita una solución ya”, concluye Palazón.
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