Categorías: Editorial

Dos guardias civiles y un alborotador

Está vivo gracias a la rápida intervención de dos agentes de la Guardia Civil. Así lo aseguran los médicos que atendieron al pequeño en el Hospital Comarcal.

El bebé, de origen marroquí, había llegado poco antes, sobre las siete de la tarde, al paso fronterizo de Farhana. Lo traía en brazos su madre, que venía pidiendo auxilio. Un guardia civil que vigilaba el paso de los vehículos acudió en su ayuda, comprobó que el niño estaba en mal estado y trató de reanimarlo. Sin más dilación se subió al coche particular de otro agente de la Benemérita que se encontraba fuera de servicio y ambos se dirigieron al Comarcal con el bebé y el padre de éste.
La rápida intervención de los dos guardias civiles evitó la tragedia y aportó otro argumento al merecido título de ‘benemérito’ que sirve para calificar al Cuerpo de Seguridad formado por miles de hombres y mujeres que visten de verde en nuestro país.
La actuación de ambos agentes es un motivo de orgullo para los ciudadanos españoles, como, por el contrario, es causa de sonrojo para los marroquíes contar con individuos como Said Chramti entre sus compatriotas. Ayer, coincidiendo en el día con la ejemplar actuación de los dos guardias civiles, se supo que el conocido alborotador había sido condenado por portar armas e insultar a funcionarios de su país. Según el diario digital Nador City, le ha sido impuesta una pena de un año y medio de cárcel, lo que sin duda es una buena noticia para las personas de bien de ambos lados de la frontera. Individuos como éste no han contribuido en nada a mejorar las relaciones entre España y Marruecos. Su principal interés ha sido siempre tratar de crear tiranteces entre ambos gobiernos y contribuir a tensar aún más la situación cuando se vivían momentos de desencuentro. Todo ello, a costa del interés de sus conciudadanos marroquíes y de los melillenses, que siempre hallaremos más beneficio en la colaboración que en el enfrentamiento sin sentido.
El Gobierno central insiste últimamente en que las relaciones con Marruecos son “extraordinarias”. Sin embargo, aún falta que se produzcan algunos hechos para que los ciudadanos españoles acabemos creyéndolo. Uno de los más esperados a este lado de la frontera es la respuesta de la Justicia marroquí a las muertes de Emin y Pisly. Seis meses después del suceso, los familiares de los dos jóvenes han podido constatar que el sistema judicial de nuestros vecinos es lento hasta la exasperación. Sin embargo, la espera habrá merecido la pena si sirve para aclarar lo sucedido, determinar responsabilidades e imponer los correspondientes castigos si hubiera lugar a ello. Entonces sí que podríamos hablar de “extraordinaria” colaboración marroquí, como, sin duda, respecto a España estarán ahora pregonando a voces los familiares del bebé cuya vida salvaron ayer los dos agentes de la Guardia Civil.

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