El continente europeo se ha convertido en el epicentro del coronavirus y países como Austria, Francia, Portugal, Reino Unido, Alemania o Bélgica han apostado por volver al confinamiento, aunque con matices menos severos que en marzo pasado. En España, Melilla y Asturias han querido hacer lo mismo y el ministro de Sanidad, Salvador Illa, ha dicho que no, que vamos a esperar a ver cómo funcionan las medidas adoptadas y que ya se verá más adelante.
La decisión de Illa no deja ser controvertida. Por una parte, es verdad que aún no podemos constatar los efectos del cierre de los bares en nuestra ciudad y del toque de queda severísimo, desde las diez de la noche. Aceptar un confinamiento total que acreciente los efectos de las medidas adoptadas hace apenas una semana, siendo como son impopulares, es casi lo mismo que aceptar que fueron tomadas en un arrebato de locura sin fundamento médico y ante la presión mediática por el descontrol de la gestión de la pandemia.
Pero por otra parte, mantener los colegios abiertos y permitir las salidas diurnas nos acerca, en nuestro caso, al colapso de la sanidad pública. Hay muchos chistes circulando por ahí que se preguntan si el coronavirus no se pega de día.
Pero los hay también en Melilla que cuestionan la repentina desaparición de la delegada del Gobierno. A Sabrina Moh se la tragó la tierra. En cuanto las cosas se torcieron dejó al superconsejero Mohand solo ante el peligro y si te he visto, no me acuerdo.
El hueco mediático que ha dejado la delegada lo ha ocupado el presidente Eduardo de Castro que lleva dos o tres días saliendo en los informativos nacionales. En medio del tembleque que le ha entrado al PSOE de Melilla, el de Ciudadanos se ha colado como una anguila y se ha hecho con los titulares y las fotos de portada. Los que le echan en cara que ni pincha ni corta no se explican cómo es que los de Gloria Rojas le han puesto la alfombra roja para que ejerza y luzca poder.
¿Debería hacer acto de presencia la delegada? Desde luego. En otras comunidades autónomas sus homólogos se han puesto a disposición de los gobiernos locales para garantizar la limpieza y desinfección, con personal del Ejército, de las residencias de mayores y los centros de día en los que se han registrado brotes de coronavirus. Pero es que, además, son ellos los que presionan a Madrid para que envíe más rastreadores o se mantenga la vigilancia en las carreteras, que en nuestro caso son el puerto y el aeropuerto.
Desaparecer en medio de la hecatombe es una buena táctica para eludir el desgaste político siempre que la gente no se dé cuenta de que te escondes. En estos momentos súperdifíciles que vive Melilla nos gustaría saber qué fue de Sabrina Moh, a qué dedica su tiempo y por qué no aparece.
En la primera ola de la pandemia, la delegada y el superconsejero parecían siameses, pero en cuanto Mohamed Mohand cayó en desgracia, por una más que cuestionable gestión de la pandemia, la socialista puso tierra de por medio y se distanció de su compañero de partido.
Probablemente cree que ella no tiene nada que aportar a la gestión del coronavirus en Melilla. Puede que hasta tenga razón. No la hemos escuchado valorar la decisión del ministro Illa de negar el confinamiento; no sabemos qué piensa del cierre de bares; del toque de queda o del colapso de la UCI. Tampoco nos hacemos una idea de lo que piensa de la tremenda crisis a la que se enfrenta el transporte marítimo en esta ciudad y ni siquiera sabemos si está al tanto de las supuestas condiciones que Marruecos ha puesto a España para reabrir la frontera.
Tan desaparecida está que vamos camino de solicitar al PSOE una foto de Sabrina Moh con un periódico del día para saber que está en Melilla y goza de buena salud. Porque igual la delegada tiene algo, algún pesar, algún mal y por eso anda tan desaparecida. De hecho, no opina en Twitter desde el 19 de octubre. Todo lo que ha subido a sus redes desde esa fecha son retuits que puede hacerlos perfectamente su responsable de prensa. Ese día se posicionó sobre el cáncer de mama, pero no sabemos qué piensa la representante del Gobierno de España en Melilla sobre la tremenda crisis sanitaria que vivimos en esta ciudad.
Ella ha decidido que sólo va a dar la cara para hablar en positivo. Por eso salió a vendernos una inversión bestial en los presupuestos de este año, que se presentaron a las Cortes Generales el pasado 28 de octubre, pero que aún no se han aprobado. Se jacta la delegada de que recibiremos 60,2 millones, o sea, 13 millones más de lo que nos asignó Cristóbal Montoro en 2018. A mí me parece bien y, además, normal. Sería impresentable que en medio de la crisis que estamos viviendo, el Gobierno de PSOE-UP se aliara con Marruecos y nos recortara el presupuesto anual para acabar de asfixiarnos. Más preocupada me deja Sabrina Moh cuando dice que nos han asignado 10 millones para gastos corrientes: o sea, dinero que va a contratación de recursos humanos, agua, luz, alcantarillado o subsidios, entre otros. ¿Eso es más o menos que en 2019? Me quedo con la duda.
La segmentación geográfica no funciona. Compruebe si la geolocalización IP está habilitada en su cuenta…
En la obra pictórica presente en Melilla de escultor y pintor Pepe Gámez (Melilla, 20…
Hoy quisiera invitarlos a reflexionar sobre un asunto que nos interpela, casi en igual medida,…
De Galicia al Mediterráneo Si vemos la imagen de una colonia de percebes (Pollicipes pollicipes)…
Dedicaba el diario El País dos páginas de su publicación dominical del pasado domingo, 4…
Queridísimos; Si algo caracteriza a la señora Díaz Pérez (doña Yolanda, "Yoli", "Yoli O' Trapiño"),…