Los comerciantes de la frontera de Melilla, reunidos bajo las siglas de Acsemel, protagonizaron ayer un cierre simbólico de sus comercios para protestar por el caos del tráfico fronterizo y por el supuesto trato vejatorio que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad dan a sus clientes.
Decimos simbólico, porque han decidido bajar la persiana un viernes, para que la protesta no afecte a su economía. Es un día en el que no hay comercio ‘atípico’ y no se permite el trasiego de porteadores entre Melilla y Marruecos.
No es la primera vez que los empresarios que tienen sus negocios de venta de productos y alimentos al por mayor en la zona de Beni Enzar deciden echar el cierre para reclamar una frontera digna.
Ya lo hicieron antes de constituirse como asociación en el verano de 2014, cuando el delegado del Gobierno, Abdelmalik El Barkani, decidió desviar el tráfico de mercancías hacia Barrio Chino y la bajada de la clientela enmudeció sus cajas registradoras.
Pero entonces eran una veintena de comerciantes y ayer rondaban el centenar. Significa que el cabreo ha ido ganando adeptos a la protesta y, más preocupante aún, que la frontera ha ido a peor en los últimos dos años.
Hace 24 meses, los comerciantes de Acsemel protestaban porque los camiones se quedaban cargados con la mercancía en el puerto de Melilla. Ellos no vendían y, por tanto, apenas tenían que reponer sus almacenes.
Por eso llegaron, incluso, a amenazar con mudarse a Marruecos, si el país vecino les aseguraba una zona franca en el puerto de Beni Enzar donde descargar y vender sus productos. De aquel proyecto nunca más volvimos a saber.
Llama la atención el momento elegido por Acsemel para protestar: el primer viernes de la campaña electoral y un día después de que un policía nacional tuviera que ser operado de urgencia tras verse atropellado por una avalancha de porteadores.
Los comerciantes, que ayer aprovecharon para denunciar excesos policiales en la frontera, lamentaron lo ocurrido al agente herido, pero aclararon que no es culpa suya sino del caos imperante en los pasos fronterizos.
El problema de la frontera es un mal crónico en esta ciudad. La protesta de ayer, evidentemente, busca llamar la atención de los políticos, que son los únicos que pueden hacer algo por mejorar el tráfico fronterizo. Sin embargo, difícilmente podrán hacerlo ahora cuando los que están, siguen en funciones, y los que no están pueden prometer hasta el cielo, pero de ahí a concederlo, hay mucho camino por recorrer.
Cada uno juega sus cartas como buenamente puede. Acsemel ha pegado una coz donde más duele.
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