¿Dónde está la empatía del Gobierno de Melilla?

EL Gobierno de la Ciudad se ha anticipado a Halloween y no sabemos si ha querido hacer gala de un humor perverso, muy poco apropiado en los tiempos que corren, o abiertamente ha optado por amenazarnos a todos en Twitter.

Si quería escandalizarnos, sin dudas, lo consiguió al publicar una imagen del cementerio de La Purísima, acompañada de un mensaje que pretendió ser responsable y terminó siendo ofensivo: “¿Qué tienes que ver para protegerte de #COVID-19?”, nos pregunta con sorna.

Supongo que en un arrebato de falsa creatividad, la persona que hizo el tuit o que ideó la campaña de concienciación, entendió que recordarnos a los 34.752 fallecidos por la pandemia que el coronavirus ha dejado en nuestro país (12 de ellos en Melilla) es una buena manera de hacer campaña a favor del uso responsable de la mascarilla, el lavado continuo de manos y la preservación de la distancia de seguridad.

Visto lo visto, hasta para plagiar hay que tener talento. La Ciudad quiso imitar la publicidad de las cajetillas de tabaco o de Tráfico y terminó vulgarmente empantanada y pasándose tres pueblos. El tuit del Gobierno es una falta de respeto brutal a las familias de las víctimas. ¿Insinúan que quienes están en el cementerio no llevaban mascarilla?

Vayamos por partes. Desde la Ciudad Autónoma nos preguntan qué tenemos que ver para protegernos del coronavirus. Y me tomo la libertad de contestarle: tenemos que ver un Gobierno unido y trabajando para protegernos a todos. Tenemos que ver que nuestros políticos están aquí, junto a nosotros, dando el callo contra la pandemia; tenemos que ver campañas por todas partes animando a usar la mascarilla; tenemos que ver el balance de nuevos contagios los fines de semana; tenemos que ver a alguien dar la cara por la irresponsabilidad mayúscula que fue autorizar la celebración de la Pascua Grande en mitad de una epidemia mundial; tenemos que ver una dimisión ya.

Pero en lugar de eso, vemos a un súperconsejero ponerse del lado de la oposición para recordar que él “abrió la posibilidad” de pedir el confinamiento en Melilla hace 42 días. Y es cierto. Pero obvió que esa decisión no se toma en nuestra ciudad sino en Madrid, porque las competencias sanitarias dependen del Ministerio de Sanidad. Obvió decir también que fue un ministro de su propio partido (PSOE) quien enfrió su agilidad mental y que hasta llamó a la Ciudad para preguntar de quién había sido la idea peregrina de anunciar un estado de alarma sin antes hablarlo con Moncloa.

En efecto, el súperconsejero se anticipó a proponer algo que en ese momento no se le había pasado por la cabeza a ninguna autonomía: cerrar a cal y canto y volver a encerrar a todos los vecinos en las casas, hundiendo más, si eso es posible, la economía local.

No habló en ningún caso de un toque de queda, como el decretado ayer en todo el país para los próximos seis meses y que en nuestra ciudad se ajustará de 22:00 a 6:00 horas.

Sí, Mohamed Mohand se adelantó pidiendo el estado de alarma, después de un agosto sin propuestas y con un CETI donde enfermos y sanos compartían lugares comunes y luego paseaban su contagio por toda Melilla sin que las autoridades sanitarias movieran un solo músculo para evitarlo.

Al súperconsejero le escoció la foto del tripartido donde no hubo cabida para él porque lo que se quiso escenificar es que, al menos en ese momento, había unidad de los tres socios de Gobierno. Tanto le molestó ver las filas prietas, que terminó enrabietado en Twitter. Con su pataleo demostró por qué él no tiene cabida en una imagen pensada para vender coordinación.

Comprendo que Gloria Rojas, que es una mujer acostumbrada a tratar con jóvenes por su perfil de docente en la UGR, entienda y tolere las continuas efervescencias del súperconsejero. El muchacho tiene madera de político, pero, en mi modesta opinión, demasiada ambición y muy mal disimulada. No sabe respetar los tiempos. Este tipo de perfil arrollador termina quemado y apartado en el Senado o en Europa. No sabe que el camino al poder hay que hacerlo en silencio y a la sombra porque hay cosas que para que se den han de andar ocultas.

No lleva ni dos años en primera línea de la política y ya tiene más heridas de guerra y enemigos que Batman y Spiderman juntos. Ese no es el camino. Sólo en geometría la distancia más corta entre dos puntos es la línea recta. En política no funciona así. Esto es una carrera de fondo, donde se premia la constancia, más que la velocidad.

No sabemos si él ha tenido algo que ver con la campaña horrorosa que nos recuerda que este año tendremos una Navidad diferente. Lo será sin dudas, en las casas de las familias que han perdido a los suyos en esta pandemia o en la de quienes se han quedado sin trabajo y aún no han recibido el ingreso mínimo vital que prometió Pablo Iglesias; o en la de los trabajadores en ERTE, que viven la incertidumbre de que cierren sus empresas o en la de los parados que sólo tienen la posibilidad de pasar a buscar comida por el banco de alimentos. Por eso será una Navidad diferente. Gracias, Gobierno de Melilla por levantarnos la moral.

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