Su portada de Facebook con una preciosa estampa de Melilla La Vieja la delata. Es melillense, pero vive y trabaja en Valencia. “Nos acogió de maravilla y aquí me siento muy a gusto”, dice al respecto.
No hace mucho que vivió un éxito rotundo en la ciudad con la publicación de ‘La reina del azúcar’, inspirada en Melilla, y ya ha acabado su tercera novela ‘La rebelión de Penélope’. Totalmente entregada, Dolores García Ruiz cuenta a El Faro en qué se ha basado y cómo se vive fuera de tu tierra.
Este nuevo libro de la escritora melillense está previsto que se ponga a la venta en las librerías desde el próximo 9 de mayo. Antes, el día 24 de este mes será su presentación oficial en Valencia. A la pregunta de si se dejará ver por Melilla firmando ejemplares aseguró que, aunque no esté en sus manos, sueña con ello.
– Acaba de terminar de escribir prácticamente ‘La rebelión de Penélope’, ¿en qué consiste este último trabajo?
–Es una obra que aborda la temática de las adicciones emocionales, de lo difícil que nos resulta a todos romper con una situación establecida aunque nos haga daño. Las adicciones emocionales son muy peligrosas porque nos atan. Nos mantienen en situaciones dañinas y nos perjudican. No somos capaces en muchas ocasiones de resolverlo por nosotros mismos.
Va a ayudar al lector a conocerse a sí mismo y estoy convencida de que muchos lectores y lectoras se van a ver identificados en los personajes principales, Penélope y el inspector Santiago Ramírez.
–El hecho de que lleve al título el nombre de una mujer, Penélope, ¿es porque tratará de forma especial la situación social de la misma?
–Efectivamente. El título en sí es una declaración de intenciones. Penélope, como bien saben los lectores de El Faro, es la esposa de Ulises y de alguna forma esta figura mítica encarna a esa mujer pasiva, que espera pacientemente en casa mientras su marido está haciendo su vida, emprendiendo sus propias aventuras, y ella está confinada, esperando su regreso y solamente vive a través de él.
La protagonista se llama Penélope, pero es algo buscado para que realmente reencarne ese papel sumiso, pero en este caso se va a rebelar. Tomará una drástica decisión, porque fíjate, es una mujer que no le falta de nada. Ella va a indagar en qué es lo que le ocurre y cuando se dé cuenta va a tomar una drástica decisión que de alguna forma la va a llevar también a que se va a encontrar con que no todo el mundo lo va a aceptar.
–Se trata, por tanto, de una novela actual.
–Sí, es una novela actual que, además, está situado en tiempo casi real. Es una historia que le puede suceder a cualquiera de nosotros, en la que muchos, cuando la lean, reconocerán a alguien cercano, incluso en ellos mismos se darán cuenta de que están metidos en esa situación o muy próxima a ella. Cualquiera de nosotros, cualquiera de los lectores podría vivir esta historia.
–¿Cómo fue recabando esa historia, en qué se ha basado?
En cualquier novela siempre hay un trasfondo de vivencias personales y ajenas. En ésta se manifiesta aún más. Hay bastante emociones, situaciones y vivencias que están inspiradas, no son iguales pero son semejantes o parecidas a vivencias personales y a personas cercanas a mí y de otras que he conocido a lo largo de mi vida. De toda esa amalgama de experiencias ha surgido Penélope.
–En ‘La reina del azúcar’ pudimos leer su nostalgia cuando piensa en Melilla, ¿cómo vivió su éxito?
–Para mí ha sido una satisfacción enorme que mis paisanos se hayan volcado leyendo esta novela. Me llegan comentarios de mucha gente que lo ha leído y no pueden ser más cariñosos y más bonito todo lo que me dicen. Me han llegado a saltar las lágrimas, de verdad, con el corazón en la mano.
–¿Cómo se ve Melilla desde fuera, Dolores?
–La óptica es muy diferente si eres melillense o no. Desde la de una persona que no es de Melilla mucho me temo que hay una gran ignorancia e indiferencia, precisamente por eso, por no conocerla. Desde la óptica de una melillense como yo es una mirada de cariño y nostalgia y, desde luego, muchas veces con indignación de que no se reconozca su valor y la belleza que tiene. Melilla necesita darse a conocer y que la gente sepa la joya que tiene en el norte de África y los españoles de la península se la están perdiendo, lamentablemente.
–Pero sí hablan de las vallas.
–Claro, es muy triste y muy parcial. Es como si dijéramos que Nueva York es solamente el Bronx, claro que existe, pero no es toda la ciudad. Efectivamente esa alambrada existe. Como melillense que soy me indignó la declaración de una diputada europea que se escandalizó por el tema de las alambradas de Melilla, cuando ahora las concertinas y, muchísimo peor, los propios soldados están disparando a los pobres refugiados sirios en la zona de Macedonia y de Grecia y ante eso parece que no se escandaliza ningún diputado europeo. En Melilla se les acoge, se les trata dignamente y tienen sus derechos civiles y penales garantizados. Esa imagen de la ciudad como lugar de encarcelamiento me indigna y está muy caduca.
–¿Lo que más añora de Melilla y lugar de inspiración?
–Sus playas, el Parque Hernández, la propia Avenida. Tiene muchos rincones encantadores. El bosquecillo de Rostrogordo es otro de éstos. Hay muchos lugares que recuerdo con cariño.