Opinión

El Dique Sur peatonal vale su peso en oro

En una ciudad como Melilla, invadida por el tráfico rodado y con escasísimos espacios peatonales que permitan al ciudadano pasear, estar con sus hijas e hijos sin miedo a los coches, o simplemente conversar, cada isla peatonal vale su peso en oro y hay cada vez más melillenses dispuestos a defenderla.

Argumentar que se abre al tráfico el Dique Sur por petición ciudadana es querer engañar: no se ha hecho ninguna encuesta al respecto.

¿Han preguntado a las personas que paseaban por el dique si preferirían hacer el paseo en coche? ¿Tiene el gobierno local una visión global de las directrices necesarias para lograr una ciudad más humana y adaptada al cambio climático? No lo parece.

Abrir al tráfico una zona donde el peatón gozaba de libertad y donde no tiene sentido desplazarse en coche, porque no se llega a ninguna parte, nos parece un indicador de una falta de visión global de calidad urbana. ¿Aumentar la libertad del coche y disminuir la del peatón es su concepto de ciudad del siglo XXI? ¿O se abre al tráfico simplemente porque el anterior gobierno lo había cerrado?

El nuevo gobierno sabe por propia experiencia que hay decisiones que es necesario tomar pero que son impopulares en un principio. Tal fue el comienzo de la peatonalización de algunas calles del centro, que hoy día celebran los comercios, el vecindario y en general todos los usuarios del centro. El error estratégico que se comete al ir para atrás en una conquista medioambiental necesaria como fue el cierre al tráfico del Dique Sur es de libro: se pudo cerrar al tráfico sin protesta alguna por cuestiones derivadas de la pandemia y cuando volvemos a la normalidad el nuevo paseo peatonal ya estaba asumido y defendido por la ciudadanía melillense. Cualquier político se daría con un canto en los dientes por poder avanzar en sostenibilidad con tanta facilidad, pero se prefiere atender a no se sabe qué intereses en contra del avance social. Mala estrategia, mala gestión y mala visión de futuro.

Argumentar que se abre al tráfico para facilitar el acceso de personas con movilidad reducida es manipulador y falso. Si ese fuera su objetivo deberían habilitar aparcamientos en la cabecera del dique para estas personas y, además, deberían hacer cumplir la ley de accesibilidad y trabajar en la eliminación de tantísimos obstáculos que frenan la movilidad en nuestra ciudad.

Para la necesaria transición ecológica sólo hay un camino, que pasa por la reducción del tráfico rodado y ése no parece ser el horizonte de la nueva consejería de Seguridad Ciudadana, que fomenta la inseguridad peatonal y el aumento de la contaminación.

Guelaya considera que la emergencia climática, que ya tenemos aquí en este verano achicharrador, nos debe conmover algo más que para firmar acuerdos de lucha contra el cambio climático que se guardan en un cajón. Deberíamos ver cómo nuestros representantes organizan planes a corto, medio y largo plazo para intentar frenar el colapso al que nos enfrentamos.

La política ambiental de la anterior corporación fue nefasta, vimos talar y podar abusivamente los arboles de la ciudad, hundirse el Parque Lobera, aumentar la suciedad y el hormigón, volver la espalda a la movilidad sostenible, a la dependencia energética y generar proyectos faraónicos que ningún sentido común podía admitir.

Desde el punto de vista medioambiental hacerlo mejor que la anterior corporación era fácil, pero la nueva política ambiental no ha empezado bien: apertura al tráfico del dique Sur o empeñarse en recuperar la absurda fuente de la desembocadura del río de Oro en vez de abordar firmemente un ambicioso plan para adaptar la ciudad a la crisis climática cuyas consecuencias ya estamos viviendo.

Es prioritario disminuir el tráfico rodado y los gases de efecto invernadero y poner todo el empeño en el reverdecimiento y la plantación sistemática de arbolado de sombra en todos los barrios de la ciudad , que como queda claro por los últimos editoriales y reportajes de los medios locales, no es ya solo una exigencia de las entidades ecologistas, sino que lo es de toda la ciudadanía, alertada y preocupada por las olas de calor consecutivas del tórrido verano que estamos viviendo y de los que vendrán.

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