Los convocantes afirman que había más de 2.000 personas. Delegación rebaja la cantidad a “entre 1.000 y 1.100”. El número exacto es lo de menos. Lo importante es que la Avenida Juan Carlos I se atestó ayer de personas reclamando soluciones a los problemas de la frontera, que tanta repercusión tienen en la economía melillense.
La manifestación, que concluyó ante la Delegación del Gobierno, fue convocada por la Asociación de Comerciantes de Melilla (Acome), la Asociación de Comerciantes Sectores de Melilla (Acsemel) y la federación de hosteleros. Estas entidades subrayaron que la marcha no tenía color político (aunque acudieron a la misma representantes de CpM, PSOE y Ciudadanos) y lamentaron que la protesta no tuviera el respaldo de la Confederación de Empresarios ni de los sindicatos.
Desde el Gobierno local, aunque han expresado su respeto al derecho a manifestarse, han afirmado que la protesta tiene detrás a los partidos de la oposición.
Desde este artículo no vamos a entrar en quiénes respaldaron o dejaron de respaldar la concentración de ayer. Esa no es la clave. Lo que puede observarse a simple vista es que la frontera no acaba de funcionar, la actividad comercial decae (dar un paseo por el centro significa ver cada vez menos movimiento) y el descontento es cada vez mayor (la alta afluencia de ciudadanos a la manifestación de ayer así lo demuestra).
No cabe duda de que las autoridades españolas tienen la voluntad solucionar los problemas de la frontera. Sin embargo, esa responsabilidad no es sólo de nuestro país, sino que se comparte con Marruecos.
La semana pasada los cierres fueron frecuentes, especialmente en el paso de Barrio Chino, donde las aglomeraciones en el lado marroquí causaron durante varios días seguidos que la Policía Nacional cerrara el paso por la tarde para evitar el riesgo de avalanchas.
Distintos sindicatos policiales han manifestado a este periódico que las fuerzas de seguridad marroquíes no ponen de su parte para establecer un orden que permita un tránsito razonable. Desde la Unión Federal de Policía (UFP), incluso señalaron que no se entiende cómo los gobiernos de ambos países hablan de que las relaciones bilaterales sean positivas cuando existen estos problemas de seguridad en la frontera. Algo que, por otra parte, repercute en la economía local.
Sin diplomacia, la cuestión del tránsito interfronterizo seguirá siendo un quebradero de cabeza.
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