La alegre y blanca Navidad que se anuncia por cada rincón de la ciudad, este año no será para muchos melillenses tan feliz como todos desearíamos. Algunos ciudadanos se encuentran envueltos en conflictos laborales, como los trabajadores de Serramar, que vienen sufriendo reiterados retrasos en el cobro de sus nóminas. La falta de liquidez de la empresa y las pocas posibilidades de que su situación económica cambie en el corto plazo no permiten prever que Serramar empiece el ejercicio de 2014 con los salarios de sus trabajadores al día.
Tampoco son buenas las expectativas para los trabajadores de la COA. Esta empresa, al igual que Serramar, atraviesa por dificultades financieras. El desencuentro con el Gobierno local, su principal valedor, no augura nada bueno. De momento, según afirman sus responsables, la COA se ha quedado sin combustible. Cepsa le reclama el pago de 116.246 euros que le adeuda de los meses de septiembre, octubre, noviembre y diciembre. Afirman que no tienen combustible ni para continuar con las movilizaciones que venían realizando durante 30 minutos cada mediodía. Prefieren reservar el gasoil para continuar prestando el servicio a los ciudadanos. Así lo harán hasta que los depósitos se queden vacíos.
En peor situación están los miles de melillenses que se encuentran sin empleo. Para muchos de ellos la posibilidad de celebrar esta Navidad depende de la solidaridad del resto de ciudadanos cuya ayuda les llega a través de las incansables ONGs. A pesar de ello, el riesgo de pobreza y exclusión social no deja de planear sobre estos hogares.
En relación a este asunto, el líder del principal partido de la oposición, Mustafa Aberchán, anunció ayer que está dispuesto a promover movilizaciones sociales para exigir medidas destinadas a paliar la pobreza. El presidente de CpM reclama iniciativas al Gobierno local, pero no acaba de exponer con claridad las que propone su partido. Desde su posición política en la Asamblea, Aberchán no sólo está en situación de exigir medidas sin necesidad de encrespar más los ánimos de los ciudadanos (a no ser que sólo busque arroparse con la masa social), sino que además tiene la posibilidad (incluso, la obligación) de plantear sus propias soluciones, negociarlas y buscar el apoyo del Ejecutivo o, al menos, del resto de grupos de la oposición.
El año que estamos a punto de dejar atrás ha sido difícil y especialmente duro con las clases más desfavorecidas. Las expectativas para 2014 son algo más halagüeñas, pero depende de todos que éstas finalmente se cumplan. No es suficiente con desear prosperidad en el nuevo año. Hay que trabajar para conseguirla o, en el peor de los casos, no entorpecer el esfuerzo de los demás con planteamientos absurdos y temerarios.