El hombre tendría que haber ingresado en prisión de forma voluntaria el 16 de febrero de este año
El Juzgado de lo Penal número 1 ha dictado una orden de búsqueda y captura para que un militar afincado en nuestra ciudad ingrese en prisión como autor de sendos delitos de maltrato habitual, lesiones en el ámbito familiar y amenazas. Según ha podido saber El Faro a través de fuentes solventes, el juez emitió un auto el 5 de febrero para que, en el caso de que el individuo no ingresase voluntariamente en el centro penitenciario el 16 de ese mes, como ha ocurrido, se decretara su búsqueda y detención. De acuerdo con la sentencia dictada en enero de este año por la Sección Séptima de la Audiencia Provincial de Málaga, con sede en nuestra ciudad, tendrá que cumplir penas que suman dos años y cinco meses de cárcel. El fallo es posterior al recurso de apelación que interpuso el militar ante la resolución dictada en marzo del año pasado por el titular del Penal 1, que lo condenó a seis años de prisión.
Según confirman ambas sentencias, a las que El Faro ha tenido acceso, ha quedado “probado” que el condenado inició una relación sentimental con la víctima en 1995, cuando tenían 17 y 15 años, respectivamente, y que fue en esta época de noviazgo cuando tuvieron lugar los primeros episodios de humillación y desprecio de tipo verbal.
La pareja se casó en 1999 y, de acuerdo con lo expuesto en las resoluciones judiciales, el militar mantuvo hacia la perjudicada una “actitud despótica y de continuo desprecio” durante los doce años que duró el matrimonio.
“Le impedía tener amigos, obligándola a llevar una vida netamente casera a causa de los celos, y la insultaba constantemente con frases como ‘no sirves para nada’, ‘no sirves para trabajar’, ‘mala madre’, ‘no sabes cocinar’, ‘me das asco’ y ‘no sé cómo puedes salir con esas pintas a la calle”, sostuvo el titular del Penal número 1 en la sentencia que dictó, sobre la que la Audiencia Provincial se pronunció diciendo que llegaba a “las mismas conclusiones condenatorias”, aunque modificase la duración de las penas impuestas.
Para los jueces, también ha quedado probado que la víctima ha sufrido amenazas constantes a lo largo de la relación con el militar.
“Si me dejas, te quito de en medio”, “cúbrete la espalda, tú y tu abogado” o “si me tocas la cuenta corriente, te vas a enterar, tu madre llorará antes que la mía”, son algunas de las frases que dijo el individuo a la denunciante.
Humillaciones diarias
Según se recoge en las resoluciones, esta situación se prolongó a lo largo del matrimonio, siendo las humillaciones y los insultos diarios y constantes. Además, el individuo continuó acechando a la víctima incluso después de que se pusiera fin a la relación, acercándose a su casa en repetidas ocasiones.
“La actuación del acusado creó en su esposa un estado de tensión, ansiedad, angustia y temor tan intenso que ella ha sufrido lesiones psicológicas consistentes en trastorno de estrés postraumático y cuadro depresivo”, valoró el titular del Penal número 1, sin que la Audiencia Provincial se pronunciara de forma contraria. Como consecuencia al maltrato continuado que padeció la mujer, actualmente sufre un trastorno depresivo reactivo.
Según el condenado, fue denunciado por “despecho”
El juicio por estos hechos se celebró el 2 de febrero del año pasado en el Juzgado de lo Penal número 1 de Melilla. El entonces acusado sostuvo que nunca escupió ni insultó a su mujer, como recogía la fiscal en su escrito. También negó que hubiera agredido a su exmujer hasta romperle la nariz, como ella denunció, o que la hubiese amenazado de muerte. El militar sostuvo que su divorcio se debió a “un problema de faldas” y que la denuncia fue interpuesta por “despecho”. La perjudicada declaró en la vista detrás de un biombo y relató que presentó la denuncia en 2014, aunque la conducta del procesado era habitual desde que se casaron en 1999. La mujer declaró que en febrero del 14 su ex acudió al despacho del abogado que llevó el divorcio y le “abrió la cabeza”. Según apuntó la mujer, llegó a pesar 32 kilos a causa del maltrato y el individuo solía agarrarla por el cuello.