NO nos aclaramos, queridos todos, el vírico invasor tiene patas arribas nuestras vidas y poco a poco, seguramente, nuestras haciendas.
Esto con ser malo no es lo peor, es muy de lamentar que todos hemos perdido el oremus. Bien es verdad que unos lo han perdido más que otros, bastantes, y así están las cosas como están.
Aclaro enseguida; perder el oremus es una expresión que tiene su origen en la misa en latín anterior al II Concilio Vaticano, acontecimiento de la Iglesia Católica a quienes algunos profesan culto de hiperdulía.
Refleja ese momento de estupor que atenazaba al pueblo fiel cuando el cura (ahora denominado “ministro del culto”), le invitaba a la oración y pillaba a la grey pensando en las musarañas e incapaz de cumplir con la liturgia.
Viene este introito porque merced a nuestro zarrapastroso sistema de enseñanza, ya no hay estudiante capaz de decir de dónde viene la frase.
Resumo ¡oh desgraciadas víctimas de la LOGSE! la expresión significa, para que la entendáis de una vez, perder el juicio, la cordura o la idea de lo que se va a hacer o decir.
En fin, vamos a lo que vamos.
21) Canguro
Mi amigo y maestro don Jorge Hernández Mollar, me ha facilitado esta entrada, cosa que le agradezco, animándole a que prosiga en el empeño.
Los tiempos pre revolucionarios que padecemos traen estas cosas, este marsupial ha sido oteado en el parque del oeste de la capital malacitana.
La verdad es que no sé si englobarlo en el grupo de alimañas, cuyas apariciones son tan frecuentes en estos desgraciados días.
Lo cierto es que no debe ser grato ver saltar al animalito por tierras civilizadas, cuando su hábitat está en las Antípodas y en otros lugares aún poblados de infieles.
Yo me creía que “el canguro” era una persona que cuidaba de los niños por las noches de los fines de semana, mientras los padres iban a divertirse por esos sitios de Dios. Antes de la pandemia, naturalmente.
Como casi siempre, estaba equivocado.
22) Cotorras argentinas
Son un grupo muy desagradable de cotorras que fueron traídas ilegalmente a nuestra Nación, y que se han multiplicado de forma inverosímil por pueblos y ciudades.
En Madrid hay más de 15.000 cotorras invasoras, además de Illa (el de las mascarillas), Simón y otros especímenes de similar catadura.
El problema se debe a la moda de los años ochenta y noventa de comprarlas como animales de compañía, a las cotorras, no a Illa (el de las mascarillas) ni al aventurero Simón.
El ayuntamiento capitalino anunció hace un año un plan para cazar y sacrificar a la mayoría de las mencionadas cotorras.
Después de la lucha que se traen los sufridos moradores de Madrid con la plaga ministerial, no sé si han tenido tiempo de dedicarse a esta caza menor.
Lo cierto es que ahí siguen en Madrid y en muchísimas ciudades.
Yo no sé si son buenas o malas, pero sí sé, como decía Borges de los peronistas, que son incorregibles.
23) Inmunidad de rebaño
El término no puede ser más denigrante, a mí que no me vengan con tonterías. Yo no pertenezco a ningún rebaño y no consiento que se me moteje con tan mortificante término.
¿Es que no hay otro término más apropiado para referirse a la inmunidad colectiva o de grupo frente a una determinada infección, cuando un número suficiente de personas están protegidos frente a ella y actúan como cortafuegos, impidiendo que el coronavirus alcance a los no protegidos?
¿Porqué no se sigue utilizando los términos de “inmunidad colectiva” o “de grupo”?
Observo que estos términos están en franca decadencia y que Illa (el de las mascarillas), o Simón y demás miembros de la tribu, están introduciendo el término bovino, para referirse a los mecanismos defensivos frente al vírico invasor.
Quizás sea que como nos estamos comportando como ovejas llevadas al matadero, los rabadanes ya no disimulan...
En mi dulce rincón del Guadalete, a los rabadanes los denominamos mayorales, quienes cuidan todos los hatos del ganado y manda a los pastores. Pues eso.
24) Mosquitos del Nilo
Que estamos dejados de la mano De Dios por nuestras culpas y pecados es indubitable, a la aparición de alimañas y bestias de similar peligro o agresividad, se une la de estos insectos deletéreos, que debían asolar por aquellos pagos, en vez de venirse a las pacíficas tierras ibéricas.
El virus apareció y nadie sabe cómo fue, en Coria, La Puebla del Río y otros pueblos ribereños del Guadalquivir.
Luego, la plaga se extendió por la provincia de Cádiz, originando la muerte de un pacifico habitante de Puerto Real.
Este mortífero mosquito, transmite la enfermedad a las personas por sus picaduras, causándoles terribles encefalitis, su instinto asesino no respeta ni a los pajarillos, ni a los caballos ni a toda clase de mamíferos.
El Señor nos libre de estos mosquitos y de parecidos con ellos, yo me entiendo. La cosa es que siguen los contagios.
25) Apoyaremos lo que sea bueno
Estúpida frase utilizada por las banderías políticas, cuando es claro que no querrán apoyar nada.
La estupidez es palmaria, ¿es que se puede apoyar lo malo? ¿es que no hay ninguna medida buena, salida de las seseras de las distintas banderías políticas?
¿Entonces a que viene esto? Yo creo que es un acto de hipocresía sublime con el que se encandila al personal y de esa manera disimular la incuria, la molicie, la holgazanería y otras distimias del espíritu que traducidas al común de los mortales significan, no tener ganas de trabajar.
O como decimos por Cádiz, disimular que la mayoría de los “gestores” son más flojos que un muelle de guita.
Que no le falte agua al elefante.
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