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“Hay quien dice tener la solución a todo y crea su partido: es poco humilde”

El candidato al Congreso por el PP de Melilla, Fernando Gutiérrez Díaz de Otazu, asegura que entra en la política por Melilla. Destaca que tiene una deuda de gratitud con los melillenses y está deseando de poner en práctica sus conocimientos porque durante la campaña electoral solo se anuncian medidas y es un hombre de acción.

–¿Qué es lo que sabía de Melilla antes de venir por motivos profesionales?

–Pues antes de venir como comandante general, ya estuve dos años como coronel. Vine por primera vez en mi vida en febrero de 2008. Vine tres o cuatro meses antes porque sabía que iba a incorporarme destinado en junio de 2008 como coronel y estuve un fin de semana. ¿Y qué sabía? Muy pocas cosas. Sabía a efectos militares que Melilla era una guarnición singular. Desde el punto de vista ciudadano, pues poca cosa. Los militares saben mucho de Melilla desde su punto de vista, pero desde el de civil, menos. Sabía que en tiempos remotos hubo una flota pesquera que había dejado de tener operatividad porque Marruecos lo había puesto complicado. También conozco el Desastre de Annual, la Guerra de África, el desembarco de Alhucemas y esas cosas que los militares estudiamos como referencia, pero sobre el índice de escolarización o la situación sanitaria de Melilla, no. En 2008 los problemas de la frontera eran incipientes.

–Desde que se anunció su candidatura al Congreso no ha cesado en decir que desea devolver el cariño recibido de los melillenses. ¿Siente que tiene una deuda con Melilla?

–Con los melillenses ciertamente sí. Me he encontrado una especie de ciudadanía a la que no estaba acostumbrado. La primera impresión que tuve al llegar a Melilla era que en la ciudad había una necesidad experimentada por los ciudadanos de convivir entre ellos dado el ámbito geográfico en el que se vive y los problemas compartidos, independientemente de la cultura, la religión o la ideología política. Es un ámbito reducido en el que hay unos problemas comunes. Hay necesidades sentidas por todos y que todos comparten y todos asumen también como propias.

Cuando me marché de coronel en el año 2010 dije que el impacto que me había quedado de Melilla es que el ciudadano era hecho a la adversidad y crecido ante la adversidad. Se había configurado una sociedad que afrontaba las dificultades de una manera muy llamativa para el ajeno. En la península quizás hay más desinterés por los temas colectivos. Aquí no. Aquí todo el mundo se preocupa de los problemas de todo el mundo. Es mi impresión. Y sí que tengo sentimiento de deuda y de gratitud, no sólo por mi parte, sino por mi hijo que ha estado viviendo aquí durante años.

–¿Recuerda cómo fue el momento en el que le dijo a su familia que se iba a dedicar a la política?

–Pues fue compartida con mi mujer. La propuesta fue que no me voy a dedicar a la política, sino que me han pedido que aporte mi conocimiento, mi experiencia y mi bagaje profesional y personal a una determinada opción política en un determinado escenario geográfico. Si esto me lo hubiesen pedido hacer por la provincia de Palencia o Almería posiblemente hubiera dicho que no. Pero, de los últimos diez años, seis he vivido en Melilla y mi hijo ha estado aquí el periodo de tiempo que yo no he vivido por lo que hemos tenido una vinculación continua con la ciudad. Entonces, cuando el PP me propuso entrar en política, primero en el ámbito local y luego en el ámbito general para defender los intereses de Melilla en el Congreso, mi mujer lo recibió a la vez que yo y ella me apoyó. Ella cree que puedo hacer algo en este ámbito por Melilla y por España. Y yo, modestamente, le seguí la corriente (risas).

–Entra en la política cuando es un sector que no tiene muy buena imagen para los ciudadanos.

–Esa es otra cosa que me lleva a dar este paso. Creo que la política es una actividad noble y digna. No creo que sea una actividad corrupta ni indeseable. Si bien es cierto que en los últimos tiempos, en los últimos cinco o seis años, hemos vivido demostraciones públicas que dan la impresión de que los políticos están buscando su propio lucro personal o buscando como hundir al otro, no solo a nivel político, sino humano. Estoy en contra de las descalificaciones personales. Es una asignatura pendiente que me gustaría introducir en la educación de los españoles: discutir las cuestiones públicas sin fulminar a la persona que tiene un punto de vista distinto al tuyo. Se discuten las cosas con argumentos. Esto lo he aprendido mucho de los anglosajones. Trabajando con ellos en el ámbito militar percibes que separan el asunto a discutir de las personas que presentan las diferentes opciones. Se debate sobre el asunto, no hay por qué estar de acuerdo ni respetar ese punto de vista porque no lo compartes, pero tienes que respetar a la persona.

Leí hace tiempo una descripción de Julián Marías que decía que la visión de la cordillera pirenaica no la tenía ningún hombre, sino que los del norte la ven de una forma y los del sur de otra. De compartir la visión de la misma cordillera se puede conformar una idea mejor de cómo es en su conjunto. Creo que esa es la bondad del debate no sólo político, sino en cualquier realidad.

–En su presentación como candidato aseguró que la política se parece al ámbito militar, pero yo aún tengo dudas sobre ello.

–Desde mi óptica, la política es un servicio a la sociedad en su más amplio espectro. Sé que no tengo la verdad absoluta. Por mi formación, mi carácter, mis antecedentes familiares y por el ámbito social en el que me he desenvuelto tengo una perspectiva de la realidad nacional española que me lleva a estar próximo a los postulados del PP. Yo no creo en un Estado que nos imponga ver su realidad. No creo en eso, sino en que los ciudadanos conforman la realidad de la nación española y por eso me muevo en el ámbito del PP. Pero entiendo que otros piensan que el Estado debe dirigir los designios de todos.

Desde este punto de vista de la milicia, ésta sirve a todos los españoles y los sirve con líderes políticos de izquierda y de derecha y en ambos casos se ha permitido mantener un equilibrio. Para mí la aproximación a la política es ésa. Es aportar mis ideas en el conocimiento de que la nación española es variada, diversa y que hay personas que se sienten felices con una orientación y otra. Hay también personas que tienen dificultades para asumir su condición de españoles. Yo soy de Bilbao y he vivido toda mi vida con el fenómeno del nacionalismo vasco. He tenido ocasiones de manera informal de pronunciarme sobre ello. Y es que hay personas que tienen dificultades para expresar su condición de español y para mí España es un proyecto colectivo que lleva cinco siglos funcionando juntos y que se ha ido construyendo con la aportación de todos. Y así debe de seguir siendo.

–¿Qué tal estos días de campaña?

–Es para mí una actividad muy sorprendente porque nunca lo había hecho. Al inicio de campaña dije que llevaba 62 años sin dedicarme a esto y que no sabía cómo se me iba a dar. Pero he iniciado la actividad con mucha ilusión porque creo que hay muchas cosas que hacer y aportar. Creo que la gente es buena, aunque hay manifestaciones en la política que son un poco controvertidas o hay descalificaciones. Hay personas que preguntan dónde voy a vivir o si voy a recibir determinadas retribuciones, que desconozco. No tengo ni idea de las contraprestaciones. Yo solo trato de servir, como he hecho toda la vida. Los militares somos especialistas en eso, en servir aunque ya no ejerzo de forma activa.

Estoy ansioso por practicar aquellas cosas de las que soy portador por mi bagaje personal en lugar de estar anunciando que es lo que se hace hasta ahora. Yo quiero hacer cosas que es lo que se me da bien, más que anunciar (risas).

–¿Le ha sorprendido algo para bien y algo para mal de esta campaña?

–Para bien me ha sorprendido muchísimo la actividad febril del personal del PP. Está entregado en cuerpo y alma a este proyecto porque están convencidos de que es lo que más le conviente a la sociedad melillense y española. Y para mal, me ha sorprendido algunas reacciones de personas conocidas, es decir, que me acerque a ellas y que ya no vean en mí al Fernando que veían hace dos meses, sino a un opositor o a un rival. Yo tengo una idea de las cosas que presento y ofrezco, pero eso no me impide tomarme dos cañas contigo o charlar contigo. Mucha gente habla del diálogo pero luego consiste en que tú les digas que sí a lo que piensan. Mi concepto del diálogo es otro. Mi mujer dice que soy discutidor más que dialogador, pero quiero creer que esto lo dicen todas las mujeres de sus maridos y que no soy un caso particular (risas).

–El PP ha tenido ‘garantizado’ estos años los escaños, pero en estos comicios hay mucha división del voto. ¿Cómo lo ve?

–Lo veo con una falta de humildad. Creo que la visión de la realidad es diferente según donde te situes. Están los que ven la cordillera pirenaica desde el norte y los que la ven desde el sur. El tratar de ver una infinidad de tipos de cordilleras, es decir, desde miles de ángulos y, además, conformar a través de todas de ellas una imagen hace que sea ineficaz el esfuerzo colectivo. En lo que se refiere a la política hay dos realidades, la influencia del Estado en la vida de los ciudadanos de forma notable o bien la influencia de los ciudadanos en su iniciativa privada para el beneficio de la sociedad. Creo que humildemente me he agrupado a una de ellas. Hay quien dice que no le satisface ninguna de las dos opciones y que el bipartidismo es horroroso. Hay quien dice que tiene la solución a todos los problemas y crea un nuevo partido. Eso me parece muy poco humilde, algo soberbio y muy alejado de la realidad porque somos muy diversos y es verdad que no hay ninguna formación política que dé respuesta a todos los interrogantes de una persona, salvo aquella que funde una persona y de la que sea su único militante porque en el momento que hay dos personas, hay discrepancias. Pero creo que hay que agruparse en los partidos políticos con humildad porque hay que ser consciente de que se hace lo que se puede y hay que arrimar el hombro. Toda esa división del voto es legítima, legal y está respaldada por las leyes, pero es ineficaz y conduce al final del todo a una resolución de los procesos electorales muy confusa porque hay que buscar los pactos.

–Hablando de esos pactos, ¿cómo serán para llegar a la Moncloa?

–Si es necesario pactar con otras fuerzas, pues habrá que acometerlo ciertamente porque será lo que necesite la sociedad. Si hay que negociar, habrá que hacerlo. ¿Con qué fuerzas? Con las que sea posible hacerlo. Pero en cualquier caso me resisto a las grandes frases de España es de izquierdas o de derechas. Creo que España es una nación de gente pacífica, moderada que quiere hacer lo mismo que todos los ciudadanos en todos los países del mundo: trabajar, tener una familia, que los niños reciban una buena educación, tener tiempo libre, ser felices... Eso es transversal y para llegar ahí hay varias formas ideológicas. Creo que aunque hay 47 millones de españoles con 47 millones de formas de ver la realidad hay que agruparse para ser eficaces.

–¿Cuáles son los proyectos que va a defender a nivel nacional para generar empleo?

–La promoción de la iniciativa privada y la búsqueda de nuevas actividades económicas para Melilla. En la ciudad la actividad está muy volcada en la hostelería y el comercio y hay que buscar otros ámbitos. Tenemos un hospital universitario que está en construcción y al que hay que empujar porque va a generar empleo. También tenemos una promoción de centros de educación que hay que continuar incorporando al número de colegios. Hay que promover la actividad turística que propicie la venida de peninsulares. Asimismo, hay que hacer una acción importante para flexibilizar el uso de nuestra común frontera con Marruecos y eso tiene que ser llevado a cabo en la acción exterior con Marruecos. Hay que hacerle entender que su intención indirecta de provocar el desestimiento de España sobre la soberanía nacional de estas plazas (Melilla y Ceuta) a base de estrangularlas no va a suceder porque va a provocar siempre el pronunciamiento activo y efectivo de la nación española en favor de estas plazas. No puede pensar que por desestimiento de España estas plazas van a caer en la órbita marroquí y para eso hay que hablar con ellos, hacerles entender que eso no va a pasar nunca y promover que la frontera tenga un espacio de flujo que permita que esta ciudad se desarrolle con normalidad. En general, la apertura a la iniciativa privada para la búsqueda de nuevos espacios.

–Una de las propuestas del Gobierno local es hacer de Melilla una ciudad universitaria.

–En la UGR hay muchas quejas de la falta de infraestructuras. Por mi situación profesional anterior conozco bien el fenómeno de la escasez de espacio en Melilla. Todo el mundo me planteaba la situación del tercio de Melilla ocupada por interés para la Defensa. Y es que hay una legislación antigua que hay que revisitar. La condición de Melilla como interés para la defensa nacional, a diferencia de lo que sucede en otras partes del territorio, es muy antigua. Se apoya en un decreto de la Segunda República del año 33. Después se ha tratado de acompasar con la legislación del año 1975, pero el origen de nuestra situación está en una legislación bastante antigua. Creo que eso se puede revisitar y hacer accesible más espacio a la iniciativa pública y privada en Melilla.

–En cuanto a infraestructuras, el PP plantea la ampliación del puerto y siempre se habla de ampliar el aeropuerto para facilitar los aterrizajes.

–En relación a lo último, los aviones tienen que hacer un ataque a la pista muy corto sobre el vuelo de Marruecos que hace que los aviones con reactores no puedan venir, sino los de hélices. En la ampliación del aeropuerto hay espacio para acometer la ampliación de la pista en la misma ubicación en la que está. Pero está en una ubicación de norte-sur cuando los vientos son de este a oeste lo cual hace atípico el aterrizaje. Los melillenses conocen muy bien las emociones del aterrizaje en nuestro aeropuerto.

En cuanto al puerto, tiene muchos beneficios colaterales su ampliación, como son sacar infraestructuras incómodas del centro. Además, el puerto es absolutamente necesario para promocionar esa actividad turística de Melilla. Se habla ya mucho de la potencialidad de la visita de cruceros que traigan visitantes y que dejen su apoyo económico. Creo que el puerto es una necesidad básica y aunque ahora está adormilado, aunque hay un proyecto enorme ya realizado, que se ha acometido por la Autoridad Portuaria y que está en las instancias adecuadas de Fomento y que tarde o temprano tendrá que ver la luz. Lo ideal es que sea más temprano que tarde y que se libere también de la pugna política de quien lo propuso o de a quien se le ocurrió. Como dije al inicio de todo, la imagen de la convivencia en Melilla deriva del hecho de los problemas son acuciantes para todos y ahí se soslayan las idologías políticas. Necesitamos un hospital y lo necesitamos todos. Necesitamos infraestructuras, que la frontera tenga el carácter que debe tener... Con la ampliación del puerto pasa igual. No hay que someterlo a la publicidad electoral del momento. Hay un proyecto, acométase porque es importante para los melillenses y para los españoles tener una ciudad en pie de la UE en el norte de África bien atendida y modelo en muchas cosas.

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