Sociedad

Diario de una corona (III)

Me llamo Nora y soy de Melilla. ¡Estoy muy feliz! Porque después de 31 días fuera de casa he vuelto con mi familia.

Estuve hospitalizada por neumonía y por coronavirus ­­–dos semanas en el hospital y dos semanas en la residencia, aislada–.

No pensaba contar mi historia porque no me gusta contar mi vida en las redes sociales ni en medios públicos, pero pensé que igual servía de apoyo a otros enfermos.

Fui haciendo un diario, por aburrimiento básicamente y para pasarlo a mis allegados. Me dije, pues, si sirve mi experiencia para algo, la publicaré.

Viernes 3 de abril

¡Que alegría, por fin me voy!

Viene a verme mi médico y me comenta que me ha tramitado lo de la residencia, me ausculta y me dice que respiro bien, le comento lo de mi flojera y garganta y me manda paracetamol para el dolor, le digo que si me puedo tomar un complemento alimenticio y vitamínico y me dice que sí.

Estoy feliz, pero me siento triste por enterarme del segundo fallecido. Mi más sentido pésame a la familia y que Dios lo tenga en su gloria.

Os sigo contando. Recojo todo, me hago unos snapchat con la señora T, para tenerlos de recuerdo (jajaja), nos intercambiamos cosas, ella me da un coletero muy mono y unos geles que olían súper bien mmm y yo le doy fruta, chocolate y un perfume, luego le doy un gran abrazo. Me dice que ha sido un placer y una alegría haber estado conmigo y conocerme, que no ha podido tener mejor compañera y yo me emociono mucho, lo mismo le dije yo.

Me pongo guantes, mascarillas y bata y le pido a la señora T que me haga una foto con mis cosas de despedida.

Viene la ambulancia, con tres personas más. Salgo. Le doy un gran abrazo de nuevo a la señora T; nos vamos y me dicen que me llevan a mi casa y yo: “Nooooo. Era a la residencia. A mí casa no puedo ir porque puedo poner en riesgo a mi familia”.

Me dice que hay una confusión y se va a trasladar a los otros tres. Mientras, me meten en una habitación muy fea (jaja). Total, al rato lo solucionan. Vuelve la ambulancia y ya no hay nadie. Voy yo sola, como una princesa (jajaja).

El señor de la ambulancia es muy simpático y amable. Me llama la atención un dibujo en la ambulancia de una nena de 6 años que dice: “¡Hola, soy Victoria! Tengo 6 años. Os deseo que os pongáis buenos muy pronto” y dibujos de un sol, unas nubes y árboles. Qué linda la niña, me sacó una sonrisa. Gracias princesa.

Bueno. Vamos a la residencia y está cerrada (Nooo, jajaja), total que, al final, haciendo llamadas, el de la ambulancia se entera de que se entraba por detrás.

Llego y me atiende un grupo de chicas súper simpáticas y mi cuarto es muy grande, pero sin TV. Bueno, todo no se puede pedir (jajaja), no era el Melilla Puerto (jajaja), pero está genial, la verdad.

Le pregunto si me pueden traer cosas y una TV y me dicen que sí. ¡Qué guay ! Comida, chocolate y TV (jajaja).

Bueno. Me ponen la merienda y encima me preguntan que qué quiero y yo: “Genial. En plan cafetería (jajaja)”.

Me pongo a merendar en una especie de sala para mí sola con cristalera.

Al ordenar todo me cansé mucho. Pedí que me tomaran la saturación –oxígeno que entra en mi cuerpo–, ya estoy hecha una experta, después de catorce días en el hospital (jajaja). La saturación está baja (nooooo). Me dicen que me tumbe y repose. Al rato me la vuelven a tomar y ya está bien.

No obstante, me llama el médico para hacerme una serie de preguntas y me dice que repose.

Yo reposo, pero pido la cena (jajaja).Cené todo como una campeona y me fui a dormir; estaba cao. Me tomé mis vitaminas también.

Sábado 4 de abril

Me levanto. Me siento cansada, pero desayuno bien, me tomo mis vitaminas y sigo con mi diario.

Mi padre me comenta que la niña está como yo: muy cansada –puesto que no le hicieron las pruebas deduzco que lo tiene–. Llamo a su pediatra y a mi doctora y les comento y ambos me recomiendan un complemento alimenticio para mi princesa.

Me dispongo a ducharme y me pregunto cómo podré ducharme si es todo diáfano, se saldrá el agua por la puerta. Total, que pongo toallas en la puerta. Resulta que no llegó. Estaba preparado para que el agua saliera por el desagüe, debí haberlo supuesto (jajaja).

Una niña pequeña, vecina de enfrente, me saludó y yo saludando. Qué linda. Me reí con ella.

A las 08:00 horas salí a aplaudir con el personal sanitario –ellas estaban en el otro balcón–.

Domingo 5 de abril

Me levanto. Me toman las constantes. Me llama el médico... Todo bien, aunque aún me siento cansada y tengo dolor de garganta, qué fastidio...

Esta tarde, la pequeña de enfrente volvió a saludarme y pasaron la Policía, Guardia Civil y un camión de limpieza por Álvaro de Bazán y me saludaron (jajaja) me entretuve un ratito.

Por supuesto, hoy hablé con familiares y amigos y la señora T.

¡Otro día menos, vamos!

Lunes 6 de abril

Me levanto algo cansada, me traen el desayuno. Sólo pan, leche y unas galletas – Nooooo–. Menos mal que tenía fruta y yogurt, qué alivio (uff). Me como todo, más lo que yo tengo, y añado un Donnut. Necesito fuerzas para empezar el día (jajaja).

Me ducho y luego decido ponerme al día de lo que pasa en Melilla. En El País y en El Mundo, porque como ya comenté no veo telediario ni redes sociales. Para ello llamo a las tres personas más preparadas que conozco y más objetivas para darme esa información:

Mi padre. No sé qué hace de funcionario en la Delegación del Gobierno. Como mínimo asesor internacional (jajaja) sabe de todo, oye, qué crack.

Elena Cruz. Tampoco sé qué hace de empresaria. Tiene una diplomacia al hablar, unas ideas, parece que estudió protocolo. Yo creo que tiene sangre de la aristocracia, sin duda un buen fichaje de asesora a todos los niveles (jaja)

Dunia Amar. Ciencias políticas y derecho con 24 años. Otra que no sé cómo no la han fichado ya a nivel nacional. Una máquina, vamos (jajaja ).

Señores del gobierno, con estos tres fichajes, en tres meses, se acaba la crisis nacional (jajaja).

Bueno, hoy es un día feliz, porque pregunté y podía meter comida casera y mi amiga Laila me trajo lo que me apetecía. No veas, imaginaos más de dos semanas comiendo comida del hospital y residencia, por fin algo casero.

Macarrones a la boloñesa con queso fundido. Se me hizo agua la boca. Laila, hija mía, no sé cómo unos macarrones pueden estar tan buenos, tenías que haberte dedicado a ser cocinera profesional (jaja). Y unos rulos de pollo que no sé qué llevarían pero son mortales (jajaja).

Total, al comer (uff) me siento súper bien y con más fuerzas, para que veáis la importancia de comer bien (jaja). He rezado normal y no sentada por primera vez después de tantos días (olé), ya me puedo agachar sin axfiarme (jajaja).

Ya por la noche viene la limpiadora a recoger la bolsa de basura. Cuando se la doy se rompe y toda la basura por la habitación (jajaja). Jo, qué desastre macho.

Voy a dormir y, por supuesto, hablo con la señora T; mi nueva vecina del balcón, amigos y familiares.

¡Un día menos!

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