Sociedad

Diario de una corona (II)

Me llamo Nora y soy de Melilla. ¡Estoy muy feliz! Porque después de 31 días fuera de casa he vuelto con mi familia.

Estuve hospitalizada por neumonía y por coronavirus ­­–dos semanas en el hospital y dos semanas en la residencia, aislada–.

No pensaba contar mi historia porque no me gusta contar mi vida en las redes sociales ni en medios públicos, pero pensé que igual servía de apoyo a otros enfermos.

Fui haciendo un diario, por aburrimiento básicamente y para pasarlo a mis allegados. Me dije, pues, si sirve mi experiencia para algo, la publicaré.

Jueves 26 de marzo

Me levanté muy bien, tanto que me quitaron el oxígeno y me duché –días antes también me había duchado, no os creáis (jajaja), pero algo rápido puesto que necesitaba oxígeno–.

Después de ducharme me hice la plancha (jajaja) y me hice fotos de recuerdo ( jajaja).

Llamé a mi princesa y le dije: “Que el coronavirus no afecta a los niños pequeños sólo te va a pasar eso cariño, un pequeño dolor en el pecho y tampoco afecta a las mamás guapas y jóvenes como yo” (jajaja). Yo sola me lo digo todo ( jajaja), pero ella se reía, la pobrecita mía.

El médico vino (él siempre venía todas las mañanas ), me auscultó y me dijo que me veía muy bien que al día siguiente me harían otra analítica y que me veía lista en breve para el alta –¡Genial!–. El problema que yo tenía era que vivo con mi padre y mis hijos, entonces no quería ir a casa para no poner en peligro a mi familia y pregunté si había otra solución, el doctor me dijo que escuchó algo sobre El Hotel Melilla Puerto, pero aún no sabían nada.

Esa noche la pasé regular. Había alguien en la habitación de al lado que se ahogaba y no paraba de llamar (yo rezaba por ella).

Viernes 27 de marzo

Hoy me hicieron la analítica y estaba todo bien.

Se le escapa a un contacto mío, puesto que no veo ni Facebook ni TV, que se murió una mujer de 42 años. Ese día me sentí muy triste por la señora y su familia. Que Dios la tenga en su gloria y le de fuerzas a sus familiares. Fuerza y mis condolencias a la familia.

Deciden pasarme a otra habitación con una mujer, la llamaremos la señora ‘T’ para preservar su intimidad.

Pues bien, cuando llegué la señora T estaba muy deprimida, con oxígeno, débil y con pocos ánimos, lo primero que le dije fue que yo estaba así y mira cómo estoy ahora que me hice la plancha y todo (jaja). Le ofrecí comida que tenía y ella se comenzó a reír mucho, me sentí muy bien al verla feliz.

Estuvimos hablando toda la noche, porque yo entré a su habitación tarde, y nada, intenté cuidarla y ayudarla en todo lo que necesitaba. Ella estaba súper feliz de que estuviera allí. Me dijo que le había dado la vida y yo más feliz de poder hacer feliz, ¿cuánta felicidad, no? (jajaja).

Sábado 28 de marzo

Empiezo a decorar mi mesita (jajaja). A contarle mi vida a la señora T y ella a mí.

Estoy bien, pero sigo con la medicación, es muy fuerte y empiezan los efectos secundarios: mucha sequedad y picor en la boca, siento hinchazón en los labios, pero estaba guapa en plan botox (jajaja), siempre hay que mirar lado positivo. El pecho sigo con la presión, pero bueno, al menos tenía a la señora T y muchas porquerías para picar (jajaja).

Esa tarde también vino la policía y le dije a la señora T de ir a saludar, que verás que subidón –las dos saludando con la corona dentro (jajaja). Nos reímos mucho ya nos sentíamos reinas (jaja).

Domingo 29 de marzo

Me levanto bien, pero con muchos ardores (efecto secundario). Ese día la cocina tuvo un súper detalle con nosotras, nos puso una nota ánimo, la cual decía: “Desde la cocina del Hospital Comarcal os mandamos mucha fuerza y mucho ánimo. Saldremos de está y pronto podremos pasear, salir, abrazar a los familiares, amigos... Estamos con todos vosotros. ¡Ánimo y pronta recuperación!”.

¡Ohh! Muchas gracias, me ánimo un montón, qué lindo.

Ese día, la señora T y yo quedamos que cuando pasara todo esto íbamos a ir al restaurante Caracol, que me encanta (jaja), e íbamos a hacernos un selfie con el lema “unidas por una corona” (jajajaja).

Ese día quedaré con todo el mundo cuando pasará esto para comer: Willy, mmmm, pizza boloñesa; Caracol, mmm, briwats, queso de untar, marrachia (jaja); Brabo, mmm, San Pedro... Posada, mmm, pimientos rellenos; y casas de amigas varias (jatar, jajajaja).

Yo no sé si el coronavirus me iba a dejar efectos secundarios pero sí que igual cogía una diabetes y engordaba un poquito (jajajajajaj). Aunque, bueno, yo siempre como mucho y creo que me conservo bien (jajaja). Yo misma me lo digo todo.

Lunes 30 de marzo

Viene el médico. Le comento lo de los efectos secundarios y me manda un protector de estómago y un paracetamol, por si sintiera molestias, también me comenta que el hotel no está disponible aún. Me dice que me tengo que quedar un par de días más hasta darme una respuesta.

Por tanto, me dispuse a hablar con mi familia esa noche, me dejarían una casa para entrar el miércoles, dado que tenían mañana martes que limpiarla, llevar mi ropa y mi comida (jajaja).

Mi compi aún seguía con oxígeno y tratamiento, pero evolucionando bien. ¡Qué alegría!.

Martes 31 de marzo

Le comunico a mí médico la decisión de irme mañana a una casa que me dejan, me dice que sí, pero antes me manda hacerme una radiografía.

La radiografía tenía un pulmón genial y al otro le quedaba un poco aún, me comenta que es normal, que aunque se me vaya el virus el pulmón suele tardar en cursarse.

Esa noche estaba contenta porque me iba a día siguiente, pero...

Me empecé a marear y dar fiebre, 38º, me pusieron paracetamol en vía y 37’8º y luego subió a 38’5º, así que decidieron ponerme un nolotil. ¿Qué pasaba? Si nunca había hecho falta nolotil, con el paracetamol siempre bajaba, la verdad que me sentí mal por esa noticia.

Esa noche se me fue la fiebre a las dos de la madrugada y me dio mucha hambre (jajaja). Yo intenté aguantar. No quería molestar, porque sabía que había más ingresos y estarían ocupados, pero a las tres ya me mareaba del hambre, así que decidí llamar, me dijeron que no tenían nada para darme de comer a esas horas puesto que la cocina estaba cerrada. ¡Qué horror! Cómo iba a poder dormir (jajaja). Creo que di mucha pena y vino una auxiliar de enfermería –no diré su nombre, pero gracias, gracias–, y me dijo en voz baja: “Shhh. No digas nada. Te he conseguido unas galletas” (jajaja); y yo vi la luz. Nunca pensé que unas galletas María me hicieran tan feliz (jajaja).

Miércoles 01 de abril

No me dejan irme porque tengo fiebre y viene una doctora a verme, puesto que mi médico no trabajaba ese día. Me explora y me dice que lo de la fiebre es por una vía infectada. Nunca me dio tanta alegría tener una infección en mi cuerpo (jajaja). Total, que me comenta que, por precaución, debo quedarme un día más.

Pero esa noche me asusté y decidí que no me iba a ir sola a una casa por si me pasaba algo, entonces vi que estaban tramitando la residencia donde está Polavieja y pensé en solicitarla.

Ya estoy teletranjando y todo. Sin ordenador (jaja), pero haciendo gestiones por teléfono con Sara, Elena y justo siempre ayudándome.

A todo esto, mi compañera sigue evolucionando y ya nos hemos contando nuestra vida entera (jajaja). Señora T, una nueva amiga de por vida.

Jueves 02 de abril

Viene mi doctor, le comento lo de la residencia. Me dice que sí, pero que me dejará un día más por precaución y descartar que no es del virus sino de la vía infectada.

Bueno, me parece buena decisión, porque iba a estar un día más con la Señora T.

Ese día estaba tranquila. Solo me sentía muy cansada y me dolía la garganta; el médico ya me la miró y me dijo que la tenía roja, pero bueno, me duché y me volví hacer la plancha (jajaja), ya que me iba al día siguiente.

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