En la sociedad que me crié desde niño, siempre se celebró el uno de noviembre de una forma muy especial. No había calabazas con velas encendidas ni disfraces. Quien tenía dinero compraba huesos de santo (un dulce especial para este día) y los que éramos de a pié, poníamos mazorcas de maíz tostonero en los balcones para después hacerlos con azúcar y anís. Era el día de las velas encendidas por cada uno de los seres queridos que ya no estaban ni estarían en el hogar.
Hoy recuerdo estos días, pero también me viene a la memoria aquellos ciudadanos melillenses que, tras la llegada de la Covid 19 a nuestra ciudad, ya no están ni estarán. Habrá velas encendidas por ellos y la recitación de la sura del Trono o de Yassin u otras oraciones propias de las diferentes creencias.
Desde mi perspectiva, aunque la mayor parte de la ciudadanía esté vacunada contra esta pandemia, siempre existe la posibilidad de que existan nuevas mutaciones. Y en una tarde como esta, veo la necesidad de que en Melilla, cuando termine de realizarse el nuevo hospital, que es, desde mi punto de vista, lo que los melillenses siempre nos hemos merecido, dejar el Hospital Comarcal como un centro preparado para futuras emergencias que puedan acontecer de esta naturaleza, un centro de urgencias mayor que el ahora existente y un centro de enseñanza de Enfermería.
No sabemos lo que puede suceder en el futuro, pero de lo que sí estamos seguros todos los españoles, es que, en lo tocante a pandemias o epidemias, no podemos tropezar dos veces en la misma piedra. Precisamente por eso, porque quien se va en estos casos ya no regresa. Por lo menos, en el mundo que conocemos... En la otra vida todo puede pasar.
Opino que la escuela de Enfermería debería estar donde hay enfermos reales. Las enfermedades y curas hay que verlas cara a cara. Es algo que no nos lo pueden contar. Y el antiguo edificio de Correos lo dejaría como un centro de Educación para Adultos. Es bonito, céntrico a la vez que está un poco apartado de todo... Lo veo ideal.
En lo que concierne al resto de España, habilitaría todos los aeropuertos que no tienen tráfico y se han hecho simplemente para hacer mordidas del presupuesto de los españoles, como zonas preparadas para servicios de urgencia de futuras pandemias, además de una mayor preocupación por la industria farmacológica. Tenemos que pensar que España tiene la mitad de tráfico aéreo que el Reino Unido y el doble de aeropuertos. Creo que este fenómeno es una vergüenza y una estafa a la ciudadanía. Pero el hombre en sí mismo tiene el poder de transformar las cosas negativas en positivas y creo que ésta sería una de ellas.
Opino que esta sería la mejor conciencia, al margen de la festividad propia del Día de los Difuntos, para que en el futuro se encienda el menor número de velas posibles.