Categorías: Editorial

Después de las operaciones policiales

Mientras los jueces determinan el grado de la presunta implicación de Mohamed Said con el terrorismo islamista, la vida continúa en La Cañada. La operación policial del pasado viernes sirvió para erradicar un supuesto brote de radicalismo, pero no supone que el problema haya desaparecido definitivamente en el barrio. Allí reside un 99,9% de

personas que desea vivir en paz. Así lo manifestó el mismo día de la intervención policial Daniel Conesa, portavoz del Gobierno local. El 0,01% restante puede parecer poco, pero es suficiente para generar inquietud y desasosiego, para desestabilizar el barrio si no se para los pies a ese grupo de individuos no pacíficos.
Las operaciones policiales representan la medida final, pero antes de llegar a ese punto sería necesario diseñar un plan de actuaciones para impedir que el extremismo arraigue en esa zona de Melilla. El desarrollo económico del barrio es una medida de justicia para sus habitantes en la que deben poner el máximo interés y empeño los dirigentes del Gobierno local y central. Sin embargo, no es garantía de que pueda acabar por sí sola con el problema. De hecho, el terrorismo de los asesinos de ETA que ha sufrido España durante décadas surgió en una de las regiones más ricas y prósperas de nuestro país.
La expansión de las ideas extremistas entre la población tiene unos modos que hay que analizar para saberlos contrarrestar. En este caso, internet está teniendo un gran protagonismo. Es tal su importancia que sin su existencia habría sido prácticamente imposible la difusión tan verteginosa de estas proclamas radicales, ni habría sido tanta su penetración en determinados ámbitos sociales ni el éxito en la captación de seguidores. Analizar cómo se mueven estos grupos, saber cuáles son los sectores sociales más proclives a caer en estas tramas... en definitiva, saber cómo contrarrestar a estos individuos con su propias ‘armas’ es imprescindible para hacer innecesarias nuevas operaciones policiales en La Cañada o en cualquier otro barrio de nuestro país.
La esperiencia con los asesinos de ETA nos enseñó que únicamente fue posible derrotar a esa organización terrorista cuando sus acciones criminales perdieron el respaldo social. Sólo entonces los ‘golpes’ policiales contra los etarras comenzaron a ser realmente eficaces porque la banda ya no era capaz de reorganizarse, como venía haciendo durante años.
Si Mohamed Said finalmente es declarado culpable de colaboración terrorista, la operación de los agentes de la Policía Nacional habrá servido para retirar de la calle a un peligroso individuo, pero no podemos olvidarnos de La Cañada  como si nada hubiera sucedido. En ese barrio ocurrió algo muy grave el pasado viernes. Es la tercera vez que sucede este año y aún está por ver qué hacemos y cómo actuamos para intentar que no sea necesario que tenga lugar una nueva intervención polical del mismo estilo.

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