La cercanía de la fiesta del borrego ha intensificado el tráfico de personas y mercancías por las fronteras de Barrio Chino y Beni Enzar. Pero ésta no es la única causa de las avalanchas, empujones y largas colas que están desbordando estos días a los policías nacionales y guardias civiles que vigilan ambos pasos fronterizos.
Los contrabandistas han multiplicado por cinco el precio que pagan a los porteadores por pasar bultos a Marruecos. De ahí la premura que tienen éstos por dar cada vez más viajes y lo nerviosos que se ponen cuando las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad españoles, cumpliendo con su trabajo, les reclaman la documentación.
También cuenta, según fuentes policiales, que Marruecos haya cerrado la frontera con Argelia y que los contrabandistas de esa zona se hayan trasladado a Melilla para buscarse la vida.
En todo caso hay que contar con que la fiesta del borrego está a la vuelta de la esquina y con que no son pocas las personas que quieren pasar por la frontera la mercancía comprada en Melilla para revenderla en Marruecos. Pero del “comercio atípico” a entrar en la ciudad portando cuchillos de grandes dimensiones (decomisados por la Guardia Civil) o amenazar con armas blancas a los propios porteadores, hay un abismo. Lo peor es que ocurre lo de siempre: Los agentes marroquíes ni se inmutan.
El problema del incremento del tráfico fronterizo estriba en que tanto guardias civiles como policías nacionales se han quedado sin su zona de seguridad y tienen que trabajar rodeados de miles de porteadores y transeúntes.
Por eso, no es de extrañar que el lunes pasado se hiciera necesario cerrar la frontera de Beni Enzar para controlar las avalanchas de porteadores o que el pasado jueves un subinspector de Policía resultara herido de un ‘ladrillazo’ lanzado desde ‘tierra de nadie’.
Ayer el propio presidente Juan José Imbroda reclamó a las autoridades españolas que se impliquen más para conseguir que Marruecos despeje la zona neutral.
El delegado del Gobierno, Abdelmalik El Barkani, una vez más dio la cara por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y reclamó que el ‘ladrillazo’ que hirió a un agente de la Policía no quede impune.
No vamos desencaminados. Una ‘tierra de nadie’ despejada, como mínimo, evitará que los agresores se vayan de rositas.