Opinión

Despedida y cierre, por ahora

Llevo ya unos cuantos años aportando mi esfuerzo personal, mi tiempo, el de mi empresa y el de mi familia a la búsqueda de la solución de los problemas y retos que tiene que afrontar nuestra ciudad. Empecé uniéndome a ese movimiento social nacido de un simple ‘wasap’ y que se convirtió posteriormente en la extinta Plataforma de Empresarios que consiguió –por primera vez en la historia de esta ciudad– sacar a la calle a más de 2.000 personas pidiendo una frontera fluida y segura y reclamando un presente y un futuro de Melilla. La pancarta del “Melilla, se muere” no era de la organización, aunque se convirtió en la que más se recuerda y por la que más se nos criticó y la que, finalmente, un veterano político la ha convertido recientemente en un “Melilla está muerta”.

Ante el rechazo a nuestra representatividad decidimos que, si no podíamos cambiar las cosas desde fuera, lo haríamos desde dentro. Y decidimos intentar cambiar el rumbo perdido por algunos de los anteriores dirigentes de la CEME. Primero, conseguimos anular judicialmente la elección como presidente del hoy promotor de Pymes Melilla por ser ilegítima. Luego, tras unas elecciones democráticas, conseguimos que Enrique Alcoba, acompañado de su equipo se pusiera al frente de la representación oficial de los empresarios melillenses. Tardamos dos años, pero lo conseguimos. Ofrecimos desde el primer momento unir a todos los empresarios, pero los que perdieron las elecciones se negaron a integrarse en el equipo ganador y ya sabemos cómo han terminado actuando, al contrario de lo que predicaban antaño. Podrían y deberían haberse unido a nuestros esfuerzos y no intentar dividir a los empresarios. Las puertas de la CEME siguen y seguirán abiertas para todos los empresarios de todos los sectores.

Desde el primer momento nos ofrecimos a colaborar con todas –y en todas– las instituciones públicas a las que podíamos tener acceso. Incluso, pedimos participar en otras en las que nunca habíamos estado representados (el Patronato de Turismo, Fundación Melilla Ciudad Monumental o Proyecto Melilla) y el nombramiento del segundo vocal correspondiente por Ley a los empresarios en el Consejo de la Autoridad Portuaria que antes tenía asignado la desaparecida Cámara de Comercio. Todavía no lo hemos conseguido, pero lo conseguiremos.

Y, desde el primer momento, no hemos dejado un solo día de poner encima de las Mesas o reuniones a las que hemos sido invitados a participar nuestras propuestas de presente y de futuro. Lógicamente, hemos dejada clara nuestra postura sobre el bloqueo unilateral – en un solo sentido– de la aduana comercial en agosto de 2018. Hemos participado muy activamente en la redacción del Plan Estratégico de Melilla recientemente aprobado por la Asamblea, lamentablemente, sin el consenso que siempre hemos pedido a nuestros políticos y sin éxito, como es notorio. Hemos denunciado el elevado coste de los transportes de mercancías y pasajeros y reclamado la solución. Hemos abogado por que se cree una Zona Económica Especial y por la presencia de Melilla en el Comité de las Regiones y se nos otorgue la consideración de Región Ultraperiférica (RUP) o un estatuto similar. Hemos presentado en el Senado de España veintiuna medidas enfocadas a cambiar la estructura económica de nuestra Ciudad– todas ellas “mirando al Norte”– pero sin dejar de luchar por reestablecer el movimiento de mercancías a través de la aduana comercial porque las relaciones comerciales entre dos países fronterizos es lo normal y crea riqueza en ambos lados de la frontera si hay una buena vecindad. Ya solo nos queda por conocer el Plan Integral prometido por el Gobierno y la dotación de fondos extraordinarios que no hemos encontrado en el borrador de los PGE 2023 necesaria para poner en marcha el cambio de estructura económica que requiere Melilla. Me temo los 20 millones anunciados para Ceuta y Melilla y no incluidos estos PGE no van a ser suficientes ni para arrancarlo.

Por otra parte, y ya en nombre propio, públicamente he intentado exponer mis argumentos sobre la no necesidad ni conveniencia de entrar en la Unión Aduanera para ser “más España y más Europa” e intentar sacar del error a muchos que confunden las fronteras del aeropuerto y del puerto –que están para controlar las entradas y salidas de personas – con la aduana del puerto y el aeropuerto que están solo para controlar el paso de mercancías. Las aduanas nunca desparecerán para las mercancías –también para las de origen comunitario– incluso, si entráramos en el Territorio Aduanero Común si no entramos a la vez en el Territorio de aplicación del IVA, tal y como se pretende con buen criterio. En Canarias, aunque muchos sigan sin querer enterarse, se sigue pasando la aduana para los envíos de mercancías comunitarias a/desde la Península.

He intervenido hablando de ‘Melilla’ (mi libro) en el Parlamento andaluz, en la Conferencia sobre el Futuro de Europa, en Puertos del Estado, en la Secretaría General del Transportes y en muchas otras Instituciones, Asociaciones empresariales de nuestro sector y en las reuniones anuales de los presidentes de las 17 Asociaciones Territoriales de la Empresa Familiar y que para 2.024 está previsto (D.m.) se celebre en Melilla.

Desde enero de este año –cómo pasa el tiempo de rápido– empecé mi colaboración en esta columna casi semanal que, generosamente, me ofreció Tania Costa y en la que he podido expresar libremente lo que pienso de muchos temas que afectan a todos los melillenses en unos casos –como el transporte– y, en otros, a muchos sectores económicos que desde hace años tenían como sustento el comercio fronterizo. Nunca he perseguido protagonismo ni interés personal alguno pues ya a estas alturas de mi vida tengo cumplidas casi todas mis aspiraciones entre las que nunca ha estado la de participar en la vida política.

En estos momentos, por motivos personales y profesionales –que no vienen al caso ni quiero detallar– he decido dar un paso atrás y alejarme temporalmente de la presencia pública en los medios de comunicación locales. Antes de despedirme, quiero pedir perdón a quien se haya podido sentir ofendido por mis palabras o mis comentarios en algún momento y tener un recuerdo a mis compañeros del ‘cole’ por sus críticas y comentarios de texto de mis artículos y, en especial, a Julián Rino por darme el nombre para mi columna: ‘AL HUDUD: LA FRONTERA’. He aprendido mucho –con y de ellos– desde hace más de 50 años y espero poder seguir aprendiendo algunos más... Por supuesto, seguiré hablando de mi libro (‘Melilla’) en todos los foros que como empresario o como presidente de la Asociación Andaluza de la Empresa Familiar tenga ocasión de participar mientras me corresponda el honor de seguir en el cargo.

Nunca me gusta cerrar una puerta del todo. Por tanto, lo dejo en un por ahora…

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