Editorial

Desembarco en el Hipódromo

Los bañistas que sobre las dos de la tarde de ayer disfrutaban de un día de sol en la playa del Hipódromo asistieron a un episodio que con toda seguridad no se esperaban. Una embarcación deportiva que había pasado desapercibida entre otras que participaban en una regata alcanzó la orilla y de ella salieron 22 inmigrantes subsaharianos. Estas personas se ocultaban bajo una lona, lo que, junto al hecho de haberse confundido la lancha entre otras embarcaciones deportivas, hizo posible que no fueran avistados con celeridad. Fueron los propios participantes en la regata los que dieron aviso a la Guardia Civil.

También les facilitó la tarea el hecho de ocultarse tras el buque de Trasmediterránea, que acababa de levar anclas. La Delegación del Gobierno confirmó que la lancha en la que marchaban los inmigrantes estaba provista de un motor “potente” y que esta forma de acceso se interpreta como “una maniobra cuidadosamente estudiada por las mafias que trafican con seres humanos”.

Los 22 subsaharianos, entre los que había seis mujeres, llegaron en buen estado de salud a la playa. No obstante, varios de los bañistas que presenciaron la escena se acercaron a ellos y les proporcionaron comida y agua, como algunas de estas personas relataron a El Faro en una crónica que publicamos en esta edición.

El desembarco de este grupo de inmigrantes, quienes ahora se encuentran en el CETI, robó protagonismo a otra llegada a suelo español de personas de origen subsahariano. Ocurrió en la madrugada del jueves al viernes en uno de los islotes aledaños al Peñón de Alhucemas, donde hay una guarnición militar de nuestro país. Al cierre de esta edición, Delegación del Gobierno no había confirmado si se les traería a Melilla o se les devolvería a Marruecos, pero según fuentes consultadas por este diario, todo apuntaba a que los inmigrantes, cuyo número exacto se desconoce, serían trasladados a nuestra ciudad.

De vuelta al episodio ocurrido en la playa del Hipódromo, algunas personas declararon a El Faro lo “impactante” que resultó contemplar la llegada de los inmigrantes. Fue la contraposición de dos mundos: a este lado, personas que disfrutaban de un merecido momento de ocio sobre la arena; al otro lado, personas para las que pisar esa playa supuso el final a un periplo de miseria y peligros.

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