Deseando que dé un portazo

Melilla registró ayer 36 nuevos casos positivos de coronavirus, lo que eleva la cifra total a 303 personas contagiadas en estos momentos en la ciudad. Puede, por increíble que parezca, que alguno de nuestros políticos piense que esto está bajo control, pero no vamos a permitirle que nos engañen.

Estamos jugando en ligas mayores, en la cuerda de los 36 casos de COVID-19 de Castilla-La Mancha o los 39 de Andalucía. Para que nos hagamos una idea, tenemos justo el doble de los casos activos que Asturias (16), pese a que esta autonomía tiene más población que la nuestra (25.000 habitantes más).

No estamos mal. ¡Qué va! Estamos muy mal, pero la gente sigue haciendo vida normal, como si no pasara nada. Seguimos comprando entradas para actividades culturales; seguimos saliendo a correr por el Paseo y seguimos disfrutando de la nueva normalidad pese a que hay 10 personas ingresadas en el hospital y un paciente lucha por su vida en la UCI del Comarcal. No nos damos por enterados de que la pandemia está descontrolada en Melilla. Esto se nos fue de las manos.

Ha pasado una semana desde que el Colegio de Médicos alertó de que las personas contagiadas de la COVID-19 conviven codo con codo con las sanas en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla, haciendo uso de zonas comunes y todavía no han trasladado a los positivos para que hagan una cuarentena como manda el Ministerio de Sanidad, de quien dependemos directamente. He aquí, un motivo más para renunciar a esta tutela. Las comunidades que tienen las competencias sanitarias transferidas se están apañando mejor que nosotros.

¿Alguien sabe dónde está el consejero Mohamed Mohand? En cuanto las cosas se han torcido, se lo ha tragado la tierra. Desapareció de los medios de comunicación de Melilla. No sabemos qué planes tiene para frenar el contagio de coronavirus en la cárcel ni en el CETI. Si no fuera porque presuponemos que es responsable y damos por hecho que está trabajando en su despacho, podríamos interponer una denuncia por desaparición en la Jefatura Superior de Policía.

Por la prensa sabemos que el presidente De Castro ha encontrado un filón abierto y ha cogido las riendas de un caballo desbocado. Es una buena oportunidad para hacerse valer. No está mal si sale bien. Porque como esto no tenga freno y haya que volver a pedir el estado de alarma, su imagen quedará por los suelos. Es arriesgado, pero en la posición tan delicada en la que él está (y en la que estaría cualquier presidente que gobierne con un solo escaño en el Parlamento), era ahora o nunca.

Puede que sea el único político de Ciudadanos que da la cara cuando las cosas se tuercen. Pues nada, que nos ha tocado la Virgen de regalo en el roscón de Reyes. Ha costado encontrarla, pero parece que sí, que traía premio.

Y hablando de Virgen. Qué desangelada estaba la misa de Nuestra Señora de la Victoria este 8 de septiembre. En la foto, faltaba gente y sinceramente no lo entiendo. El tema es complicado porque no se le puede exigir a los miembros de un Gobierno laico, que acudan a una ceremonia religiosa, sea católica, musulmana o judía. Pero cuando un partido político se marca una pella como la que se marcaron los cepemistas este martes una entiende por qué el partido de Mustafa Aberchán no consigue romper su techo de votos. Así no lograrán arrancarle al PP el único diputado por Melilla.

Y después no saben por qué en esta ciudad hay cristianos que se cortarían la mano antes de votar a CpM. El desplante del martes a la patrona de todos los melillenses es de una torpeza política brutal. Eso sí, no nos sorprendieron. Dábamos por hecho que iban a dar la espantada. Lo hacen siempre. La sorpresa la habrían dado si hubieran optado por ser humildes, diversos y tolerantes. Nos habrían dejado a todos tiesos. Y le habrían tapado la boca a todos los que identifican a CpM con una sola cultura de esta ciudad.

No se puede aspirar a gobernar una autonomía multicultural como la nuestra desde el veto a las manifestaciones religiosas de una de las muchas culturas que aquí conviven. Así tendrán que hacerse el harakiri, gobernando en coalición de por vida con quien se tercie, a menos que el impresionante volumen de votantes de esta ciudad que no se moviliza en las elecciones decida obrar el milagro y acudir a las urnas. Y eso no es imposible, pero es muy difícil que ocurra.

En definitiva, que el coronavirus se nos ha colado en Melilla y aquí no vemos que se pongan las pilas ni los políticos, ni los ciudadanos. La vida sigue igual y seguirá igual pese a que sigamos enterrando víctimas de una pandemia que se descontroló en esta ciudad en el mes de agosto. ¿Por qué? A ver si la suerte nos sonríe y Mohand vuelve a entonar el mea culpa, pero esta vez para reconocer que no ha tomado las medidas adecuadas y no ha estado cuando había que estar. A ver si se anima y nos da un portazo.

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