La mayor vigilancia provoca una bajada en la cifra de menores que consigue llegar a la península l Melilla La Vieja y las cuevas sirven de cobijo a adolescentes que huyen de los centros.
El número de menores extranjeros no acompañados (menas) que logra colarse como polizones en los barcos del puerto de Melilla ha descendido en los últimos meses, según el Sindicato Unificado de Policía (UFP). La mayor vigilancia en las instalaciones portuarias de la ciudad autónoma ha tenido como efecto que se intercepte a buena parte de los jóvenes que intenta subir a los buques que zarpan rumbo a la península.
Sin embargo, esta efectividad también ha conllevado que cada vez haya más menores en las escolleras próximas a la antigua estación marítima, Melilla La Vieja y las cuevas de La Alcazaba y Horcas Coloradas.
Desde la UFP afirmaron ayer que la entrada de menores a través de los pasos fronterizos que separan la ciudad autónoma de Marruecos es continua. “Cada día logran saltarse los controles uno o dos”, señaló el secretario de Organización de esta formación, José Guerrero Cámara. Como viene siendo común desde hace tiempo, los niños logran burlar la vigilancia jugando al despiste y aprovechando los momentos en los que se dan mayores aglomeraciones para entrar sin ser vistos.
Una vez en Melilla, acuden a los centros de acogida que gestiona la Ciudad Autónoma. Después de un par de días, buena parte de estos jóvenes decide abandonarlos para probar suerte e intentar subirse a algún barco que zarpe rumbo a la península.
Vida en las cuevas
Al haber un mayor control en el puerto comercial, cada vez son menos los que logran su objetivo, aunque todavía hay quien lo consigue, según la UFP. Desde el sindicato explicaron que el derribo de la vieja estación marítima, zona en la que actualmente se están haciendo obras para instalar la nueva pasarela, ha provocado que los jóvenes tengan menos espacios en los que ocultarse de la Guardia Civil.
Mientras llega el momento de intentar colarse en los buques, pasan el tiempo por los alrededores del puerto. Melilla La Vieja suele ser uno de los principales puntos donde se ocultan, aunque en las últimas semanas también han recuperado la costumbre de esconderse en los acantilados de La Alcazaba y Horcas Coloradas.
Hay que recordar que el verano pasado la Ciudad Autónoma decidió instalar una malla metálica sobre algunas de las cuevas, tanto para evitar el acceso de la menas como posibles desprendimientos de piedras que cayeran en la playa. Casi un año después, en varias partes de esta estructura se aprecia claramente que alguien la ha cortado para lograr acceder. Asimismo, a pie de playa hay numerosos enseres, como mantas, zapatos y abrigos.
La UFP señaló en la jornada de ayer que es muy difícil sacar a los menores de esta zona. “Algunas cuevas son laberínticas y tiene varias decenas de metros de profundidad. La única forma de interceptar a los menores que se esconden allí es cuando salen. Por la noche suelen ir a dormir, pero es imposible localizarlos en la oscuridad”, subrayó Guerrero.
Asimismo, explicó que estos jóvenes suelen buscar cuevas que tienen varias salidas para así salir huyendo si alguien entra a buscarlos.
Por otro lado, recalcó que también hay jóvenes durmiendo en las obras del nuevo Centro Tecnológico e incluso en el Parque Hernández. En esta zona verde, se han detectado menas en el edificio de la antigua sala de lectura infantil, que se encuentra tapiada. En la otra cara de la moneda, el número de menas se ha reducido en la zona de las fuertes, donde hay más seguridad desde que comenzaron las obras de remozado.
El sindicato considera que el problema no se resolverá hasta que Marruecos no ponga de su parte. En este sentido, Guerrero recalcó que cada día se localiza a un buen número de menores para su puesta a disposición de la Ciudad Autónoma. Sin embargo, se escapan de los centros de acogida a los pocos días de su ingreso. “Hasta que el país vecino no tome cartas en el asunto y considere este problema en serio, no habrá medidas que valgan”, concluyó Guerrero.