Opinión

Decepción y desánimo entre socialistas de Melilla

Este sábado los socialistas de Melilla se reunieron en la sede del partido para elegir a los representantes al Congreso Federal que podrán votar al candidato de Izquierda Socialista. De 250 militantes que tiene el PSOE en esta ciudad sólo acudieron 17, lo que significa que ni siquiera estuvo allí la Ejecutiva al completo.

Con que hubieran ido todos los que hoy cobran una nómina en el Gobierno, nombrados por el PSOE, se habría quedado pequeña la sede. Pero por allí no aparecieron. Daba lástima ver a Gloria Rojas y a Sabrina Moh, empujando solas, a pulmón, un carro parado.

Preguntamos entre las filas socialistas, qué le pasa a la tropa y la gente lo achaca al desánimo tan grande que está provocando entre la militancia la acción de Gobierno. Quienes llevaban años esperando a que llegara este momento, no sólo confiesan que esperaban más: directamente hablan de decepción.

Hay otros más moderados que creen que la suerte no les ha acompañado porque la pandemia del coronavirus les ha impedido lucirse. Bueno…

Tanto unos como otros creen que la desmotivación viene, principalmente, porque los socialistas en el Gobierno no cuentan con las bases y ni siquiera las reúnen. No les convence la explicación dada por el partido, atribuyendo a la pandemia dos años sin asambleas de militantes. Los decepcionados con al Ejecutiva de Rojas creen que si hubiera habido ganas de reunir a las bases, los encuentros se habrían organizado por videoconferencia, como se ha hecho en la mayoría de ciudades de España.

Como hemos comentado alguna vez, lo de gobernar no es tan fácil como parece desde la oposición. Es mucho más complicado que soltar promesas en un mitin o publicarlas en el programa electoral. Hay que cumplirlas y para cumplirlas siempre hace falta dinero. Y eso es justo lo que no alcanza.

Si no que se lo pregunten al tripartito que desde que está en el Gobierno ha tenido que pedir dos préstamos el año pasado: uno de 11 millones a devolver en siete años y otro de 12,7 millones, a devolver antes de que termine la legislatura.

Pero no ha sido suficiente. Este martes, llegará al pleno ordinario otra propuesta de préstamo de 45,6 millones a pagar saldar en cinco años. Vamos, un regalito para el próximo Gobierno. Y nadie dice que será el último crédito que se pida, pero tampoco está claro que sea fácil pedirlo más adelante.

La pandemia no ha terminado y el Gobierno de Pedro Sánchez ya avisó que el año que viene no habrá fondos Covid y tampoco se podrá superar el techo de gasto del 0,6% frente al 1,1% concedido este año.

Comunidades muy endeudadas no lo tienen tan fácil para pedir créditos, pero gracias a la herencia recibida en Melilla no tenemos que hablar hoy, al menos de momento, de subir impuestos o tener que pensar en recortes presupuestarios como los tijeretazos que se metieron en la península durante la crisis de 2008.

En todo caso, lo importante es rendir cuentas con los votantes. Cuando prometes que vas a hacer algo y no lo haces, lo mejor es explicar por qué no se ha hecho. Porque si prometes una auditoría y te cuesta, por poner un ejemplo, 80.000 euros, te lo piensas dos veces. En fin, que gobernar no es coser y cantar como muchos creían.

De ahí, el desánimo que se palpa no sólo en las filas socialistas, sino en general, en casi todas las formaciones políticas de esta ciudad. Y eso repercute en la desafección de los ciudadanos por la política. La gente está harta de que le monten una película que nunca tiene final feliz; de que le intenten ocultar lo que todo el mundo sabe.

Los socialistas de Melilla no han cerrado aún la fecha para la celebración de su Congreso. Hay rumores de que hay ganas de echarle un pulso a Rojas, pero no hay nada concreto. Esto apunta más bien a que ella o quien sea, saldrá con un porcentaje testimonial, como el de la asistencia a la reunión del sábado en la sede socialista. Los de siempre, los incondicionales y poco más. El problema es que con la moral por los suelos no se ganan elecciones (municipales).

Pero esto no le pasa sólo a Rojas. Gobernar desgasta y los líderes autonómicos están sufriendo el hundimiento de Sánchez, que está penalizando, sobre todo, a los sanchistas. Incluso socialistas que ganaron elecciones en 2019 y no pudieron gobernar están siendo cuestionados en sus territorios por el bando contrario. Pues imagínense lo que pasa en Melilla, que desde fuera parece un reino de taifas y quienes están dentro confirman que lo es.

Aprovecho en todo caso para disculparme con los socialistas que se han sentido heridos cuando he cargado las tintas sobre las siglas más que sobre las personas. Melillenses a los que admiro me han trasladado su malestar y reconozco que a veces me ciega la pasión latina y me creo que todo el monte es orégano. Mis disculpas, por tanto, para todos los que creen en el PSOE y se han podido sentir heridos con mis artículos.

Me duele que los líderes socialistas nieguen la dictadura cubana, pero quiero pensar que no todos los socialistas apoyan esa postura. También entiendo que cuando se milita en un partido, lo mejor es no meterle el dedo en el ojo a los tuyos días sí y día también. Si no te gusta, siempre estás a tiempo de marcarte un Toni Cantó.

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