La actual viceconsejera de la Mujer de la Ciudad Autónoma habla en ‘El Faro’ sobre violencia de género y las mejores medidas para prevenir y paliar esta lacra de la sociedad
Mercedes Espinosa, viceconsejera de la Mujer desde mayo de 2003, es “ante todo feminista”. Su ideología marca su labor como gestora política al frente de un área relativamente nueva que, cada día, despliega más recursos para conseguir la plena igualdad entre hombres y mujeres: Una meta todavía difícil de alcanzar y especialmente costosa en una sociedad tan particular y singular como la melillense. A pesar de ello, poco a poco se consiguen nuevos logros. De todo ello y de la terrible lacra de la violencia de género nos habla, en la presente entrevista, la viceconsejera de la Mujer, Mercedes Espinosa.
-¿Es la violencia de género un fenómeno nuevo o, por el contrario, lo único novedoso es que ahora sí que trasciende social y colectivamente?
-La violencia de género ha existido desde que existe la humanidad, porque lo que se construye es un mundo eminentemente masculino en función de quien tiene una mayor fuerza física. Se impone la concepción androcéntrica y todo gira en torno al hombre. Son muchos siglos de patriarcado y de construcción de la realidad en base a lo que el hombre quiere. El problema del hombre es que no se define por sí mismo sino en relación a la capacidad de sometimiento de otro ser, que es la mujer, y es por esto que muchos estén digiriendo tan mal los avances de las mujeres. Parece que se están incrementando incluso los fallecimientos de mujeres por violencia de género. Siempre ha existido esa violencia pero ahora es cuando se está visibilizando sobre todo gracias al movimiento feminista y a una concepción muy acertada y esgrimida por las feministas en la que se defiende que lo privado es político.
-¿Cuál es la mejor arma para luchar contra la violencia de género?
-La información, la información siempre es poder y las mujeres deben estar preparadas porque nadie está ajeno a la desgracia. Una mujer preparada que sufra malos tratos seguro que tiene más posibilidades de salir adelante. Cuando una mujer dice que ya trabaja en su casa y que no necesita formación, comete un error, porque nadie sabe que le puede pasar en la vida y hay que estar preparadas siempre.
-¿Está satisfecha de los recursos desplegados por la Viceconsejería de la Mujer para combatir la lacra de la violencia de género?
-Relativamente, si contáramos con más medios y más recursos sería mejor. Esta es una Viceconsejería que se está haciendo, es muy nueva y creo que, con el tiempo, tanto si soy yo como otra persona quien esté al frente, los recursos siempre deben ir a más. La problemática en general de la mujer en Melilla es muy grande y este área tiene que coger cada vez más fuerza, no digo en detrimento de otras áreas de gobierno, pero la mujer lo demanda así. En todas las actividades que organizamos intentamos que las participantes valoren a la Viceconsejería y una de las cosas que nos dicen es que están contentas pero que si tuviéramos más recursos se podrían hacer más cosas que se echan en falta.
-¿Melilla tiene una casuística diferente en relación con el resto de España en lo relativo a la problemática de la mujer?
-Que duda cabe que por razones geográficas, por la proximidad con otro país, trabajamos con mujeres que no tienen el mismo perfil que el predominante en el resto de España. Pero no es cuestión de subrayar cuál es el perfil del maltratador o si se da más en una cultura que en otra. Como dice el refrán, al perro flaco todo se le vuelven pulgas y, claro, aquellos colectivos de mujeres que tienen problemas en otros ámbitos sufren un caldo de cultivo en el que resulta más difícil encontrar soluciones. Una mujer que no tiene recursos ni formación y encima tiene el problema del idioma, tiene muchas papeletas para sufrir mayores dificultades. Es preciso que tengamos en cuenta a todas las mujeres maltratadas que tenemos en Melilla, incluyendo aquellas que provienen del reino de Marruecos, que tienen problemas de documentación, que se encuentran en Melilla, y que son mujeres que sufren un maltrato. Si vienen aquí, nosotros no preguntamos si tienen o no documentación, lo que vemos es una mujer que está sufriendo y a la que hay que ayudar para resolver su situación.
-¿Podemos decir que el perfil de la maltratada en Melilla es en su mayoría una mujer de origen bereber y confesión musulmana?
-Esa pregunta no es fácil contestarla, porque nosotros pretendemos cambiar mentalidades. Aunque hay unas cifras que nosotros manejamos, no queremos que se provoque un efecto contrario que promueva un choque entre culturas o que simplifique nuestra realidad en que las mujeres de una cultura determinada son más maltratadas que las de otras comunidades. Por esto, prefiero no establecer un perfil, porque sería muy injusto que se generalizara. Si es verdad que las víctimas en su mayoría tienen menos formación y proceden de clases con menos capacidad económica. Es lo que decía antes, al perro flaco todo se le vuelven pulgas. Muchas veces es difícil saber incluso que decirles para animarlas, porque todo lo tienen en contra. Pero también se van resolviendo casos y nos da mucha satisfacción. Ha habido mujeres con todo en contra, incluso el problema de la documentación, y han salido adelante. Esto es muy gratificante, sino sería horroroso.
-¿Es partidaria de poner al agresor en el paredón público y publicar las sentencias condenatorias?
-No estaría mal publicar las condenas. Sobre todo, creo que es necesario que se estigmatice socialmente al agresor y se establezcan nuevas estrategias para luchar contra el maltrato a las mujeres. En algunos países no es precisamente la víctima la que va a una casa de acogida. En nuestro sistema podemos incurrir en una doble victimización, porque es la mujer y sus hijos los que abandonan su casa, su entorno. Se hace porque hay un peligro inminente para su vida, pero quizás tengamos que desarrollar nuevas estrategias que sean mucho más operativas y que sobre todo no produzcan una doble victimización de la mujer. Otro aspecto es la cantidad de requisitos que se piden para concederle una ayuda, con lo que se las marea burocrática y administrativamente, lo que para mí es un segundo maltrato. Por eso animo a las mujeres a que vengan a la Viceconsejería, porque aquí, con el personal del programa Equal, son treinta los técnicos que tenemos y que pueden ayudar para que esas mujeres no den palos de ciego.
-Se considera feminista y sí es así cómo casa esto con pertenecer a un partido más conservador como el PP?
-Yo me considero feminista antes que nada. Respecto del PP, hay que tener en cuenta que los partidos están cambiando y que no es lo mismo el Partido Popular actual que la antigua Alianza Popular. La mujer actual del PP no tiene nada que ver con la que hace treinta años militaba en AP. Los partidos políticos todos han sido diseñados por hombres y prácticamente todos los que actualmente existen en el panorama nacional se están planteando que la mujer participe en mayor medida en la toma de decisiones, pero todavía no se ha conseguido esa plena igualdad en ninguno de los partidos, salvo alguno que haya salido de claro corte feminista. Hay que dar un vuelco a esos partidos diseñados por hombres y para hombres y conseguir que la mujer esté realmente en la toma de decisiones, sin necesidad de repetir los mecanismos masculinos. Podemos aprovechar todas las habilidades que históricamente han desplegado las mujeres para hacer política de otra manera. En este sentido, es muy interesante que haya feministas en todos los partidos políticos hasta conseguir cambiar la actual situación. Desde ese punto de vista, yo estoy en el PP y hasta el momento nunca he tenido problemas. Los problemas surgen casi siempre por falta de información. Cuando se explica lo que pretende el movimiento feminista muchas personas se sorprenden, porque piensan que el feminismo es sólo la antítesis del machismo.
-¿Le resulta inconcebible ser mujer en la actualidad y no ser feminista?
-Es que nos queda tanto por hacer que no concibo que una mujer se quede de brazos cruzados ante tanta desigualdad. Aunque nosotras estemos disfrutando de unas cotas de libertad impensables para nuestras abuelas, hay muchas otras mujeres en estos momentos que están en situaciones tan diferentes que no podemos quedarnos con los brazos cruzados. A mí no mes indiferente lo que le pase al resto. Hay que tener también una conciencia de clase, ser solidaria y pensar que si tuviéramos un problema, porque nadie está libre de desgracias, querríamos tener un apoyo y un respaldo. El feminismo es un movimiento totalmente liberador que no excluye al hombre, al contrario necesita del hombre porque va a permitir que seamos iguales en oportunidades para poder ser distintos.
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