Según el calendario electoral, a Coalición por Melilla no le queda mucho margen para presentar su impugnación contra los resultados de las Generales del pasado 28 de abril. Tras la proclamación de los candidatos en el día de ayer, el plazo de tres días se agota mañana jueves.
Queda poco para deshojar la margarita y saber finalmente qué decisión tomarán los cepemistas, curtidos en esto de impugnar elecciones. Ya lo hicieron con las municipales de 2007, 2011 y 2015, siempre sin éxito y siempre también con argumentos muy parecidos a los que vienen esgrimiendo para poner en tela de juicio los últimos resultados en los que el PP melillense ha vuelto a resultar ganador.
Los cepemistas alegan una vez más que se manipuló y compró el voto por correo, que había sobres con una tonalidad distinta y –esto sí es nuevo- que la oficina de empadronamiento dio de baja, a un mes de los comicios, a 1.067 residentes que, por tal motivo, salieron del censo electoral.
Para Coalición por Melilla, según declaraciones de su presidente Mustafa Aberchán, el PP es el responsable y el beneficiado de todo lo anterior; y CpM la gran perjudicada.
De no haberse sucedido las supuestas “irregularidades”, parece convencido de que él mismo habría adelantado tanto al PP como al PSOE local proclamándose victorioso.
De hecho, en declaraciones al Diario ‘El Mundo’, no sólo se lamentaba amargamente de su, para él, injusta derrota, sino que comentaba que de haber salido electo podría haber otorgado a Pedro Sánchez el escaño “que le falta para sumar mayoría y no necesitar a los que quieren romper España”.
Realmente, y considerando que, cuando se pronunció así, ya se conocían los resultados, me resulta difícil saber qué cuentas hizo para, ya derrotado, creerse que podía jugar a ser la pieza clave del nuevo hemiciclo. Pero, en todo caso, lo que sí hizo fue desvelar su sueño, de ser, al fin y a la postre, el diputado crucial que salvara a Sánchez de los “independentistas” y le asegurara la estabilidad necesaria en los próximos cuatro años.
Lejos de sus particulares anhelos y de lo dificultoso que resulta interpretar a Mustafa Aberchán –las más de las veces sus afirmaciones literales contradicen el contexto de lo que quiere decir-, lo que sí queda claro es que está dispuesto a enmarañar las elecciones pasadas y las venideras.
Sus argumentos no dejan de ser peculiares. Según dijo el pasado lunes, los resultados iban “en una dirección en las urnas y, en otra, con el voto por correo”. Y de nuevo, otra incógnita, porque cómo sabe Aberchán cuál era el sentido del voto por correo si los sobres se meten en las urnas mezclándose con el resto antes de iniciarse el recuento y sin que, por tanto, haya forma humana de distinguir qué sobres corresponden al voto presencial y cuáles al voto por correspondencia.
Al parecer, no debe cuadrarle que en mesas donde él obtenía mayoría de sufragios su victoria no fuera absoluta, lo que achaca al voto por correo que pudo llegar a la misma mesa y que, da por hecho, fue un voto comprado por el PP. Quizás por eso diga que hay qué investigar de “dónde y cómo” llegó el susodicho voto postal. Es decir, que lo que quiere es que se investigue a quienes votaron mediante sufragio por correspondencia.
Está claro: a Aberchán en el fondo le traiciona su subconsciente y no le cuadra que no le voten allí donde tienen que apoyarle, según sus cálculos, al cien por cien. Y a partir de ahí hace sus componendas, eso sí con un previo de traca como el vídeo trampa a los populares, que ahora esgrime como prueba principal de sus acusaciones.
Del vídeo en cuestión ya hablé en otro artículo que no voy a repetir, pero como ya señalé, en m opinión la grabación por sí misma no prueba lo que pretende Aberchán, como tampoco es una regla de tres que los dados de baja en el padrón sean, como él dice, “rifeños próximos a CpM”.
En realidad, ha pertrechado su historia, su halo de victimismo que exhibió con mayor virulencia cuando la no proclamación inicial de su candidatura a las próximas municipales.
Vueltas a lo mismo, sin un mínimo de autocrítica y mucho empeño en ensuciar todos los procesos electorales, impugnación tras impugnación y convocatoria tras convocatoria. Mal harán el resto de candidatos, y especialmente los del PP, si entran en su juego, en detrimento de mensajes más positivos como los que merece esta campaña electoral en beneficio de Melilla y todos los melillenses.
Sea como fuere, habría que preguntarse porqué la airada CpM no ha hecho ya uso de los reclamaciones y recursos previos a la proclamación de candidatos por Melilla si tan segura está de que hubo “pucherazo” el 28A. Un detalle a todo juicio importante a la hora de augurar algún éxito a su nueva impugnación.
En todo caso, lo que no se puede obviar en toda esta historia es que el condenado por compra de votos no es ningún miembro del PP sino el propio Aberchán. Si bien, como recurrió la sentencia, hoy por hoy su condena no es firme.
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