Lo decimos en nuestro editorial de hoy y lo comparto plenamente porque es difícil opinar otra cosa. La reacción ayer de Imbroda es lógica, ante la dificultad de admitir por segunda vez consecutiva que un mismo partido se empeñe en no aceptar los resultados electorales.
Enrocada como siempre en su postura de matar al mensajero, de criticar a la prensa su forma de trasmitir la noticia, de acusar de mentir a los periódicos y medios de comunicación en general, los cepemistas demuestran una vez más su nula capacidad de autocrítica y se ensañan contra una mayoría que, al igual que la mayoría que votó al PP, analiza nuestra realidad de forma bien distinta.
Lo escribí ayer pero no sobra repetirlo: Es temerario, aventurero y muy arriesgado volver a impugnar unas elecciones con los mismos argumentos que en 2007 y como entonces sin pruebas válidas que permitan fundamentar lo que se sostiene.
CpM se ha empeñado en ignorar su imputación formal y judicial en un presunto fraude electoral del voto por correo a cambio de promesas de trabajo en los Planes de Empleo de la Delegación del Gobierno. A pesar de ello, insiste en acusar al PP de ser este partido el que manipula y compra los votos de los parados y capas más desfavorecidas de la sociedad melillense. No es de extrañar, como decimos, que el presidente de la Ciudad reaccionara ayer del modo en que lo hizo.
Indudablemente, la emplazada en toda esta historia a partir de ahora es la Justicia. Una vez más la extrema judicialización de la vida política como saco en el que arrojar frustraciones, derrotas no admitidas y expectativas truncadas por el peso aplastante de las urnas.
No obstante, en la sentencia de 2007, mediante la que el mismo tribunal ahora emplazado, el Superior de Justicia de Andalucía, rechazaba la anterior impugnación, ya se dejaba claro que la ley no permite el “saltum” que pretende CpM, acudiendo directamente al contencioso electoral sin haber hecho ninguna advertencia en las actas de las mesas electorales respecto de esa distinta tonalidad en algunos sobres que los cepemistas dan por hecho contenían en todos los casos papeletas del PP.
Si bien es cierto que el mailing del Partido Popular repartió sobres y papeletas con una tonalidad más clara que la de otros partidos, también es cierto que no es posible probar por ello que todos esos sobres llevaran en su interior papeletas con la candidatura del Partido Popular cuando se introdujeron en las urnas.
CpM no se preocupó de anotar cuántos sobres de esas características incluían papeletas que se computaron como votos válidos para el PP. Da por hecho que sólo se portaron por electores de los distritos a los que están adscritos los barrios con población más desfavorecida social y económicamente. Se basa por tanto en meras impresiones que, en derecho, no van a ninguna parte, porque la suposición no tiene carga de prueba ninguna y, por tanto, no puede servir para tomar medidas jurídicas de ningún tipo.
Aún en el caso de que pudiera aportar testimonios de personas que aseguraran que votaron con esos sobres y papeletas de tonalidad más clara presionados de algún modo por el Partido Popular, nada indicaría con ello que todos los que lo hicieron con los mismos sobres y papeletas actuaron de tal modo bajo presión o promesas de prebendas o trabajo por parte del mismo PP.
Como comenté ayer, cuántos testimonios tendría que presentar, como mínimo con el valor de declaración ante notario, para que fueran tenidos en cuenta como reveladores de un posible fraude electoral. No olvidemos que el PP dobla con creces el número de votos obtenidos por CpM y que aventaja en más de 4.600 sufragios a todos aquellos que han logrado representación en la Asamblea de Melilla.
La sentencia del 2007, desestimatoria de la anterior impugnación electoral de los cepemistas, no estimó la posibilidad de sancionar al recurrente, ni siquiera con el cargo de las costas procesales, porque no vislumbró una abierta mala fe. Sin embargo, teniendo en cuenta que la impugnación se presenta de nuevo con tan escasa carga probatoria y por segunda vez consecutiva, no es difícil poder apreciarla, más aún si se tiene en cuenta que con carácter previo se han anunciado manifestaciones por parte de CpM y su brazo religioso de la CIM contra lo que ambas organizaciones han venido a llamar “pucherazo electoral del Partido Popular”.
La sucesión de los hechos, comenzando por el anuncio de la convocatoria de protesta, invita a pensar que los cepemistas pueden pretender otra cosa. Es decir, que puedan perseguir un ‘montaje’ que trasmita la idea de que los musulmanes están sojuzgados por su origen bereber en sus derechos constitucionales como españoles.
Ya lo hizo de hecho a modo de reacción contra el macroproceso por el presunto fraude electoral en las Generales de 2008, alegando que se había intimidado y acorralado a numerosos imazighen de Melilla por parte de los investigadores de la Guardia Civil, a los que abiertamente descalificó y censuró al tiempo que igualmente criticaba al juez competente en la causa.
Como dijo ayer Imbroda, la notable y extraordinaria presencia de periodistas marroquíes en su rueda de prensa anunciadora de la impugnación, hace dudar de sus auténticas intenciones con el recurso y hace temer también una nueva y peligrosa deriva en el abismo al que Aberchán está conduciendo a un partido que para muchos ya merece sobrenombrarse Coalición contra Melilla. Y lo digo con todo mi pesar hacia los muchos cepemistas que respeto y considero pero que creo no son capaces de imponer su voz en esta locura hacia el precipicio y la peligrosa fractura de la sociedad melillense.
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