De Melilla a Pekín

• El melillense Juan Carlos Manzanares, lector de español en la Universidad de Pekín, hablará hoy en el Campus, a las 17:00 horas, de su experiencia docente

Su maleta iba cargada de valor y miedo a partes iguales. Cuando Juan Carlos Manzanares Triquet (Melilla, 1988) aterrizó en Pekín hace cuatro años, prácticamente lo único que sabía decir en chino era ‘Ni hao’ (hola), recuerda ahora bromeando el joven. El melillense, lector de español en la Universidad de Pekín, contará hoy viernes, a partir de las 17:00 horas, su experiencia en una conferencia-coloquio que tendrá lugar en el Salón de Grados del Campus Universitario de Melilla con el objetivo de animar a los estudiantes a atreverse a dar el salto y salir de su zona de confort.

En la charla, bajo el nombre de ‘Experiencias internacionales de desarrollo profesional docente. De Melilla a Pekín’, el joven relatará cómo la aventura vivida desde que dejó de lado sus temores y empezó desde cero en Pekín, con 25 años, le ha permitido crecer personal y profesionalmente. “Ese ha sido mi verdadero aprendizaje. Nadie te enseña eso en el máster”, detalla Juan Carlos a El Faro.

“Ese punto de miedo está en todas las decisiones importantes que tomamos”, reconoce este melillense a El Faro, pero subraya que “atreverse merece la pena”.

Juan Carlos estudió Traducción e Interpretación en Málaga, cursando después dos másteres en la Universidad de Granada. Y fue gracias a un convenio de la UGR con la Universidad de Pekín como este melillense acabó en Asia de lector (profesor extranjero que enseña en su propia lengua). En mayo le notificaron la noticia y debía marcharse en agosto. Tenía poco tiempo para prepararse para el viaje así que ha ido aprendiendo sobre el terreno.

Y, como siempre, los comienzos no fueron nada fáciles. “Al principio, todo eran dificultades”, recuerda. Estaba solo, no hablaba el idioma y el departamento en el que trabajaba contaba con medios muy limitados, a lo que hay que sumar la censura en internet que sufre el país, por lo que buscar información le resultaba complicado.

Anécdotas constantes

“Los primeros meses eran anécdotas constantes”, bromea ahora, añadiendo que la incomunicación te lleva a agudizar el ingenio al máximo y a utilizar todos los recursos posibles de la comunicación no verbal. “Y también la picaresca”, apunta. Y cuando han ido a visitarle amigos, dice que la primera semana es de auténtico “shock” por el gran cambio cultural que supone la cultura oriental.

Pero Juan Carlos se ha ido abriendo poco a poco su hueco y da clases de castellano en la universidad en lo que aquí equivaldría al Grado de Filología Hispánica. “Los alumnos parten de cero porque no se estudia español en los institutos. Pero son muy trabajadores y al final del primer curso, ya tienen un nivel medio”, señala.

Además, esta experiencia le ha permitido “abrir otros horizontes” y también ha trabajado allí con el Instituto Cervantes.

Pero Pekín le ha aportado no solo a nivel profesional. “Estar en un sitio tan bien ubicado te ofrece la oportunidad de viajar mucho”, resalta. Juan Carlos atesora el recuerdo de las gentes, lugares y experiencias que ha conocido en este tiempo. “Es muy enriquecedor”, indica.

Antes de irse a Pekín, este melillense ya había residido en el extranjero puesto que estuvo de Erasmus en Lyon (Francia). Sin embargo, dice que la experiencia que ha vivido en China no es comparable. Además, esta vez se ha esforzado para relacionarse con los lugareños. “Mi primera premisa fue conocer a gente de allí”, rememora. Aunque confiesa que tampoco le ha quedado otro remedio porque se ven pocos españoles por la zona.

En dos semanas, regresa a Pekín a terminar el curso y en junio regresa definitivamente a España. Sus planes a corto plazo pasan por dedicarse en exclusividad a sus estudios de doctorado. Pero mirando para atrás, lo tiene claro: “Han sido los mejores cuatro años de mi vida”.