La final se disputará hoy a las 18:00 horas
Diana Stomlega no pudo revalidar su título de finalista ante la española Rocío de la Torre, que jugará el último partido del campeonato Ciudad de Melilla tras derrotar a la rumana por 6-1 y 7-6 en las semifinales. Antes de ese partido, Carmen López Rueda dijo adiós a su participación al caer ante Malou Ejdesgaard en un partido de altibajos en el que la española no supo manejar sus nervios con el juez de silla. En varias ocasiones, López Rueda recriminó al árbitro por sus decisiones, y la indignación hizo mella en su juego cuando su tenis alcanzaba su mejor nivel. Al final, 6-2, 1-6 y 6-2 para la jugadora nórdica, más constante sobre el cemento de la pista 1.
El duelo comenzó con un aplastante 4-0 a favor de Ejdesgaard, que dominaba ante una López Rueda que no acababa de encontrarse en la pista. Pese a maquillar el marcador, la superioridad era notable, pero la balanza se equilibró al comienzo del segundo set, cuando la española devolvió el mismo resultado (0-4) para encarrilar la manga y adjudicársela cómodamente por 1-6. El final estaba cada vez más cerca y los nervios afloraban con cada fallo. Las decisiones del juez de silla crisparon aún más los ánimos de la tenista nacional, que jugó siempre con el marcador en contra. Hasta en tres ocasiones discutieron, pero el marcador no se movió, y Ejdesgaard, que tuvo que ser atendida por el médico por una bajada de glucosa por el desgaste, finiquitó el compromiso con 6-2.
Al término del encuentro saltaron a la pista Rocío de la Torre y Diana Stomlega, segunda favorita del torneo y vigente campeona en 2010. Pero el morbo de un duelo que prometía lucha quedó diluido con la inteligencia de la española, que supo encerrar a la rumana en su juego y anularla hasta hacerse inmensa en la pista. El 6-1 del primer set llegó tan deprisa que De la Torre enfiló la segunda manga de igual manera, pero pagó su exceso de confianza con 4-1 a su favor, rozando casi el triunfo.
Fue entonces cuando resurgió la garra de Stomlega. La vigente ganadora no quiso irse con la cabeza baja, y peleó hasta equilibrar el partido con fuerzas renovadas, rompiendo el servicio de su rival y obligándola a disputar la muerte súbita. Fue ahí donde predominó de nuevo la frialdad de Rocío. Una casta que vale una final.