Hoy se cumple justamente un año de la celebración del pleno que eligió a Eduardo de Castro como nuevo presidente de la Ciudad Autónoma de Melilla. No fue una sesión plenaria exenta de conflictos y de enfrentamientos. Durante los días anteriores muchas fueron las idas y venidas para al final decidir el único diputado de Ciudadanos formar coalición con CpM y el PSOE. Desde entonces muchas cosas han ocurrido a lo largo de este año. Y justo una semana después de ese pleno se produjo la jura del cargo por parte del nuevo presidente, una vez que su nombre fue sancionado por el Rey y publicado en el Boletín Oficial del Estado. Vamos a intentar con el presidente hacer un repaso a esos doce meses que, desde luego, han sido largos, muy largos.
-¿Qué balance puede hacer, en líneas generales, de este primer año?
-Ha sido un año de mucho trabajo. Tenga en cuenta que no se trata solo de llegar a una administración que había estado durante casi veinte años en manos de las mismas personas. Hay que llegar y comprobar cómo están las cosas, el estado de las cuentas, de los proyectos… Por resumir: hay que ver el estado general de la institución, además de formar equipos y ponerse a trabajar. A todo ello añádale, en los primeros meses, la sentencia del Tribunal Supremo y la pandemia de COVID-19. Dos situaciones que bien saben los lectores los avatares que nos han supuesto. No obstante, el balance es positivo, ya que entre todos hemos superado los obstáculos.
-¿Cuándo accedió al cargo suponía que la presión era tan fuerte en un puesto de estas características?
-Sí, lo preveía. Pero me quedé corto en esa suposición. La presión ha sido brutal desde el minuto uno. Con una oposición cuyo único objetivo es recuperar el poder por intereses meramente personales, sin importarle en absoluto el interés general de los melillenses, usando para ello todos los medios e influencia desde su red clientelar.
-¿Ha sentido en este año lo que se denomina soledad del poder?
-Qué duda cabe. Mire usted, hay momentos en los que los planteamientos y determinadas decisiones difíciles que hay que tomar pueden generar sensación de soledad. Pero esa sensación se disipa gracias al trabajo en equipo, el diálogo y el consenso del Gobierno.
-¿Cuándo inició su actividad política pensó que en algún momento podría llegar a ser el presidente de todos los melillenses?
-Es evidente que cuando uno se presenta a candidato a la Presidencia, ese escenario se puede dar. Pero si algo siempre he tenido claro es que, llegado el caso, sería un presidente que trabajara por Melilla y para todos los melillenses.
-¿Es difícil ser presidente de un gobierno donde usted es la única persona de su grupo político?
-No es fácil… pero el reto está en dialogar, buscar los puntos en común, acercar posturas y llegar a acuerdos. Siendo el único diputado posibilité que se abriera la puerta a un cambio de gobierno y eso es muy importante para esta ciudad dadas las circunstancias en las que estaba. Desde ese día he comprobado que son muchas más las cosas que nos unen que las que nos separan. Y en eso en absoluto me siento solo, todo lo contrario.
-¿Supuso para usted un varapalo tener que cambiar el gobierno a los pocos meses y tener que desprenderse de dos colaboradores como los entonces consejeros de Hacienda y Presidencia?
-Fue un quebranto tener que cambiar un Gobierno que ya había empezado a gestionar el cambio. Una situación sobrevenida que suponía, además, tener que desprenderme de dos consejeros que eran mis apuestas en dos áreas fundamentales del Ejecutivo.
-¿En un gobierno tripartito cómo se consigue el equilibrio de poderes y el entendimiento?
-Con mucho diálogo, mucha empatía, negociación y consenso.
-¿Entiende que cuenta con la lealtad tanto de CpM y del PSOE?
-Sí, por supuesto. La muestra más reciente la tenemos en la aprobación de los Presupuestos Generales de la Ciudad por mayoría absoluta. Unas cuentas públicas que reflejan lealtades y negociaciones previas.
-Hoy se cumple un año del pleno que le votó como nuevo presidente de Melilla. En los días previos mantuvo reuniones tanto con sus actuales compañeros de gobierno como con el PP. ¿Se arrepiente del paso que dio o lo tenía muy claro?
-¿Arrepentirme? ¿Por qué? En absoluto me arrepiento porque cumplí con mi promesa electoral de que con mi voto nunca haría presidente ni a Imbroda ni al señor Aberchán. Y eso hice. Y así propicié el cambio que necesitaba esta ciudad.
-¿Entiende que hay mucho odio personal entre los políticos de Melilla?
-Entiendo la adversidad, que pueda haber discrepancias y que podamos ser rivales políticos, porque eso puede llegar a enriquecer el debate y la toma de decisiones. Lo que no entenderé nunca es el odio e insultos, las injurias. En definitiva, el barro político. Creo que los ciudadanos esperan otra cosa de sus representantes públicos y estamos obligados a hacer política de altura, aunque algunos decidan instalarse y afianzarse en esa parte negativa.
-¿Su Gobierno ha cumplido con las previsiones en este primer año?
-Sí, hemos avanzado en nuestro programa previsto. Y, además, nos hemos adaptado a las nuevas circunstancias que han surgido, sobre todo por la pandemia de COVID-19, una crisis no solo sanitaria, sino también social y económico.
-¿Qué nota daría a su gobierno en la gestión de esta pandemia?
-Más que nota prefiero hablar de gestión. La gestión de un Gobierno que desde sus distintas áreas ha dado y está dando respuestas a las necesidades de las personas en materia de salud pública, social, económica… Es decir, hemos trabajado y trabajamos pensando en todo momento en la gente, en proteger su salud y en garantizar su bienestar, con un objetivo claro: que nadie se quede atrás por las consecuencias de esta crisis que, insisto, además de sanitaria, es social y económica.
-¿Entiende que ha existido coordinación entre las dos administraciones?
-Solo hay que ver los resultados. Teniendo en cuenta que ha existido la mayor parte del tiempo una autoridad única centralizada en el Gobierno de la Nación, desde la Ciudad Autónoma hemos colaborado con lealtad en los requerimientos que han realizado los ministros correspondientes. Ha habido contactos continuos, más allá de las Conferencias de Presidentes.
-¿Le han intentado desprestigiar en la polémica sobre las mascarillas compradas?
-Sí, retorciendo la información. Me gustaría recordar que la Ciudad compra unas mascarillas con certificado autorizado de China, licencia de importación otorgada por la Agencia Española del Medicamento y con el Control de Farmacia de la Aduana de Barcelona, que autoriza la entrada de dicho material basándose en una resolución del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, de 25 de abril. Exactamente igual lo han hecho otras comunidades autónomas como Andalucía, Castilla y León, Madrid o Cataluña, entre otras. Y todo esto Melilla lo hace antes de que se publique la alerta de consumo, que no sanitaria, del Ministerio de Trabajo. Además, me gustaría volver a recordar que este material no fue distribuido a personal sanitario o sociosanitario, y que las mascarillas ya han sido devueltas al proveedor de forma inmediata.
-¿Se siente satisfecho con la labor de unidad de acción que han mantenido con la Ciudad Autónoma de Ceuta?
-Es evidente que tenemos preocupaciones y problemas comunes por nuestra situación con respecto a frontera, inmigración o menores no acompañados. También en materia de transportes, como quedó patente en la cumbre que, junto con los Gobiernos de Baleares y Canarias, llevamos a cabo a principios de año para reivindicar mejoras en las condiciones de las conexiones con la península para nuestros ciudadanos. Mantenemos una relación muy cordial y fluida.
-¿Los fondos que se van a recibir piensa que responden a lo que le corresponde a Melilla?
-Todos los fondos que se reciban son bienvenidos, pero siempre son pocos teniendo en cuenta la situación geopolítica y económica de Melilla. El gasto provocado por el nuevo coronavirus ha sido muy alto y los ingresos que hemos dejado de percibir han generado mucho daño a nuestra economía.
-¿Cuál ha sido la decisión más difícil que ha tenido que tomar en estos tres meses?
-Uno de los momentos más complicados en esta crisis ha sido, sin duda, tener que buscar una ubicación alternativa para los ciudadanos marroquíes que quedaron atrapados en Melilla por el cierre de frontera por parte de su país. Personas que se quedaron con lo puesto, sin familia, y a quienes teníamos que dar una alternativa, tanto por cuestiones humanitarias como de salud pública. Cabe recordar que España estaba, como seguimos hoy, en estado de alarma.
-¿Melilla está preparada para salir de la crisis económica que ya ha traído la pandemia?
-Permítame un apunte: no olvidemos que Melilla venía arrastrando una importante crisis desde hace años, desde mucho antes de COVID-19. Y, en ese sentido, es obvio que cuando llegamos al Gobierno nos encontramos con tasas de pobreza y desempleo altas, muy altas, inadmisibles. Y lo que ha hecho esta crisis ha sido agravar el problema. Por ello, desde el principio implementamos medidas para ayudar a las personas, así como una cantidad importante de medidas, que superan la treintena en el caso de la Consejería de Hacienda, Empleo y Comercio. Lo mismo puedo y tengo que decir del ámbito de las infraestructuras, el medio ambiente, la seguridad ciudadana o la educación, entre otras. Ha sido y es un trabajo en equipo en el que todos los miembros están plenamente involucrados.
-Volvemos a la actividad política durante este primer año. ¿Es usted el enemigo público número uno del Partido Popular?
-Si nos guiamos por las manifestaciones que hacen en los medios de comunicación y en las redes sociales, parece que soy el enemigo público número uno del PP. Pero pregúntele a ellos.
-¿La respuesta de la oposición está siendo leal desde su punto de vista?
-En absoluto. Lejos de hacer una oposición leal y democrática, y me refiero más concretamente al PP, hacen una oposición que es inútil y perjudicial para la Ciudad, con la que solo pretenden recuperar el poder perdido y lo que este implica para ellos.
-¿Se considera un político de contacto con la ciudadanía?
-Sí, y es lo que más me gusta. No hay nada más gratificante que alguien te pare por la calle y te dé ánimos o te cuente sus preocupaciones. El contacto con los ciudadanos es básico para conocer la realidad y dar respuesta a sus problemas. Más aún en una ciudad pequeña como Melilla, donde la cercanía es más posible.
-¿Ha tenido la oportunidad de hablar con los melillenses sobre lo que piensan de su equipo de gobierno?
-Sí, y hay opiniones de todo tipo, pero todas coinciden en que era necesario un cambio. Y con eso me quedo y por eso seguimos trabajando.
-¿Piensa que puede ser verdad la existencia de contactos entre PP y PSOE?
-Me parece poco probable, antinatura y más bien fruto del argumentarlo y estrategia del PP para embarrar el escenario político con el único objetivo de recuperar los sillones perdidos. Creo que también buscan ocultar la gestión que hicieron y desviar el foco sobre la forma de trabajar del actual Gobierno, que se mueve por el interés de todos y no de unos pocos. En cualquier caso, la pregunta debería hacérsela a ellos.
-¿Este equipo de gobierno tiene capacidad y programa para los tres años que quedan de legislatura?
-La capacidad ha quedado demostrada en la gestión más complicada que ha tenido Melilla y el resto del país con la pandemia sin precedentes que aún sufrimos. Sin olvidar la mala herencia recibida, de la que también hemos tenido que hacernos cargo y gestionar. Sobre la existencia de programa, se ha demostrado con los Presupuestos Generales de la Ciudad, aprobados con una mayoría de 14 diputados. Proporcionalmente, hemos afrontado y resuelto más problemas en apenas un año que otros en veinte.
-¿En qué ha cambiado Melilla este año en relación con la que dejó el Partido Popular?
-En la forma de gobernar. Hemos avanzado en transparencia, en la cercanía al ciudadano y su implicación en la toma de decisiones. Por ejemplo, nunca antes había habido Presupuestos Participativos o grupos de trabajo con agentes económicos y sociales en asuntos tan importantes como la contratación pública, el comercio minorista y la frontera. Pero, además, hemos ganado en libertad; la gente en la calle está comprobando que se puede hacer política de otra manera y se siente menos atenazada, más libre. Y así me lo manifiestan…
-¿En líneas generales cómo es el comportamiento de la Administración General del Estado con Melilla?
-Desde el principio hemos tenido una relación cordial. Pero, atendiendo a los momentos actuales, tan complicados para todos en toda España y en buena parte del mundo, ha dado respuesta a demandas que hemos venido planteando, por lo que hay que poner en valor que estamos siendo escuchados. Pero eso no impide que sigan quedando cuestiones por resolver y que seguimos y seguiremos reivindicando. Me refiero a temas relacionados con frontera, menores, inmigración, transportes, infraestructuras, etcétera.
-¿Tienen ventaja por formar el PSOE parte del Gobierno melillense?
-Facilita, sin duda, sobre todo teniendo en cuenta que la vicepresidenta primera de la Ciudad es secretaria general del PSOE de Melilla y guarda buena relación con el presidente Pedro Sánchez y otros ministros de su Gobierno.
-¿Qué futuro le espera a Melilla en los próximos años?
-Mi deseo es que Melilla sea una ciudad con menos desigualdades, más empleo, sostenible, moderna, europea, orientada a las nuevas tecnologías… con oportunidades para los jóvenes. Y en eso estamos y seguiremos trabajando sin descanso.
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