Melilla ha cerrado el mes de febrero, con datos muy positivos en materia de empleo. En la ciudad, el paro ha bajado un 4,5% respecto a enero por lo que la cifra global de desempleados se sitúa en 8.565 personas. Sigue siendo alta, pero no caben dudas de que ha habido un descenso significativo en el segundo mes del año. Y eso en un territorio de escasos recursos, cero industria y caída en picado de las inversiones, es muy esperanzador.
Atrás quedan los malos datos de enero, cuando la ciudad se desmarcó de la media nacional con subidas del paro tanto de un mes respecto a otro, como atendiendo al dato interanual que, todo hay que decirlo, sigue siendo malo también en febrero porque en el último año se ha deteriorado el mercado laboral en Melilla.
Esto se debe, en parte, a la crisis mundial de los precios del combustibles por la guerra de Ucrania, que a su vez ha repercutido en el encarecimiento de las materias primas y, desde luego, se ha notado en el sector de la construcción que es uno de los que mueve la economía local.
No ha ayudado tampoco la lentitud con que la frontera recupera la normalización del tráfico de mercancías. De hecho, a día de hoy seguimos sin fecha para reabrir la aduana comercial, un acontecimiento que está claro que aliviaría a bares, restaurantes y empresas locales que podrían importar materiales de la construcción, pescado, frutas y hortalizas desde Marruecos, a precios muy competitivos si los comparamos con la península.
En todo caso, es meritorio que dadas las circunstancias, el paro le dé un respiro a la economía familiar. No hay que olvidar que, según la encuesta que el Partido Popular encargó a la agencia GAD3, el desempleo y la situación económica de la ciudad encabezan el ranking de preocupaciones de los melillenses.
Con la inflación descontrolada, los buenos datos del desempleo en el mes de febrero nos muestran la luz al final del túnel. Es motivo de esperanza para esta ciudad.