“Muchas veces vemos a gatos callejeros pasear a nuestro lado y no les damos importancia: viven en la calle, saben buscarse la vida, pensamos. Pero no es así”, afirma la presidenta de la asociación Adopciones Melilla (Adomel), Laura Benavent. “Estos gatos se dedican a sobrevivir. Es mentira que están ‘acostumbrados’. La calle es muy dura”, señala esta animalista, quien asegura que la adopción y la acogida son dos formas de darles una segunda oportunidad de vivir en condiciones y mejorar su bienestar. “Adoptar o acoger un animal que ha estado en la calle o en una perrera es darles una nueva vida. Para ellos lo es todo”, remarca Benavent.
En el año y medio de vida de Adomel, esta asociación ha conseguido cerrar 80 contratos de adopción de gatos y perros que habían sido abandonados o que directamente habían nacido en la calle, expuestos a “toda clase de enfermedades y maltrato”. En ese mismo periodo de tiempo, la entidad ha gestionado otros 30 contratos de adopción fuera de Melilla, con casos de la península, y un total de 10 acogidas, algunas temporales y otras indefinidas.
Los principales problemas a los que se enfrenta Adomel a la hora de cuidar a los animales sin hogar que rescatan son los gastos veterinarios y de manutención. La suma de facturas veterinarias desde que comenzaron su actividad asciende a 5.000 euros, que han conseguido recaudar gracias a las aportaciones de los propios socios y donaciones anónimas. Sin embargo, esta cuantía aumentará: actualmente tienen a más de 10 animales a la espera de ser adoptados o acogidos.
Dos nuevos hogares
Coco y Lilith son dos gatos que han conseguido un nuevo hogar. Coco fue atropellado el pasado mes de mayo y pasó un mes entero en el veterinario, generando una factura de más de 1.000 euros por sus intervenciones. A día de hoy está de acogida con una familia de Madrid, que tiene dos gatos más y otros dos perros. Coco ha conectado de forma especial con ellos y quizás se quede de forma indefinida, explica la presidenta de Adomel.
Lilith es una gatita melillense de un año. Su dueña, Vicky Fernández, vio en una página de Facebook que se le buscaba hogar y decidió acogerla. Sin embargo, acabó adoptándola porque se “enamoró” de ella. “Es muy cariñosa. Vale mucho la pena adoptar”, asegura Fernández y añade: “Cuando llegó a casa, tuve que cuidarla mucho, porque estaba malita y tenía un aspecto que daba mucha pena. Sin embargo, ahora ya está del todo bien”. Su dueña asegura que Lilith es una gata muy activa, sana y traviesa, que nunca para quieta.
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