Celebramos hoy los primeros 50 años de nuestro Aeropuerto. Como buena melillense crecí oyendo letanías o dichos propios de nuestra tierra: Desde las populares frases de aquel cuplé que hacían presumir a “Melilla de tres cosas que no las tiene Madrid: el levante, el poniente y el ‘Telegrama del Rif’, hasta la frase siempre vigente de que nuestras carreteras no son otras que el mar y el aire, de ahí la importancia extrema de nuestras comunicaciones con el resto de España.
Un 31 de julio de 1969 se inauguró nuestro Aeropuerto. No tengo ninguna memoria del importante acontecimiento porque entonces era demasiado pequeña. Pero es fácil imaginar el entusiasmo con que se recibiría. Hasta entonces, el Aeropuerto al servicio de Melilla era el antecedente del actual, el de Tauima, que tras el final del Protectorado siguió en uso pero en unas circunstancias más limitadas y complicadas por las nuevas condiciones fronterizas.
Adentrarse en la historia de la aviación en Melilla es lo mismo que hacerlo en la propia historia contemporánea de España, y como muchos entendidos han manifestado tantas veces, no sería posible entenderla sin los sucesos de las Guerras de Marruecos en los que tanto protagonismo tuvo nuestra ciudad. Pero como todo en la vida, que en gran medida es ambivalente, aquellos episodios bélicos de un pasado colonial también trajeron hasta aquí unas patrullas y escuadras de aviones que necesitaban de instalaciones aeronáuticas y que fueron dotando a nuestro hinterland de capacidad para que Melilla, por ejemplo, pudiera contar allá por los años 30 con enlaces con Roma o Lisboa.
Parte de esa historia, de la situación actual de nuestro Aeropuerto y también de los hitos que la aviación y las circunstancias bélicas reportaron a nuestra ciudad, tienen reflejo en estas páginas especiales que nos acercan no ya a una de las principales instalaciones estratégicas de nuestra tierra, sino a una crucial para nuestro presente, nuestro futuro y nuestras posibilidades de desarrollo. Pues, si bien, el Puerto es igualmente importante y su operativo esencial en el ámbito de la economía y del movimiento masivo de viajeros, las perspectivas que se abren en torno al transporte aéreo, en continuo crecimiento en lo que a nuestras líneas aéreas respecta, son igualmente transcendentales para el porvenir melillense.
La aeronáutica hizo que desde Melilla se hiciera el primer ‘raid’ desde el Norte de África hasta Canarias, por distintos motivos, en parte militares, pero también en respuesta a las demandas de las autoridades del archipiélago, de modo que aquella primera travesía se considera el origen de los aeropuertos canarios. Gracias a aquel ‘raid’ se tomaron también las primeras fotos aéreas del Teide.
Desde Melilla salió la Patrulla Atlántida que realizó la proeza del vuelo hasta Guinea. Y desde aquí también llevó a cabo una primera etapa el ‘Plus Ultra’, tras un período previo de pruebas y ajustes que acabó por ponerlo a punto antes de iniciar el primer vuelo entre España y América.
Melilla, que, para bien o para mal, une a sucesos luctuosos grandes y heroicas gestas, fue asimismo el motivo del primer reportaje periodístico que utilizó un aeroplano como medio de transporte.
La historia de la aeronáutica en su relación con nuestra ciudad está llena de otras curiosidades, reflejando lo amplio de esta tierra intensa que en su ubicación de ultramar y su condición fronteriza ha encontrado tantas oportunidades como conflictos y grandezas.
El Aeropuerto que hoy en día disfrutamos es heredero de todo ese legado que forma parte de nuestro propio pasado, una historia que no debemos manipular con el enfoque de la mentalidad actual y que sobre todo debemos conocer, para no olvidar de donde venimos y poder extraer lo mejor de lo que nos antecedió.
Pero nuestro Aeropuerto aún tiene retos y sigue planteándose una nueva ampliación de su pista de aterrizaje en pro de un nuevo paso más allá del avance que ya supuso la ampliación de 2004, cuando se logró hacerla crecer hasta cerca de los 1.500 metros operativos actuales.
La recuperación de los enlaces con Almería, Sevilla y Granada, unidas a las políticas que aseguran el precio asequible de sus billetes gracias a su gestión con la garantía de servicio público, así como el mayor porcentaje de bonificación de los billetes para los melillenses residentes, auguran que, este año, cerraremos el 2019 con un mayor aumento de pasajeros que el registrado de forma progresiva en los últimos años.
Siempre recordaré con ilusión aquel vuelo que hice sola, no sé si con 10 o 12 años, en un avión muy pequeño, que en una de la filas agrupaba dos asientos y, en el opuesto, uno solo. Me toco ir en el lado de los solitarios, con la ventanilla como único asidero en el que disimular el miedo que me daba viajar sin nadie conocido y encima en un pequeño aparato que generaba mucho ruido. Pero, con todo, me encantaba, por el hecho de volar y porque me hacía sentirme mayor. Algo así como cuando ves una película de miedo de verdad y sufres pero te gusta.
Con el Aeropuerto hemos sufrido también, su operatividad depende tanto de sus instalaciones como de la calidad de los servicios que prestan los operadores. Parece que estamos de nuevo en una buena etapa con Air Nostrum que esperemos se mantenga y mejore si es posible.
Hace 50 años supongo que la inauguración del Aeropuerto fue una fiesta, porque todos entendían que se abría un nuevo mundo de posibilidades para Melilla. De aquella generación que lo festejó van quedando menos pero su legado entusiasta debe permanecer porque si algo hemos sabido hacer siempre ha sido reinventarnos y seguir adelante. Contar con infraestructuras de primer orden es parte de los mimbres que se necesitan. Por eso, celebremos este primera mitad de siglo de AENA en Melilla y deseemos que, dentro de otro medio siglo, la ilusión, las perspectivas y cuanto de bueno haya ganado nuestro Aeropuerto sea tan enorme como la gran transformación que ha experimentado desde que se inauguró, tal día como hoy, hace ya 50 años.
Nací en Melilla, en febrero de 1.925, y, como anécdota, os puedo contar que en mi viaje de boda, ya en la Península, fui a Melilla, desde Madrid, en avión, en 1.958. No sé si sería por lo de Ifni, la gente, mas que ir a Melilla, salía de allí. Pues bien, mi mujer y yo fuimos los únicos pasajeros de aquel vuelo.