Opinión

Cuba duele

Hoy os voy a hablar de cómo el Movimiento San Isidro ha removido los cimientos de la dictadura cubana. Es un tema que este fin de semana ha saltado con timidez a los medios de comunicación españoles, que siguen mirando hacia Cuba con la fascinación y la ingenuidad de quien no identifica el comunismo con maldad, con hambre, con represión y con violación del derecho a pensar por cuenta propia.

El 19 de noviembre pasado un grupo de 14 cubanos se encerró en una casa en ruinas de La Habana Vieja, ubicada en la calle Damas 955, entre San Isidro y Avenida del Puerto. Ellos decidieron protestar por la apertura de tiendas en dólares en un país donde el sueldo se paga en pesos cubanos, 25 veces por debajo de un mísero dólar. El salario medio en Cuba era el año pasado de 879 pesos cubanos (35 dólares) y en esas tiendas un vulgar bote de espárragos se vende por 68 dólares. Así se las gastan los comunistas.

Poco después de iniciada la protesta, los 14 cubanos encerrados en Damas 955 reconocieron que la exigencia del cierre de las tiendas en dólares era demasiado ambiciosa y rebajaron las expectativas. Se limitaron a pedir la liberación del rapero Denis Solís, encarcelado por ofender a un policía que se coló por la fuerza en su casa, sin orden judicial y lo desafió grabándolo con un teléfono móvil. Le echaron ocho meses por desacato a la autoridad. Así se las gastan los comunistas.

Seis de esos cubanos se plantaron en huelga de hambre, empujados por la policía política cubana autodenominada ‘Seguridad del Estado’, que no dejó pasar a madres, vecinos o amigos que iban a llevarles comida.

Los huelguistas no eran simples pelagatos, pero si lo hubieran sido estaban en todo su derecho a protestar. Son periodistas, artistas, historiadores, escritores y curadores de arte. Cubanas y cubanos dispuestos a entrar en el martirologio antes que seguir viviendo en un país donde pensar diferente te condena al exilio.

Los comunistas lo disfrazan diciendo que estás en contra de lo que quiere el pueblo cubano. Como si ellos, los que oprimen, formaran parte de ese pueblo. Fijaos hasta dónde llega su osadía que la policía política de Cuba se viste de civil, de chusmilla, para que la gente crea que es el mismo pueblo quien sale en defensa de las ovejas descarriadas. Responden a esa superioridad moral de la izquierda, que se cree con derecho a darnos lecciones de cómo construir un mundo más justo, en la que sólo ellos tienen derecho a decir lo que piensan.

De los 14 cubanos del Movimiento San Isidro, seis de ellos estuvieron siete días en huelga de hambre, hasta que los ‘segurosos’ del Estado cubano encontraron un relato para desalojarlos. Un periodista que viajó del extranjero a La Habana se sumó a la protesta sin cumplir la cuarentena obligatoria que fija el protocolo sanitario. Les sirvió en bandeja el desalojo del Movimiento San Isidro por motivos sanitarios. Las imágenes captadas por los vecinos, en las que los agentes de la Policía aparecen sin mascarillas o con éstas bajadas, demuestran que lo último que les interesaba era el coronavirus.

Antes de desalojar por la fuerza al Movimiento San Isidro, la Seguridad del Estado cubano cortó Internet durante una hora para que nadie pudiera transmitir en directo el desahucio violento que iban a llevar a cabo. Así se las gastan los comunistas.

Creyeron que con el desalojo de Damas 955, a las 21:00 horas del jueves 26 de noviembre, se acababa todo, pero el tiro les salió por la culata. El viernes a primera hora un grupo de artistas cubanos se empezó a reunir a las afueras del Ministerio de Cultura en La Habana. Lo que en principio parecía una protesta de cuatro locos, se convirtió en una concentración de decenas y decenas de artistas e intelectuales cubanos. Entre ellos, rostros conocidos del cine y la televisión como el actor Jorge Perugorría (Fresa y Chocolate), el cineasta Fernando Pérez (Suite Habana o Insumisas) o el salsero Leoni Torres.

Aquello se le fue de las manos a las autoridades cubanas. El mundo entero estaba siendo testigo a través de las redes sociales de la primera manifestación pública contra un régimen de izquierda con peticiones que sonrojan a cualquier partido político en el mundo civilizado. Los artistas cubanos piden libertad de expresión, de creación y derecho al disenso. Piden que nos dejen pensar y crear sin un decreto (el 349) que decide qué es arte y qué no lo es. Y lo que ellos consideran que no es arte, es por tanto, contrarrevolución. Porque siguen repitiendo como loros que ellos (los comunistas cubanos) defienden un a revolución que sólo existe en sus cabezas.

Finalmente, el viceministro de Cultura cubano accedió a dialogar con los manifestantes que pedían, además, el cese del hostigamiento a los artistas que piensan diferente al discurso oficial. Dicen que llegó a decir que no sabía nada de ese hostigamiento. Como si las imágenes de segurosos vestidos de civil apostados a las puertas de las casas de los artistas e intelectuales que piensan diferente, para impedirles salir a la calle, no fueran populares en las redes sociales.

El viernes fue un día grande para Cuba. Los artistas, pacíficamente, no dieron motivos al régimen para emprenderla a golpes contra ellos aunque los segurosos rociaron con gas pimienta a un grupo de jóvenes que intentó sumarse a la manifestación.

Esa protesta ha prendido una mecha difícil de apagar. En Camagüey, en el centro de la Isla, hubo una vigilia a favor de la libertad de la Isla; en Matanzas, hubo reacciones; en Santiago hubo detenciones. Cuba es un polvorín y los comunistas lo saben. Esto sólo acaba de empezar. Apóyanos. No nos dejes solo. #CubaDuele.

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