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Cuatro de cada 10 denuncias por maltrato en Melilla son de jóvenes entre 16 y 30 años

  • El Estado lanza una campaña para combatir la violencia de género digital que sufren las mujeres

No es normal espiar el móvil de tu pareja ni obligarla a que te enseñe la conversación que tiene con otra persona. Éste puede ser el inicio de violencia psicológica que algunos maltratadores jóvenes usan a través del control y el miedo  que provocan en chicas con las que mantienen una relación. Así lo asegura la jefa de la Unidad de Coordinación contra la Violencia de Género de la Delegación del Gobierno, María Teresa Fernández, que señaló que el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad ha detectado que la violencia de género se está iniciando a edades más tempranas. En Melilla, cerca de cuatro de cada diez mujeres que presentaron una denuncia por malos tratos en 2016 tienen entre 16 y 30 años.

Para hacer ver a los jóvenes que determinadas conductas de control no son normales, el ministerio ha creado una campaña específica con el fin de combatir las diez formas de violencia de género digital, aseveró Fernández a El Faro. Se estima que la media nacional es que una de cada tres mujeres de entre 15 y 29 años sufre la violencia en forma de control y miedo.

Además, los estudios realizados indican que ésta es una puerta de entrada a los malos tratos y de ahí la importancia de que el ministerio lleve a cabo esta campaña titulada ‘Diez formas de violencia digital’, que va acompañada de dibujos que muestran las situaciones que los jóvenes no deben consentir ni tolerar.

Diez formas de violencia

Fernández explicó que la primera situación de violencia que se plantea es el acoso y el control de la pareja a través del móvil, con llamadas o mensajes para ver dónde se encuentra o con quien está.

La segunda es que no se puede interferir en las relaciones que la pareja tenga en Internet con otras personas. La jefa de la Unidad contra la Violencia de Género aseguró que son temas que se abordan en las charlas que se imparten en los institutos de la ciudad.

Otra forma de control es espiar el móvil de la mujer. Fernández afirmó que hay jóvenes que creen que, si no tienen nada que ocultar sus parejas, pueden tener acceso a su teléfono, y no ven que la intimidad de cada uno es un derecho personal. Señaló que a nadie se le ocurriría abrir una carta si está a nombre de otra persona y lo mismo debería pasar con un móvil.

La cuarta situación es la censura de fotografías que se publican en las redes sociales: hay jóvenes que no permiten que sus parejas tengan imágenes en bañador o con otros chicos.

También se da el control de las redes sociales de la pareja como si no tuviera derecho a mantener la relación que desee con otras personas o poner que le gusta una imagen o un comentario que no sea de su novio.

Geolocalizada

El ministerio recoge como otra forma de control el hecho de exigir a la mujer mostrar su geolocalización con el móvil. De esta forma, el novio conoce perfectamente donde está en cada momento.

Las fotos íntimas son otro punto con el que ejercer ese  miedo sobre la mujer, si se la obliga a hacerse estas instantáneas y quedan en manos del ‘maltratador’.

Otra manera de ejercer la violencia digital es conocer las claves personales de redes sociales y otras aplicaciones.

La novena situación que plantea el ministerio es que muchas jóvenes se ven en la obligación de enseñar a sus parejas el chat que mantienen con otras personas. Se trata de conversaciones íntimas que no tienen por qué ver otras, que además, desconocen el contexto en el que se producen.

En este sentido, Fernández pone el ejemplo de una pareja que se enfada. Si la chica escribe a una amiga para comentarle la discusión y critica al chico, dicha conversación se produce en un momento de ‘calentón’ y las palabras que use no tienen por qué coincidir con sus sentimientos reales. No se trata de ocultar este chat a la pareja, sino de que se produce en un contexto de intimidad al que todas las personas tienen derecho.

Una respuesta inmediata

La última situación que plantea el ministerio en esta campaña es que haya enfados si no se obtiene una respuesta inmediata de la chica ante un mensaje.

Fernández indicó que nunca antes se había tratado de forma tan específica la violencia de género a través del móvil o las redes sociales y subrayó la relevancia que tiene para atajar este tipo de conductas de control que son la puerta de entrada a los malos tratos.

La jefa de la Unidad contra la Violencia de Género aseveró que son situaciones de las que pueden aprender chicos y chicas. Les tienen que hacer reflexionar sobre que no son ‘normales’ estas formas de control y que, por salud mental, necesitan libertad, intimidad e independencia sin que eso signifique que van a engañar a la pareja.

Los datos

De las 204 denuncias que se recogieron en 2016 por violencia de género, 79 fueron de mujeres entre 16 y 30 años. Esto indica que un 38,7% del total de chicas que sufrieron malos tratos tiene menos de 31 años, es decir, cuatro de cada diez. En cuanto a los maltratadores, se denunció a 205 hombres en 2016, de los que 47 tenían entre 16 y 30 años. Eso significa que un 22,92% de los agresores es una persona joven.

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