“Cuando entré a la habitación de mi hijo todo estaba naranja y las cortinas se estaban quemando". Aún con el susto en el cuerpo y el olor a quemado impregnado, Abdelkarim Mohamed y su mujer cuentan a El Faro los momentos de angustia que vivieron cuando al escuchar ruido de madrugada, se levantaron y vieron cómo las cortinas del cuarto de sus hijos estaban ardiendo. El incendio de un coche aparcado junto a la ventana de la habitación ha desolado su vivienda por completo.
Sin a penas tener capacidad de reacción, salieron con lo puesto. Sin zapatos, descalzos. Presos del miedo del momento por no saber qué estaba pasando. Su casa mientras, se reducía a cenizas.
Lo han perdido absolutamente todo. La familia explica que al entrar a evaluar la situación del que hasta hace unos días era su hogar, se dieron cuenta de que ya no queda nada. Los daños del incendio son cuantiosos. La instalación eléctrica de la vivienda explotó a causa del fuego, por lo que no hay electricidad. Las paredes ya no son blancas, todo se ha teñido de color negro.
Tal fue la magnitud del incendio, que la escayola del techo se desintegró, al igual que ocurrió con parte de las ventanas más próximas al coche calcinado. "Es como la casa del monstruo", asegura esta familia melillense. No les quedan muebles, electrodomésticos, ropa o cortinas y la situación se les complica por momentos. Ni el coche, propiedad de uno de sus vecinos, ni su casa contaban con un seguro.
Lo único que no salió ardiendo aquella madrugada fue la mochila de su hijo. Esta familia cuenta que suelen preparar todas las noches la mochila con el material escolar de sus pequeños para el día siguiente. Como cada noche, la dejaron en la entrada.
Abdelkarim estima que los daños ocasionados en su casa ascienden a más de 20 mil euros, que ahora mismo no tienen. Hay que cambiarlo todo. "Yo soy un hombre trabajador, que nunca he pedido ninguna ayuda, pero hemos sufrido un golpe muy duro", señaló.
Ahora mismo no saben a quién acudir. Están perdidos y no saben a quién pedir ayuda o cómo solicitar un abogado de oficio que les pueda explicar qué solución puede tener su caso. Lo único que les queda, dicen, es que el dueño del coche se haga cargo de los daños ocasionados. "El coche estaba aparcado a pesar de que hay una señal de prohibido. Llevaba ahí meses", destacan.
Todo son incógnitas para esta familia. "¿Qué pista cogemos para arreglar esto? ¿Con quién hablamos? ¿Cuánto va a tardar? ¿Quién va a pagarlo?". Cuentan que el propietario del coche que salió ardiendo y provocó que el incendio se extendiera hasta su casa, les ha prometido que los va a ayudar aunque ellos no se fían. No creen que el vecino tenga la solvencia para hacerse cargo de todo el destrozo y mucho menos después, añaden, de que les hubiera dicho que el coche tenía un seguro a todo riesgo cuando finalmente no era cierto, según el testimonio de los afectados.
Pero lo peor no son las cosas materiales sino los recuerdos y el trauma que les ha ocasionado a sus hijos. "Mi hijo me pregunta si ya no están las fotos de cuando eran pequeños", se lamentaba la mujer de Abdelkarim, que explica que sus pequeños no duermen por las noches y que cuando consiguen hacerlo, se despiertan sobresaltados por si de nuevo, algo malo puede ocurrirles.
Actualmente, gracias a la ayuda de algunos vecinos, esta familia tiene un techo donde pasar las noches. Ahora mismo están viviendo en casa de un vecino aunque solo les queda la ropa con la que huyeron aquella noche de las llamas. No pueden quitarse el olor a quemado de encima.
La tragedia les ha llegado en el peor momento. Durante el mes sagrado del Ramadán. Una de las fechas más importantes para la comunidad musulmana. Tiempos de estar en familia. "Todo el mundo está en su casa y nosotros estamos en la calle", recalcan.
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