Cruzo los dedos

EL último Balance de Criminalidad del Ministerio del Interior correspondiente al acumulado de enero a septiembre de este año confirma lo que todo el mundo comenta en la calle: la delincuencia va a más en Melilla.

En los primeros nueve meses del año han aumentado, sobre todo, los hurtos. Se han registrado 917. Son 69 más que en el mismo periodo de 2017. También se han disparado las lesiones en riñas tumultuarias (102 frente a las 81 del año pasado).

Los números oficiales dicen que han bajado ligeramente los robos con fuerza en domicilios, establecimientos e instalaciones, pero el descenso es tan discreto (13 menos) que digamos que no es lo mismo, pero es igual. Estamos como estábamos. En nueve meses se han producido 103 asaltos (11 al mes).

También descienden las sustracciones de coches. No sé si celerarlo. De enero a septiembre de este año “sólo” le han robado el vehículo a 56 melillenses, frente a los 91 del mismo periodo de 2017.

Y ante todo esto ¿qué podemos hacer? Sólo cruzar los dedos para que no nos toque porque nadie nos asegura que no seremos la próxima víctima.

Hace dos semanas se hizo viral el enfado monumental de una melillense que compartía en Facebook su “mala suerte”. De verano para acá le habían robado tres veces en el coche. ¿Eso cómo se entiende? ¿Tienen algo que decir nuestros políticos?

La seguridad en Melilla ha sufrido un desgaste tremendo en los últimos seis años. La ciudad que yo encontré cuando llegue en 2012 no es ni de lejos, la que veo ahora.

Vivimos en una localidad compleja y las soluciones son también difíciles, pero deberíamos exigir a los políticos que la seguridad sea una prioridad porque da pena ver las calles vacías.

Aquí volvemos al tema de siempre, el de la falta de efectivos de la Policía Nacional y la Guardia Civil. ¿Para cuándo un refuerzo de verdad? ¿Qué pasará si aumenta la presión migratoria? O reforzamos la valla o vigilamos las calles, pero los agentes no pueden estar en dos sitios a la vez. Es una cuestión de física: ningún cuerpo puede ocupar al mismo tiempo el lugar de otro. No es que no quieran, es que no pueden.

Llevamos años parcheando la vigilancia de nuestras calles. Diciendo que estamos bien y haciendo lecturas trasnochadas de las estadísticas. Claro que estamos mejor que hace diez años. Pero eso no es un logro. Es lo normal en una ciudad donde el Gobierno es el mismo desde hace 20 años.

Sin embargo ese avance se ha deteriorado y mucha gente desconfía de las estadísticas. Es cierto que no hemos tenido ningún homicidio ni ningún secuestro, pero de enero a septiembre se ha vuelto a repetir el mismo número de delitos contra la libertad sexual (22) que en el mismo periodo del ejercicio anterior.

Estamos mal y para mejorar, lo primero que tenemos que hacer es reconocerlo. A estas alturas los partidos políticos deben estar ultimando el programa electoral que nos presentarán antes de que vayamos a votar en mayo próximo. Estoy deseando ver qué proponen unos y otros para recuperar los paseos en familia por las calles y plazas de nuestra ciudad. A ver con qué nos sorprenden.

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