No se puede reprochar a la directora general de Política Interior que defraudara durante su visita a nuestra ciudad. Cristina Díaz ha cumplido con las nulas expectativas que generó su viaje desde que se anunció que iba a venir a Melilla.
La responsable del Ministerio del Interior básicamente ha cogido el avión para anunciar que las carencias denunciadas reiteradamente por los sindicatos policiales, en especial por la UFP, en relación a la actual oficina de asilo estarán resueltas en marzo.
Sobre otros asuntos, Cristina Díaz se ha limitado a añadir nuevos interrogantes a las preguntas que permanecen en el aire a la espera de que algún ‘experto’ las resuelva. Entre ellas hay una que lleva mucho tiempo sin respuesta. De hecho, ni el propio delegado del Gobierno supo responderla en su momento: ¿Cómo puede un inmigrante subsahariano solicitar asilo en las dependencias que a tal efecto existen en Beni Enzar? Respuesta de Cristina Díaz: “Si los subsaharianos pasan por la frontera y si vienen con su documentación, si se les puede identificar y si piden asilo, serán objeto del programa de protección y acogida por parte del Estado español. Que nadie lo dude”.
Si de algo no tienen ninguna duda los subsaharianos es de que la “extraordinaria” colaboración marroquí en materia migratoria hace imposible cumplir el primero de esos muchos ‘síes’. Cuando una persona con la piel suficientemente oscura como para no ser confundido por un marroquí se acerca al paso fronterizo de Beni Enzar e informa a los policías del país vecino de que su intención es llegar al puesto español, éstos le dan un puñado de sólidos argumentos que no admiten réplica. En eso, al fin y al cabo, consiste la cooperación hispano-marroquí, uno paga y otro da las oportunas ‘explicaciones’ a los inmigrantes sobre los derechos que les asisten. La conclusión es que si un inmigrante pretende pedir asilo en Melilla, debe saltar la valla, llegar oculto en un vehículo o entrar en una patera.
Cristina Díaz es perfectamente conocedora de esta situación, pero ayer prefirió hacerse sueca, una posición que por cercanía geográfica hubiera sido más propia del comisario Nils Muiznieks, llegado de la lejana Letonia y con el que no coincidió en Melilla por horas. El responsable de Derechos Humanos de la Unión Europea habló poco públicamente durante su visita a nuestra ciudad, por lo que no tuvo ocasión de decir ninguna simpleza, una posibilidad que no desaprovechó Cristina Díaz.
Pero Grillo, el profeta ermitaño de ficción que supuestamente es el padre de las ‘perogrulladas’, se hubiera sentido ayer orgulloso de la directora de Política Interior. Cristina Díaz dijo que la gran mayoría de los inmigrantes que han solicitado asilo es de origen sirio, precisamente los únicos que tienen oportunidad de llegar hasta la oficina de asilo de Beni Enzar, previo ‘alquiler’ de un pasaporte marroquí o tras el pago de un ‘despiste’ al policía del país vecino.
Antes de hablar, Cristina Díaz debería informarse de las “circunstancias” de la inmigración en Melilla, como va a hacer el delegado del Gobierno en relación al borrado del vídeo del coronel Ambrosio Martín Villaseñor. Sólo así es posible saber si la mejor opción es guardar un esclarecedor silencio que lo dice todo, como ha hecho Abdelmalik El Barkani.
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