El acuerdo firmado por los presidentes de Andalucia, Melilla y Ceuta en el Palacio de San Telmo, sede de la Presidencia de la Junta andaluza, supone la rúbrica de una necesidad histórica que tenían los dos territorios, de manera independiente de quien sea la formación política que esté al frente de los destinos a un lado y otro del Estrecho y del Mar de Alborán.
Melilla y Ceuta accedieron a un autogobierno reflejado en la Disposición Transitoria Quinta de la Constitución, que nunca se ha cumplido en su totalidad, pero que ha permitido en los últimos veinticuatro años que las dos ciudades autónomas hayan tenido un trato igualitario por parte del Estado en comparación con el resto de las comunidades autónomas. La publicación de los dos estatutos de autonomía en el año 1995 no era la panacea que habían pedido, pero al menos era el camino de un autogobierno que ha supuesto, desde luego, la mejora de la calidad de vida de sus habitantes. La institución política nacida de esos estatutos, la Ciudad Autónoma, ha servido para que se incrementaran los fondos recibidos desde Madrid y, por tanto, la profundización en la solución a los problemas diarios de ambas ciudades.
A pesar de ello, por las propias razones de escaso espacio físico, Melilla y Ceuta no pudieron ser encuadradas dentro de la comunidad autónoma andaluza cuando se formó la preautonomía en este tierra a comienzos de los años ochenta. Una jugada del PSOE, partido que perdía en favor de UCD el control de ese autogobierno provisional en Andalucía, al ser de UCD los parlamentarios melillenses y ceutíes, hizo que los dos municipios se quedaran fuera de esa tarta autonómica, circunstancia que tardó en solucionarse quince años más.
Sin embargo, en el primer estatuto de autonomía de Andalucía ya figuraba un apartado que hablaba de la posibilidad de establecer lazos de colaboración con Melilla y Ceuta, atendiendo a sus peculiares lazos con la comunidad autónoma. Posteriormente, gracias a Javier Arenas y así hay que reconocerlo, en una revisión del estatuto andaluz en tiempos de Rodríguez Zapatero, se pudo reforzar esas potenciales posibilidades de colaboración.
Con los gobiernos del PSOE, de manera especial con la Presidencia de Manuel Chaves, se llegó a rubricar un acuerdo, muy parecido al actual, que al final se quedó en agua de borrajas porque no hubo realmente voluntad de hacerlo cumplir. Pero, estoy convencido de que en esta ocasión cambia el panorama. Y digo que cambia el panorama porque para rubricar un acuerdo de especial colaboración con las ciudades de Melilla y Ceuta desde la Junta de Andalucía, en primer lugar, hay que creérselo desde el Gobierno autonómico andaluz. No digo que en el caso de Chaves no se creyera, por su ascendencia ceutí, sino que no se creía en el conjunto de sus colaboradores más cercanos. Juan Manuel Moreno lo asume muy claramente, lo tiene interiorizado, pero además en el conjunto de su gobierno, no importan que esos consejeros sean del Partido Popular o de Ciudadanos, lo acogen como algo suyo.
Un conjunto de medidas las que abarca este acuerdo firmado el lunes en el Palacio de San Telmo que complementan, de alguna manera, distintos apartados de los estatutos de autonomía de Melilla y Ceuta. Que una autonomía como Andalucía, con la potencia que tiene en el conjunto del Estado, valide a las dos autonomía nada más que puede traer beneficios.
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