CpM y PP, decisivos

El último barómetro de SyM Consulting inclina la balanza de intención de voto en Melilla hacia la izquierda: CpM y PSOE conseguirían gobernar en solitario con el 47% de los apoyos y 13 escaños de los 25 en liza en la Asamblea.

Si hubiera elecciones en estos momentos, los cepemistas romperían su techo y conseguirían 9 escaños (uno más que en los últimos comicios) mientras los socialistas mantendrían los cuatro que tienen actualmente.

El Partido Popular no remontaría de los 10 escaños y Vox revalidaría sus dos diputados. Con estos números, el bloque conservador no conseguiría mayoría por lo que no serviría de nada una coalición entre los de Casado y Abascal.

Si este panorama llegara a darse en las próximas elecciones, mucho me temo que los de Mustafa Aberchán se lo pensarán bastante a la hora de volver a sellar una alianza con los socialistas. No hay nada como conocerse. Decir que en un año las relaciones de unos y otros ha empeorado, es un ejercicio de diplomacia. Se llevan a matar y el presidente Eduardo de Castro hace lo que puede. Está en medio, hace lo que puede por mediar, pero cuando los sables están en alto poco se puede hacer para evitar una batalla.

Los socialistas se han subido a la parra. Tienen cuatro diputados, pero se sienten fortalecidos porque mandan en la Delegación del Gobierno y tiran de contactos en Madrid, aunque no valen para resolver, por ejemplo, el problemón con el contrato marítimo. Hay que reconocer que se han venido arriba. No hay nada como el amor propio desmesurado.

Los de CpM han decidido trabajar sin alharacas sin tanto pampaneo y sin que ninguno le dispute el liderazgo al jefe. Aberchán ha conseguido mantener las filas prietas y es él y sólo él quien decide cómo, cuándo, dónde y, lo más importante: quién.

Al PSOE le falta humildad, pero eso es un mal endémico de ese partido. Basta con mirar hacia la Moncloa. Pedro Sánchez está que se sale.

Todo esto me lleva a pensar que la única manera de que CpM acepte repetir alianza con PSOE pasa por una renovación y por la entrada de caras nuevas. Gloria Rojas se siente fuerte, es una mujer válida y quiere gobernar. Es legítimo, pero le falta lo principal: los votos. Sin el respaldo de las urnas tiene que conformarse con los pactos postelectorales.

Cualquier tipo de combinación es posible en Melilla. El PP jugaría el papel decisivo que ahora tiene Ciudadanos que, según este último barómetro, se quedaría sin representación en la Asamblea. Es una pena que el partido que provocó un cambio necesario en el Gobierno haya dilapidado esta fortaleza en apenas un año. Aún tiene tres más para recomponerse. De Castro no quiere repetir. Él está convencido de que su papel en la política ha sido moverle la silla a Imbroda. Ese objetivo lo ha cumplido, incluso desoyendo a sus jefes en el partido. Hoy no se le reconoce el mérito. Pero el tiempo pone a todo el mundo en su sitio. Nadie podrá hablar de él dentro de unos años sin admitir que trajo el cambio a la Ciudad. Está por ver si para bien, pero hacía falta alternancia política, aunque sólo fuera por higiene democrática.

Un año de oposición se ha convertido en un camino de espinas para el PP. Les ha llevado su tiempo entender que ya no gobiernan, pero poco a poco asumen su papel y lo están haciendo con el cuchillo afilado. Podrían ir a muerte si utilizaran los métodos que en su día Paz Velázquez usó desde PPL, pero para eso necesitan un medio de comunicación que sirva de altavoz a esa oposición fiera.

Todos recordamos con nostalgia a Cablemel. La televisión de Cabanillas consiguió con su información ‘outsider’ unas cuotas de audiencia impensables en esta ciudad. Pero luego pasó lo que pasó. PPL pactó con PP y el prometedor futuro del partido de Ignacio Velázquez se diluyó como un azucarillo entre la militancia popular. Con PPL pasó como con Guti, el exfutbolista del Madrid, del que siempre se decía que tenía una brillante carrera por delante. Al final nunca la coronó. Fue bueno, pero no llegó a lo que se esperaba de él.

A estas alturas, no me parece descabellado que CpM busque una alianza con PP y evite repetir experiencia con los de Gloria Rojas. Pero dice el refrán que más vale malo conocido que bueno por conocer. Aberchán tendrá que decidir con quién pacta para no tener que recoger sus cosas de la Asamblea.

Los socialistas deberán trabajar para las próximas elecciones. Si quieren seguir en el Gobierno tendrán que limar asperezas con sus socios en el Ejecutivo y dejar de ir por libre, amparándose en que son partidos diferentes.

Este Gobierno de coalición no ha entendido que se necesitan los unos a los otros para sobrevivir. Un año después del cambio no ha conseguido transmitir seguridad a la ciudadanía. Es verdad que no lo ha tenido fácil. Sin dinero y con la Covid 19 de por medio, es difícil vender gestión. Sumémosle el fin del contrato marítimo o la imposibilidad de celebrar la fiesta del borrego con corderos marroquíes sin que se haya visto a un solo melillense salir a la calle a protestar. Es complicado, pero no imposible.

Todavía están a tiempo de darle la vuelta a la tortilla. Sólo hay que tener voluntad y ganas de dialogar entre sí sin necesidad de llegar a ajustes de cuentas mediáticos.

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