El pasado 19 de marzo ningún diputado de Coalición por Melilla (CpM) asistió al acto que cada San José recuerda al mariscal John Sherlock, un irlandés que fue comandante general de Melilla y que defendió nuestra ciudad del asedio de entre 30.000 y 40.000 marroquíes al mando del sultán Mohammed III (Mohamed Ben Abdalah).
En el siglo XVIII nuestra ciudad se mantuvo sitiada durante 100 días, entre el 9 de diciembre de 1774 y el 19 de marzo de 1775. Se dice que en ese tiempo cayeron unos 12.000 proyectiles sobre Melilla.
Finalmente un enviado del sultán se reunió con el mariscal Sherlock para transmitir el deseo de Mohammed III de mejorar las condiciones del intercambio comercial y restablecer las relaciones de amistad.
Si bien es cierto que la narración de los hechos históricos la imponen los vencedores, también lo es que lo que se celebra cada San José en Melilla es, en esencia, la resistencia frente al ataque de Marruecos.
Lo hemos comentado en otros artículos, pero volvemos a hablar del tema porque nos sigue pareciendo una torpeza política que CpM tenga vocación de Gobierno, aspire a representación en el Congreso de los Diputados y se niegue a participar en homenajes simbólicos a quienes defendieron la españolidad de esta tierra.
Eso les limita mucho el voto. Son ellos los que se ponen límites. No entienden que éste puede ser su momento. Nunca se han enfrentado a un Partido Popular minado por dentro (rebeldes contrarios al liderazgo de Imbroda), pero también por fuera (juicio de Bárcenas). Tampoco habían tenido ante sí un Cs abierto en canal; un Vox anonadado y un PSOE lleno de zancadillas, con un liderazgo endeble. Es ahora o nunca.
Pero al poder en España no se puede llegar con ambigüedades en cuestiones fundamentales como es la alineación con la españolidad de esta tierra. Y mucho menos en el contexto actual, en el que Marruecos nos tiene entre ceja y ceja y ya ha dicho que tras el Sáhara va a ir a por Melilla y Ceuta. En cuestiones de principios uno no se puede andar con medias tintas. Aquí es elemental definirse: somos o no somos.
Nadie duda de la vocación de servicio público de CpM, pero después de ver cómo el independentismo ha destrozado la convivencia y la economía en Cataluña, hay que tomarse muy en serio el desapego a los símbolos, al relato de nuestra identidad. Melilla necesita más que aceras, farolas y asistencia social. Necesita ante todo creer en sí misma. En que es posible sobrevivir sin seguir siendo una pesada carga para el Estado.
Por eso necesitamos partidos fuertes, en disposición de afrontar el reto de rediseñar la economía de esta ciudad. Un mercado laboral potente va siempre unido a un gobierno sólido.
Las encuestas nos van dando pistas de por dónde van las preferencias de los melillenses. En una ciudad donde se dice que el 60% de la población es musulmana, CpM debería tener el camino allanado hacia la victoria. Pero esa perogrullada no funciona, de la misma manera que los inmigrantes no estamos obligados a ser de izquierdas sólo por haber salido huyendo de un país pobre.
Si quiere dar el salto a una mayoría absoluta, CpM tiene necesariamente que repensar su desapego a las fechas históricas y a los símbolos. Si es por principios, no hay nada que hacer. Pero si es una pose rebelde y se puede replantear, tienen que debatirlo. Los tiempos cambian y lo que antes, cuando estaban en la oposición, era un desplante a Imbroda, ahora que están en el Gobierno como grupo mayoritario, se interpreta como un desplante a la españolidad de Melilla.
Es legítimo tener dudas sobre si Dios existe o no; sobre si hay vida en Marte o incluso si los ovnis van tripulados por extraterrestres, pero hay temas en los que uno no puede vacilar. El amor a la patria, a los hijos, a la familia se presuponen como el valor a los soldados. Ahí no vale el te quiero a veces. En eso hay que ser incondicionales.
A los electores hay que enviarles mensajes claros. Sin ambigüedades. Regularizar viviendas que llevan décadas en el limbo legal es una medida potente, pero para conseguir el voto de quien ya tiene su casa en regla hay que ofertar más que la auditoría que arrojó un sobrecoste de 9 millones de euros en el puerto. Hay que ofrecer compromiso con esta tierra, con nuestra historia y con nuestra identidad. Sólo así CpM podrá romper el techo que le separa la de la mayoría absoluta.
Por cierto, nos cuentan que en el acto de homenaje al mariscal Sherlock se vio en un corrillo a Ignacio Velázquez, a su hija, Paz Velázquez, y al consejero Mohand Mohamed Mohamed. Dicen que Velázquez apareció por allí para recordarle a Imbroda que si no quiere verlo liderando Vox debe poner a Paz Velázquez en el número dos de la lista electoral y a Mohand ya lo ubican en otro partido. Pero eso son sólo elucubraciones de quien no le quiere bien. Con todo el pico y pala que ha dado en el PSOE hasta dejar a Gloria Rojas huérfana de liderazgo, marcharse a otra formación es allanarle el camino a Sabrina Moh y al delegado del Gobierno en la sombra.
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