En Navidad todo es posible, hasta que la Cooperativa 'Estopiñán' dispute un partido de fútbol sala entre veteranos y noveles -como dice el himno de siempre del Real Madrid-. Era una encerrona terrible con Farjani Mohamed a la cabeza y en el lugar de víctima de una estratagema de sus compañeros de trabajo. Como es el más querido, también es el blanco de todas las bromas e ironías de los 'estopiñanes'.
Justo es comenzar por el principio. 'Estopiñán' es un grupo humano de trabajadores de lujo que, entre otros menesteres, hace posible que el Pabellón 'Javier Imbroda' esté en más que perfectas condiciones de uso y disfrute. Jamás dicen 'no' a cualquier encomienda. Para ellos los días no tienen horas; están de guardia, retén, servicio y emergencias permanentes porque nacieron trabajadores convulsos desde que estaban en las tripas de sus madres, porque tienen asumido que sus familias viven bien gracias a su esfuerzo, un esfuerzo -¿acaso?-rácanamente pagado. Pero tienen alegría por los cuatro costados.
Todos -todos- se llevan a las mil maravillas y hasta se quieren -¿en qué otra empresa ocurre algo parecido?-, se quieren hasta el punto de celebrar cada año un partido de futbito y cada mes una moraga de auténtica celebración. Frasco a la dirección, a diario, el bueno de Farjani se lleva algún susto. Lo tienen hasta la coronilla; él también los brea cada vez que puede.
“Estos niños son unos mierdas”, proclama el director espiritual de la Cooperativa Estopiñán. Hay que aclarar algo: Farjani tiene variofoblia, es decir, le asustan y molestan varias cosas. No se le puede hablar de cementerios, serpientes o alitas de pollo. Entra en éxtasis, agarra un palo y ya puede uno poner los pies en polvorosa porque el ostión está asegurado. Eso ocurrió en el partido.
Juan, el árbitro, le expulsó temporalmente porque había cometido falta; un periodista se acercó con el micrófono para tomarle algunas declaraciones y no tuvo otra idea de preguntarle cómo se iba al cementerio. Declaraciones textuales y grabadas: “Vete a tomar por culo, jilipollas”.
Si no se le molesta, ningún problema, es un hombre afable y cariñoso pero, si tira uno por la calle de en medio y le hace cosquillas, puede terminar con un chichón en plena frente. Digamos que Farjani, con su buen corazón y su simpatía, ensolera el inmejorable clima de empresa de ‘Estopiñán’, un ramillete de excelentes trabajadores plenamente entregados al servicio público.
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